Lleva vestidos de colores a los cuatro vientos con la misma frescura que pinta cartelitos rosados y puede llegar a pasar horas, días y eternidades, ordenando pacientemente el sutil caos ajeno que roza sus ventanas. De a ratos toma té y el mundo cambia.
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De niña fue Beatle por aquello de que all you need is love, después fue rebelde, encantadora, protestona, deportista y la que enseñó matemáticas -como una docente grande- a sus amigas llenas de pecas y cartucheras de plástico.
De preadolescente luchó contra los privilegios machistas de un hermano -que ahora de grande admite adorar- al que por entonces no le pedían que limpiara, ni lavara los platos ni casi nada porque era varón. Lavar y todas esas cosas eran para las niñas. Se rebeló y resistió lo que pudo. Toda una agitadora con 10 años.
Después creció y fue un poco ingeniera, un poco maestra, un poco basquetbolista, muy persistente, obstinada, paciente, observadora, intensa, confidente, detallista, humana, resistente a los embates laborales y terrible hincha de Aguada. Y muy amiga de sus amigas de la vida como Isa, Shey, María, Vero y Adriana Zarauz. Ingresó por concurso al Instituto Cuesta Duarte hace 16 años y con el paso del tiempo fue ganando espacios de reconocimiento y responsabilidades cotidianas que ella aprendió a sobrellevar de manera tal vez imperceptible para ojos desprevenidos.
Actualmente, es referencia de consulta en el movimiento sindical en temas internacionales, dialoga -en clave de confianza- con distintas centrales y federaciones de Europa, EEUU y América, escucha, ordena, propone y dispone soluciones prácticas en la comisión nacional por el Sí a la derogación de 135 artículos de la LUC. Mientras tanto, carga cajas y paquetes de volantes, atiende urgencias de cambios imprevistos de timón y timonel, va a la cancha, milita en política barrial, colabora con una de las ollas del barrio, sobrevive a reuniones Zoom donde todos iluminan nuestro destino y lee sobre feminismo en los ratos libres, a resguardo del vértigo y la bruma.
Desde que nació su hija Julieta, es la mujer más feliz de la tierra. Ama la espontaneidad, frescura, inteligencia y madurez de su niña, tan ella, tan imprevisible, de encanto sutil y sensibilidad artística. Juli, además de sobresalir en la escuela -y por donde ande- estudia inglés, programación, ballet, ukelele y practica básquetbol -obviamente- en Aguada. Juli sabe que su amado tío Martín siempre está y Viviana sabe que, con su hermano, todo está entendido. Los días simples, madre e hija van a visitar a la abuela Nubia y al abuelo Edgardo, dos referencias humanas y sindicales en la Ancap pública y estatal de siempre, a la que -cíclicamente- algunos gobiernos insisten en privatizar. Nubia militó siempre con perfil bajo, fuera de hora, sin cargos ni aplausos ni nada. Su hija es pura coincidencia de ADN. Familia de antes, todo muy a resguardo y en cierto orden. Ponele, diría ella. Y en eso transita su vida. Mientras tanto y como siempre, ella se prepara un té y respira el aroma que encanta su vida.
¿Crees que hay una embestida del discurso de odio contra las y los trabajadores, sindicatos, feminismos, docentes y artistas?
Sí, claramente. También creo que no todo lo que hacemos desde el movimiento sindical está perfecto y quienes cuestionan están todos equivocados. Defiendo mucho la autocrítica, la discusión hacia adentro y repensar mucho. De todos modos, una cosa son las críticas y otra, el discurso de odio. Si nos miramos hacia adentro, creo que a nosotros como movimiento sindical nos faltó comunicar muchas cosas que hemos hecho. Y deberíamos haber sido capaces de informarle a la población todo lo que ahora tenemos incorporado de manera casi natural, en buena medida gracias a las luchas de los sindicatos. Por ejemplo, en el caso de la educación, los logros y conquistas de las maestras, funcionarios y docentes en general repercuten en la mejor calidad de educación para nuestros hijos, los de quienes se sienten parte del movimiento sindical y quienes dicen detestarlo. Incluso ellos se ven favorecidos con las conquistas sindicales. Son para todas y todos. Y eso -por más que parezca obvio- deberíamos haberlo explicado más claramente. Además, es evidente que hay un enorme ataque hacia los sindicatos, que baja desde el gobierno, encuentra eco en una gran parte de la prensa en la forma que selecciona, coloca u omite la información del movimiento sindical. Y por último, hay mucha gente que piensa que el mejor sindicato es el que no existe. Hay quienes desearían que los sindicatos desaparecieran. Con sindicatos débiles, los malos empresarios saben que pueden hacer y deshacer a su antojo. Por eso los embates, los ataques y el discurso de odio contra los sindicatos.
¿Y cuando disparan contra la cultura, los feminismos o Madres y Familiares?
Creo que todo lo que toque privilegios o espacios de poder o exponga a los que desde siempre se sintieron impunes, genera una reacción. Todo lo que viene a mover el statu quo molesta.
