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Tamara García: «Los feminismos hoy pueden transformar el mundo»

Tamara García forma parte del Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT en representación del Departamento de Jóvenes y es integrante de la Intersocial Feminista. Está convencida que los y las jóvenes son el presente y no el futuro y que los feminismos son quienes hoy pueden transformar el mundo.

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Por Alfredo Percovich

 

Tamara García asegura que el relato siempre está en disputa, que las fuerzas conservadoras «siguen viniendo por todo» y que el futuro es de «organización, resistencia y lucha, es feminista, clasista, antirracista, diverso, con jóvenes, adultos, viejos y viejas». «Nuestras causas seguirán enamorando porque son justas y eso nos garantiza seguir viviendo, en cambio los discursos de odio tienen fecha de caducidad»

¿Cuándo comenzaste a militar?

En el año 2004 en el gremio estudiantil del Liceo Médanos de Solymar. Tuvimos un inicio de clases complicado, nuestro liceo que había sido inaugurado cuatro años antes tenía peligro de derrumbe. Así fue que madres, padres, profes, estudiantes, vecinos y vecinas nos movilizamos exigiendo soluciones. Hicimos marchas, cortes de calle y hubo mucha represión policial. Ese fue el proceso que terminó con la instalación de contenedores. Recuerdo que en ese año todo el pueblo se estaba movilizando y les estudiantes también tomamos las calles, queríamos centros educativos dignos, sin goteras, sin pisos y vidrios rotos, y que al menos hubiera alguna estufita de panel.  De ahí ya no había marcha atrás. La militancia fue a partir del movimiento estudiantil y el Congreso Julio Castro; participé también en la biblioteca barrial, en ocasiones en algún comité de base y hoy en día en nuestro querido movimiento sindical y la Intersocial Feminista. En lo laboral, estoy por cumplir siete años como administrativa en OSE con contratos tercerizados, en un contexto de precarización fuerte pero aún así, esto no ha sido ni cerca el trabajo más precario que he tendido (risas) y esto me llevó a la hermosa FUECYS, una Federación divina, tan diversa como compleja, integrada en su mayoría por jóvenes y mujeres.

¿Qué rol desempeñan les jóvenes en el movimiento sindical?

Molestar bastante (risas). A diferencia de lo que siempre se plantea de que somos el futuro, muchas estamos convencidas que somos un gran presente. No me voy a poner a decir que somos la vanguardia porque estoy convencida en que la organización debe autoconstruirse cada día y para eso nos necesitamos a todos y todas, con más o menos años, sea cual sea nuestro color de piel, nuestra identidad sexual. Nos une la conciencia de clase, el convencimiento de que el mundo así como está, no da para más y debemos cambiarlo.
Las juventudes tenemos muchos roles en el movimiento sindical, uno de los principales debe ser dar voz a la realidad de los y las jóvenes trabajadoras. No tenemos las mismas realidades laborales, el desempleo sigue siendo mayor en jóvenes y mujeres, más aún en personas afro y mucho más aún en personas con discapacidad. Lo que se piensa en clave del futuro del trabajo para muchas personas es realidad hace años. La economía de plataformas, el uso de nuevas tecnologías en el ámbito laboral y nuevos empleos nos generan grandes desafíos que para las juventudes ya están entendidos y asumidos. Hay temas que para las juventudes trabajadoras ya están saldados y hasta parecen discusiones obsoletas pero cuando nos encontramos militando en estructuras tan grandes nos damos cuenta que no eran tan así y que nos queda un montón por discutir y concientizar. Sí creo que las juventudes son generadoras de conciencia, reviven valores y dan impulso para adelante.

¿Por qué crees que las actividades del 8 de marzo y el 20 de mayo cada año convocan más jóvenes?

Creo que se da por una cuestión natural. Las juventudes soñamos y queremos movilizarnos.
Las redes sociales también generaron una democratización de la información, por supuesto dejando de lado que también son utilizadas para generar noticias falsas o campañas de odio. En otros momentos de nuestro país y del mundo los medios disponibles eran muy limitados para saber de otras realidades, para conocer qué pasó y qué pasa. Hoy lo tenemos en la palma de la mano. ¿Cómo una gurisa no se sensibilizaría de leer lo que a otra le pasó en la calle o en su casa? Seguramente hasta sienta identificación. No conozco piba que no se haya sentido violentada aunque sea una vez en la vida por el hecho de ser mujer. ¿Cómo un gurí no se sensibilizaría cuando en el liceo conoce sobre las víctimas del terrorismo de Estado? Como te decía al principio, es algo natural y cada año va a ser mayor.

