¿Les preocupa el tono del Poder Ejecutivo?
Es un gobierno muy verborrágico pero con muy poca sensibilidad. Hemos escuchado hablar de las ollas con desprecio, pretender justificar la forma espantosa con la que han gestionado la crisis del agua potable en términos muy poco académicos, poco serios, hablando de la Coca-Cola y los choripanes. Es demasiado importante el tema para abordarlo de manera tan frívola. Si hay ciudadanos y ciudadanas resolviendo sus cuestiones del plato de comida en una olla popular, mucho menos podrán estar comprando una Coca-Cola. Y en ese sentido no van a poder acceder al agua potable mientras no existan políticas que orienten a cómo resolver esta crisis. Por ello, claramente que sí nos preocupa la insensibilidad sistemática que va de la mano del discurso del odio. Eso no cabe duda. Si alguien es insensible frente a temas tan delicados como los que venimos mencionando, si alguien es tan insensible que no tiene problema en salir a cuestionar la solidaridad organizada en una olla popular, en lugar de dar respuestas del Estado, imaginémonos qué sensibilidad podemos esperar de esos gobernantes.
Colocaste el tema del discurso de odio. ¿Te preocupa particularmente?
Sí, porque eso fue una dominante del gobierno de coalición de derecha, contra los sindicatos, los estudiantes, la solidaridad organizada, las organizaciones sociales. Es parte de ese proceso de deshumanización del que hablábamos. Y un país como el nuestro, un paisito tan pequeño, en el que las problemáticas se deberían poder resolver de manera rápida y más sencilla, lamentablemente nos han querido imponer una vida deshumanizada, una visión frívola de país, que desprecia a los pobres, que se burla del hambre, que minimiza los riesgos de salud y no se hace cargo de nada.
¿Cuál es tu valoración de la declaración de guerra de un senador a las y los trabajadores de la industria láctea?
Cruzó todos los límites del odio. Esto de ir a rodear la sede de un sindicato para intentar apretar a un sindicato y declarar la guerra a las y los trabajadores no fue un exabrupto. Piensan mucho y tienen medios y operadores que juegan a su favor. No es casual. Se supone que los legisladores cobran un salario para componer, para encontrar soluciones a la gente, en clave de diálogo y de intercambio de posturas. No se supone que con el salario que les pagamos todos se dediquen a declararles la guerra a trabajadoras y trabajadores o cosas por el estilo. Hay legisladores que se han dedicado a colocar este tipo de discurso de odio que fomenta la violencia social. Nosotros no vamos a responder violencia con violencia. Ni vamos a ingresar en ese círculo vicioso, ni en ese juego. Veremos qué dicen en la campaña electoral, a ver si allí insisten en destilar odio contra los pobres y las y los trabajadores.
En el caso de la industria láctea, hay que aclarar que están mintiendo. Y omiten elementos que son determinantes. Dicen que están en crisis porque no hacemos horas extras y que perderían dinero, pero no le dicen a la gente que Conaprole ha invertido 30 millones de dólares en oficinas. Dicen que se perdería mercadería, pero no dicen que Conaprole cerró una planta en Mercedes y la mantiene cerrada.
Sin duda, hay un relato que han instalado, pero omiten decir la verdad. Conaprole crece, cada día exporta más, cada día gana más y en las redes y en los informativos poco menos que dicen que Conaprole se está por fundir porque las y los trabajadores no hacemos horas extras. Venimos de un proceso de reducción de puestos de trabajo. Tenemos compañeros que llevan 7, 10 y hasta 15 años de contrataciones constantes con la empresa y ahora ven cómo sus lugares de trabajo se reducen. Ellos están esperando su momento para ser efectivos y las acciones de la empresa van a contrapelo de ello. Esta es la realidad. Conaprole únicamente apuesta a las altas rentabilidades mientras cierra plantas parcialmente en el interior profundo. Y el costo que lo pague la gente.
Volviendo al discurso de odio, ¿crees que es algo de este gobierno o considerás que es un fenómeno global de las derechas y las ultraderechas? Te lo pregunto por lo que sucedió con Trump y Bolsonaro, por ejemplo.
Uno empieza a tener cierta preocupación de que no es un fenómeno aislado, sino que es global, claramente de la derecha y la ultraderecha. Hace muy poquitos días, el propio presidente de la Cámara de Industria utilizó adjetivos irreproducibles contra nuestros compañeros de sindicatos hermanos del dulce. Pero esto sucede también en Europa, a través de una gran avanzada de la contraofensiva de los sectores dominantes que viven en este mundo, la contraofensiva del capitalismo le decimos nosotros. Son los sectores dominantes que intentan aferrarse al poder como sea. Acá se están dando otros embates en materia parlamentaria con aprobación de la reforma jubilatoria, la prisión domiciliaria para torturadores y genocidas, la personería jurídica para las organizaciones gremiales, la supresión de la ultraactividad y la aprobación de la ley de negociación colectiva y una serie de normativas que apuraron a impulsar antes de la campaña electoral. Parece evidente que es el cuarto de hora que queda para acelerar y pisar a fondo para venir a arrancar cuanto derecho se pueda. El gobierno está envalentonado. Las patronales también lo están. La derecha está envalentonada. Lo vemos en Ancap, Conaprole, Acodike, Riogas, Plucky y más. Y lo vemos por ejemplo cuando los representantes empresariales de la educación privada invitan a pelear a trabajadores, incluso dentro del propio Ministerio de Trabajo.
¿Cuál crees que es la mejor estrategia para tratar de revertir la reforma jubilatoria que se aprobó recientemente en el Parlamento?
El máximo de los consensos sociales, de las organizaciones sociales, de los actores militantes, todos, en el cual nosotros podamos articular la mejor respuesta. Hay definiciones que no tienen discusión, hay definiciones que son hechos: vamos a seguir enfrentando este ajuste fiscal que se instaló, que es la reforma jubilatoria y de pensiones. Ahora entendemos que ese camino tiene que reunir el máximo de los consensos, para que lo que nosotros definamos tenga un horizonte de victoria. Vamos a defender los derechos de las grandes mayorías. Es necesario juntarnos, abrazarnos, escucharnos y prestar orejas. No es necesario que todos pensemos igual, sí que nos escuchemos. Es fundamental que nos entendamos y que comprendamos que existen posibilidades de generar grandes consensos que avancen hacia un trabajo y un gran programa de un campo popular, que tiene que buscar soluciones para las grandes mayorías nacionales.