Esto último pasa en relación al machismo y el patriarcado.
Por supuesto. Personalmente, creo que en materia de feminismos no se debería colocar a los hombres como «buenos o malos». La realidad es que hay muchas cosas que están mal y tenemos que cambiarlas. Punto. Hay que cambiarlas. Obviamente no me refiero a delitos, ni ninguna expresión de violencia de género, ni física, ni psicológica ni ninguna violencia que configure un delito. Hablo de prácticas naturalizadas en materia de cuidados, de micromachismos cotidianos en los ámbitos de trabajo, el chiste pelotudo, el ninguneo, la invisibilización del trabajo de las mujeres y tantas cosas más. Y esas cosas hay que cambiarlas entre todos y todas. Y a medida que se van produciendo los cambios -que son inevitables y los varones lo saben-, seguramente surgirán ruidos, temblarán ciertas estructuras, y eso es parte de un proceso que está sucediendo.
Hablando de statu quo, pocos días atrás, cuando el sindicato bancario anunció que iba a marchar a Punta del Este recibió embates de odio con expresiones que -conceptualmente- marcaban territorio y exclusión: «acá no los queremos», «Punta del Este es nuestra y no de la gente que hiede a sucio». A punto de decir que rechazaban el «olor a pobre». ¿Qué sociedad estamos construyendo con esa lógica?
Es terrible, pero lo que se debería hacer es acotar al odiador serial. Porque la intención que tienen es despreciar a las y los trabajadores. Y replican ese discurso de odio que pretende matrizar que las y los luchadores sociales no laburan, es parte de la lucha de clases. Por eso intentan colocar al trabajador como el descuidado de «mal aspecto», que no quiere trabajar y como contracara, que ellos son perfectos y pulcros. Si la marcha hubiera sido a otro departamento, cualquier otro, no hubieran hablado los medios ni se habrían escuchado esos insultos de odio tan groseros.
Tomando tu idea de la autocrítica, ¿no hay cierta estigmatización desde algunos ámbitos hacia los que viven en la costa, «los chetos», «cajetillas» o «pitucos»?
En algunas expresiones puede ser. Pero -sin justificar- creo que es claramente un proceso de defensa, en cierta forma hay un hartazgo. Si históricamente te desprecian, te dicen que no existís, que no laburás, que sos sucio, que olés mal, bueno, algún día reaccionas y respondes. Y no lo estoy justificando, simplemente estoy arriesgando una explicación. Algún día habrá que conversar con quienes provocan odio hacia los pobres, hacia los sindicatos, y preguntarles si están de acuerdo o no en que todo ser humano tiene que tener derecho a acceder a la educación, a la comida, un lugar donde vivir y acceso a la salud. ¿Sí o no? Porque sospecho que hay quienes consideran que no.
Hay una cierta construcción por parte de algunos actores y medios hegemónicos de la imagen del sindicalista que es bastante grotesca y precaria. Tal vez por desconocimiento o tal vez de manera deliberada, se omite hablar de la formación y capacitación que desarrolla desde hace muchos años el Instituto Cuesta Duarte (ICUDU), incluso en espacios de cooperación con la Universidad de la República. ¿Cuál es tu visión sobre ello?
Muchas veces se ignora -honesta o deliberadamente- que todos los sindicatos tienen asesores técnicos. Podrás estar de acuerdo o no con las posturas que defienden los sindicatos, pero es claro que llevan propuestas estudiadas, con mucho pienso y análisis, fundamentadas en datos de organismos nacionales e internacionales, que llevan todo un proceso de discusión y luego se presentan en los ámbitos de negociación colectiva. Y los dirigentes estudian y conocen esas problemáticas y por ello luego llevan las soluciones específicas. Acá en el Instituto Cuesta Duarte, hace años que se trabaja en la formación sindical. Te diría que casi la totalidad de los dirigentes que integran el Secretariado Ejecutivo, el actual y los anteriores, así como quienes incluso desde el movimiento sindical pasaron a ocupar cargos en el Parlamento o en ministerios en otros gobiernos, pasaron por procesos de formación en el Icudu. No olvidemos que el instituto además de tener un acuerdo marco con la Udelar, también tiene acuerdos con el Inefop. Hay cientos de trabajadoras y trabajadores que se forman todos los años a través del Instituto.
Volviendo a temas relacionados con los feminismos, ¿está roto, dañado, herido o debilitado el vínculo entre la Intersocial Feminista y el movimiento sindical?