En este 2020 tan particular, hubo mayor espacio para la creatividad en la militancia y ahí los y las jóvenes también ocuparon un rol fundamental.

Claro, porque este año nos obligó a repensar todas las formas de militancia. El 20 de mayo, cada casa se llenó de margaritas. Vimos niñes en sus casas pintando y aprendiendo su significado. Mi hermana se puso con mis sobris de 8 y 4 años a pintar y claramente les contó la historia pensando que capaz no la iban a entender. Mi sobri de 8 años, en el pétalo que faltaba, le pintó un signo de interrogación de otro color. Claramente las dos nos emocionamos mucho. Ellos entendieron todo y quedó claro que nuestras mentes adultocentristas les subestiman constantemente.

Crees que los y las jóvenes se van abriendo paso a persuasión, a los ponchazos, a perseverancia, a discusión política?
Exactamente a todo eso. Claramente en muchos espacios se ha avanzado y los ámbitos son un poco más amigables pero nos falta mucho. Tal vez visto de afuera, el movimiento sindical no parecería  ser lo más divertido y llamativo para dedicar nuestro tiempo. Pero digo que no parecería porque en realidad sí lo es. En donde tenemos conformadas comisiones sindicales de jóvenes, vemos gurisada pronta para formarse, para propagandear,  vemos color y alegría en los sindicatos y las calles. Ahí los sindicatos tienen la responsabilidad -hasta por una cuestión de supervivencia- de convocar juventudes y dar los espacios y herramientas para organizarse, para sentirse parte y claramente ser escuchadas.

¿Qué aspectos te preocupan en mayor medida del tiempo presente?

Me preocupa todo. Principalmente el avance brutal de los fundamentalismos, de los sectores reaccionarios y conservadores. Sabíamos que el ajuste se aproximaba, que venían por muchas conquistas del campo popular y que nos iba a tocar resistir. Capaz no nos imaginamos la rapidez con la que se iba a instalar el programa de gobierno mediante la LUC. Tal vez tampoco imaginamos las brutalidades que escuchamos por representantes del Ejecutivo y en el Parlamento. Lo que más me preocupa es que la construcción de los relatos que siempre está en disputa, amenaza con borrarnos de un plumazo. Se fortalece una idea jodida de impunidad para dar mensajes de odio, para reprimir, para criminalizar. La pandemia además trajo la idea de ‘vecino vigilante’. Muchas estamos convencidas de la necesidad de profundizar la concepción de convivencia y de solidaridad entre pares, hoy esta discusión está cada vez más distanciada y de tapabocas.

Ustedes militan, van a ollas, merenderos. ¿Qué sentís cuando ves a tantas familias teniendo que ir a comer a ollas populares solidarias? ¿Alguna vez pasaste hambre?
No pasé hambre aunque siempre tuvimos lo justo. Mi madre sola se rebuscó para que no nos faltara comida, vivienda digna y educación. El resto de lo que necesitábamos lo fuimos cubriendo con laburitos que desde pibas buscamos para sostenernos nuestros gastos.
En cuanto a las familias en las ollas me siento mal, no por la existencia de la olla por que la veo como la expresión de solidaridad y amor de nuestra clase, pero me da bronca que en un país con tal producción alimenticia, con la riqueza de nuestros suelos, que haya familias que no puedan sostener el plato de comida. Un país donde hay reservas para poder sostener una renta transitoria de emergencia. El acceso a la comida no es un capricho, es un derecho humano fundamental y no tenerlo es un crimen de odio, es una injusticia.

Durante la pandemia vimos a miles de jóvenes en bicis cargando sus mochilas llevando pizzas o hamburguesas a quienes podíamos quedarnos en casa a resguardo y mirando Netflix. ¿Qué pensás de eso?

Es complicado. Yo no me opongo a los trabajos sino a las formas en que se llevan a cabo. A las condiciones de trabajo y derechos laborales que se nos arrancan con estos trabajos precarios. Los compañeros y compañeras repartidoras existen y no me parece que esté mal, repudio la falta de ética empresarial y estatal que manda a estos pibes a la calle poniendo su propia bicicleta, pagando la caja y sus implementos de trabajo, sin formación en seguridad vial y por tres pesos, lo que les obliga a trabajar muchas horas y sin cuidados mínimos. Muchos son los trabajos precarios y sumamente explotadores. Necesitamos regulación laboral para que no se vulneren derechos y para dignificar nuestras vidas. Es verdad que también tendremos que debatir sobre el consumo consciente y sobre cómo somos con otros y otras trabajadoras.

 ¿Qué cosas te llenan el alma de la militancia, la lucha social, el salir a dar las batallas cotidianas?

Como trabajadora tercerizada y «femisindicalista» no te voy a mentir, voy llena de angustias y ansiedades cada día (risas) pero se me pasa rápido cuando con el sindicato podemos recuperar uno o más puestos de trabajo, cuando pudimos darle una mano a la compañera que lo necesitaba, cuando vimos las calles de nuestro país llenas de personas marchando contra la LUC y por Presupuesto, como sucedió el 30 de julio. No me puedo quitar la alegría, la emoción, la sensación de que somos una fuerza imparable. Sentirse plenamente parte de algo mucho más grande. Parte de una organización colectiva, diversa pero con ciertos ideales que nos unen. Es que soy muy fan de las movilizaciones, me emocionan y creo que nos fortalecen.

¿Qué batallas están dando las y los jóvenes en el movimiento sindical y en el feminismo?

En el movimiento sindical, parte de las grandes batallas que damos es por ser escuchadas de verdad y en contra de la «botijeada». Básicamente en el fortalecimiento del ser político. Debo decir para no entrar en una injusticia, que mucho depende de la organización sindical. Tenemos sindicatos históricos y con estructuras muy duras y tenemos otros que son integrados principalmente por jóvenes. En FUECYS por ejemplo conquistamos las cuotas para mujeres y jóvenes ya hace unos años, cosa que no es menor pero tampoco ha tenido el impacto que esperábamos. Realmente creo que mucho venimos avanzando, los promedios de edad siguen bajando y las mujeres estamos en más puestos de decisión. Aún así en general. el movimiento sindical tiene cara de varón, heterosexual, blanco y grande. Sigue vigente el estereotipo de sindicalista con voz grave y fuerte, el símbolo de la masculinidad tradicional. Esto también va cambiando cuando se abre la cancha a nuevos actores y actrices políticas. Creo que la unidad en la diversidad -principio fundamental de nuestro único movimiento sindical- también debe transversalizarse en las representaciones. Ahora nos tocan grandes desafíos y también defender lo conquistado porque en las crisis toda la clase trabajadora sufre, pero algunas personas más y el conservadurismo nos transversaliza a todas y todos. El machismo y el adultocentrismo no diferencian entre partidos políticos ni en organizaciones. Si no estamos atentas, a muchas nos intentarán desaparecer bajo las consignas de que necesitamos a “gente con experiencia”, “a los más duros”, “a los más fuertes”. En relación a los feminismos, es difícil porque no existe un solo feminismo ni una sola teoría. Acá creo que la disputa es más ideológica que etaria. Necesitamos fortalecer feminismos interseccionales, feminismos clasistas, antirracistas, con todas las diversidades sexuales, con las personas con discapacidad, con las locas, con las trabajadoras sexuales.

¿Hay realmente una mirada desprejuiciada en materia de diversidad sexual en el movimiento sindical?

Bueno, como hablábamos recién, creo que es difícil poder dar una respuesta única. Tenemos a nuestros dinosaurios claramente y tenemos compañeros con las cosas muy claras. Creo que hay una cuestión generacional y que las próximas generaciones de trabajadores y trabajadoras van a ver algunas discusiones sumamente ridículas y hasta fuera de lugar. Las feministas mucho hemos incidido en cortar ciertas violencias simbólicas pero algo fundamental ha sido la militancia en conjunto con organizaciones que luchan por los derechos de las poblaciones LGBTIQ+. Creo que distintas causas en las que hemos estado participando y defendiendo,  como han sido el matrimonio igualitario, la ley trans y la organización de cada año de la Marcha de la Diversidad, han generado conciencia y sensibilización. Pero reitero, nos falta mucho por cambiar pero creo que vamos por un buen camino.