Desde mi visión estrictamente personal, pienso que es parte de un proceso de aprendizaje de ambas partes. Las colectivas feministas son recontranecesarias. La IF está haciendo tremenda fuerza para lograr los cambios que necesitamos. Y lo hace con sus fortalezas, sus deficiencias, sus errores y aciertos. Y yo creo que el movimiento sindical es parte de la sociedad. Es imposible exigirle que sea una burbuja llena de feminismo y sin una sola práctica machista. El PIT-CNT es parte de esta sociedad y los mismos problemas que tenemos afuera están acá dentro. Pero eso no significa que acá está todo mal y hay que demonizarlo. Esta realidad es parte de los cambios que también tenemos que transitar. Y obviamente no se logran de la noche a la mañana por más que nos gustaría que fuera así. En cuanto a la pregunta concreta, personalmente creo que ni cerca está roto. Tendremos que reencontrarnos, volver a caminar juntas ambas organizaciones, escucharnos más y trabajar más de cara al próximo 8M. Pero comenzar hoy y no en noviembre o diciembre, a conversar, a intercambiar qué pensamos y cómo queremos que sea el próximo 8 de marzo.
Por estos días, la lupa estuvo colocada casi exclusivamente sobre el movimiento sindical. No se escucharon reclamos ni indignaciones sobre el machismo en los partidos políticos, ni con los intendentes o legisladores de causas notorias, ni sobre los empresarios o los profesionales universitarios -jueces, psicólogos, arquitectos, docentes o publicistas de profesión- implicados en la Operación Océano. El machismo fue -al parecer- un problema del movimiento sindical. ¿Qué piensas al respecto?
Supongo que la masividad y representatividad del movimiento sindical lo coloca en un espacio destacado de la sociedad y tal vez eso conlleva una mayor atención de lo que dice, hace y resuelve. Por más que alguien diga «a mí el Pit-Cnt no me representa» claramente sí te influye. Lo que logre en la negociación colectiva te va a influir. Si negocia mejor un aumento salarial o logra cláusulas de calidad en materia de género, cuidados, discapacidad, por ejemplo, eso va a beneficiar a toda la población y no solamente a quienes están sindicalizados. Aunque digas que no te representa. Y si un sindicato está débil, vos te vas a perjudicar porque seguramente le va a costar pelear por tu salario. El tuyo incluso cuando repetís una y otra vez que el Pit-Cnt no te representa. Y también esa lupa está fuertemente condicionada por los grandes medios que eligen cuándo prender los micrófonos y las cámaras. Cuando el movimiento sindical realiza mil acciones cotidianas solidarias, constructivas y potentes con la sociedad, no suelen venir. En cambio, llegan cuando hay una controversia. Son las reglas de juego de los grandes medios, nos gusten o no.
¿El movimiento sindical se dedica a poner palos en la rueda? ¿Quieren ver fracasar al gobierno?
¡Por favor! Ni ahí.
Pero es uno de los argumentos centrales de la campaña a favor del No.
Lo que hace el movimiento sindical es alertar e intentar derogar los artículos de la LUC que van a cambiar la vida de las personas, especialmente las más vulnerables: las mujeres y los sectores de menos recursos. Y lo que logramos con las 800.000 firmas fue habilitar un espacio de reflexión e información sobre algo que fue impuesto casi a puertas cerradas en plena pandemia. Porque hay algo que sabemos todas y todos: construir una agenda derechos, fortalecer la escuela pública, las empresas públicas llevó mucho tiempo y esfuerzo. Pero destruir es rapidísimo. En menos de dos años quedó claro que romper fue mucho más sencillo que todo lo que llevó el proceso de construcción anterior. Y reconstruir nos va a llevar un montón.
¿Crees que habrá que reconstruir mucho?
Bueno, en eldía a día ya lo estamos padeciendo. Cada vez que el gobierno aumenta los combustibles -que en campaña electoral dijo que no iba a aumentar- se refleja en un inmediato aumento de los alimentos. Si algún día -ponele- llegaran a bajar los combustibles, sabemos que los alimentos no volverán a su precio anterior. Ese es un daño cotidiano actual que nos deja esta política económica. Otro es el de la pérdida salarial y eso implica mayor pobreza. Y la pobreza se ve en el día a día, en las ollas, en la cantidad de gente que está peor, que ha ido perdiendo calidad de vida y le cuesta afrontar el día a día. Otro dato de la realidad: la cantidad de niñas y niños que viven en la calle. Y eso es terrible. La semana pasada fuimos a entregar una túnica y útiles escolares a una madre con su hija que está viviendo en la calle. Cuando llegamos, la niña pequeña estaba leyendo. Te dabas cuenta que no es una familia que toda la vida estuvo en situación límite de calle. Es algo de ahora, nuevo, los nuevos pobres. ¿Y qué vamos a exigirle después a esa niña? ¿Cuáles son sus sueños? ¿Vamos a seguir diciendo que la madre no se esforzó mucho?
¿Cómo te imaginás el día después del referéndum? ¿Habrá espacio de reconstrucción?
Sea cual sea el resultado, no es improbable que se apuren nuevos aumentos de combustible, como también la reforma de la seguridad social y que haya un recrudecimiento de los embates contra los sindicatos. Puede ser por envalentonamiento o por malestar del gobierno por el resultado.
¿Sos consciente del momento de la historia que te está tocando vivir?
Sí, pero creo que especialmente es un momento histórico para todas las organizaciones sociales. Cada una de nosotras con nuestras particularidades, estamos construyendo un camino en la historia.