En términos de política pura y dura, ¿Qué pensás de los mensajes en materia de derechos humanos, Ley de Caducidad y Justicia, por ejemplo, vienen colocando distintos integrantes de Cabildo Abierto en la agenda mediática?

Me da mucha vergüenza que haya tales representaciones por eso mismo, porque representan ideas que están en nuestra sociedad. El relato siempre está en disputa, desde la historia de los dos demonios de la dictadura cívico militar hasta los que sostienen que hay feministas buenas o malas. Tenemos mucho para hablar al respecto, entiendo que muchas estamos para seguir luchando contra la impunidad y por los derechos para las grandes mayorías. Nuestras causas seguirán enamorando porque son justas y eso nos garantiza seguir viviendo. Sus discursos de odio amparados en una supuesta libertad de expresión tienen fecha de caducidad. Y digo supuesta porque el odio no es libertad de expresión, es violencia y discriminación. Estoy convencida que los feminismos son hoy el gran movimiento que puede transformar el mundo, pero para lograr ello creo que nos quedan algunos debates. Pero claramente es por ahí.

Se insistió mucho en que las fuerzas conservadoras «venían por todo». ¿Pensás que vinieron por todo?

Siguen viniendo por todo. Las fuerzas conservadoras en nuestro país, en la región y en el mundo son quienes han acaparado el poder y éste nunca desapareció. Las correlaciones de fuerza pueden ir variando, solo eso. Y tendremos que ver cómo nos seguimos organizando para que ese todo por el que siguen viniendo, sea nada.

En este contexto, ¿Cómo te imaginas que será el futuro?

El futuro es de organización, resistencia y lucha. Es feminista, clasista, antirracista, diverso, es con jóvenes, adultos, viejos y viejas. El futuro es nuestro y habrá que estar a la talla.

***

«¿Qué pasa en tu laburo?»

Por estos días y luego de las movilizaciones masivas del movimiento sindical y la Intersocial, el Departamento de Jóvenes del PIT-CNT está desarrollando en redes sociales la campaña «¿Qué pasa en tu laburo?». Se trata de una iniciativa principalmente enfocada a quienes están desarrollando su primera experiencia laboral, para conocer sus inquietudes y preocupaciones, ya que en muchos casos, los y las jóvenes al iniciar su camino en el mundo laboral desconocen sus derechos.

Según explicó Tamara García, las consultas y las respuestas se implementan a través de mensajes privados en las redes sociales y en una segunda etapa, se generará una buzonera como mecanismo de consulta. «Queremos que sepan que cada compañero y cada compañera no están solos, ni solas, que hay organización atrás que está dispuesta a darles una mano y respuestas a sus inquietudes que tienen en relación a sus trabajos».

 

Las pibas violentadas
Tamara desde chica se ha estado preocupando por tantísimas cosas. Creció y siguió haciendo eso mismo, preocuparse y ocuparse como pudo y como puede. Casi siempre por las víctimas, por las mujeres, por las injusticias, por el dolor y los padecimientos. Sin que se le mueva un milímetro la sonrisa sanadora que la caracteriza, es capaz de recordar su infancia rota, la violencia infame, las valijas, las mudanzas, el desgarro del dolor de una madre adolescente que resistió para proteger a sus hijas. Los recuerdos huelen de lejos la revictimización constante, aquella madre y la madrina que practicaban la sororidad en la tormenta. Tamara cura heridas propias y ajenas. Cuando habla, cuando sonríe. Y lo hace todo el tiempo que puede, a pesar de todo y de las peleas cotidianas que le implican ser mujer, sindicalista y tercerizada. Acaso por ello se define como «femisindicalista» a mucha honra. «No conozco piba que no se haya sentido violentada aunque sea una vez en la vida por el hecho de ser mujer», sostiene.

 

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