Resulta una burda paradoja que quienes critican a Lucía y Pepe por su pasado subversivo sean los mismos que aplauden las insurrecciones de Artigas y Saravia. El primero se levantó contra regímenes opresores extranjeros; el segundo, contra un gobierno electo democráticamente.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Tal como ha señalado Alberto Grille en su nota “El caos, la estrategia y el peligro”: “A pesar de los románticos propósitos invocados, todos los que participaron de la Revolución rusa iniciada en 1917, como en todas las revoluciones de la historia, bolcheviques y mencheviques, comunistas y socialdemócratas, liberales y conservadores, unitarios y federales, unionistas y secesionistas, izquierdistas y derechistas, se mancharon las manos con sangre, propia y ajena. Todos”.
Ni Artigas, ni Sucre, ni Bolívar derrotaron enemigos invitándolos a tomar el té con masitas. La abolición de la esclavitud en los Estados Unidos no se alcanzó con los discursos de Abraham Lincoln sensibilizando a los amos del Sur hasta las lágrimas, sino que costó ríos de sangre.
El MLN-T también combatió a gobiernos electos, detalle no menor, pero que no les quita su carácter de opresores y corruptos. El llamado a elecciones es una premisa fundamental en una democracia; mas no la única.
En la década del 60 la policía torturaba impunemente, se compraban votos usando la miseria de la ciudadanía para pedirle un voto a cambio de un empleo público, los políticos eran millonarios y la mayoría de los uruguayos vivían en la pobreza, a los niños huérfanos se los tiraba en el Consejo del Niño como si fueran delincuentes y junto a criminales menores de edad, los escuadrones de la muerte actuaban libremente, los trabajadores eran reprimidos salvajemente si osaban manifestarse contra el régimen y, para hacerla corta, ni de casualidad un gobierno de aquella época hubiera logrado lo que Uruguay consiguió gracias a la gestión del Frente Amplio: ser considerado en América Latina y el Caribe como uno de los dos países con democracia plena junto a Costa Rica, el más cristalino y de menor corrupción junto con Chile, el de menor pobreza e indigencia y el del salario más alto, pasando en esto por lejos al país andino.
Aquella República, donde 500 familias se quedaban con la mayoría de la riqueza de los orientales, donde la oligarquía mantenía privilegios faraónicos a costa de la miseria de sus compatriotas, lo pinten como lo pinten, no era una democracia.
Los tupamaros y otros grupos cometieron el error de levantarse en armas, lo cual le vino espectacular a la derecha para justificar el recrudecimiento del régimen, hasta que incluso los usaron como excusa para instalar una dictadura cívico-militar proestadounidense, con lo cual terminaron de arrasar los pocos derechos humanos que quedaban en pie.
Durante el enfrentamiento contra los regímenes blancos y colorados no faltaron víctimas inocentes: la derecha tuvo a su Pascacio Báez y la izquierda a su Líber Arce. Luego serían millares las víctimas que sucumbieron en las garras de la dictadura derechista, tuvieran o no que ver con los subversivos.
Los revolucionarios pagaron su alzamiento en condiciones infrahumanas, en particular Mauricio Rosencof, Eleuterio Fernández Huidobro y José Mujica. No fueron los que pasaron peor; pero nadie les envidia su suerte. A otros los torturaron en cautiverio hasta morir. También Lucía padeció la insanía de aquellos psicópatas, defendidos posteriormente con la Ley de Impunidad por los partidos Colorado y Nacional.
Nunca vi a los rosados bravucones que insultaron a Lucía en Pueblo Centenario, Durazno, gritar algo a los torturadores, ladrones, homicidas, psicópatas y violadores como Nino Gavazzo y Manuel Cordero. Así son los integrantes de Un Solo Uruguay: patoteros, cobardes e hipócritas. Sabemos lo que sigue: sus directivos dirán que no los conocen, como ya han hecho antes, porque son de los que tiran la piedra y luego esconden la mano.
Poco tiempo atrás, también prepotearon a Tabaré Vázquez. Otros energúmenos (siempre en barra, claro) provocaron e insultaron a Danilo Astori y lo mismo hicieron con el ministro Víctor Rossi, bajo el silencio cómplice de sus líderes del Partido Nacional. Hace unos días, la sorteada fue Lucía. Claro, ahora los Consejos de Ministros se realizan en el interior del país y es un bollo acercarse al presidente y sus ministros y gritarles cosas a dos metros de distancia.
Sin embargo, toda regla tiene su excepción. Cuando Luis Alberto Lacalle era presidente, un trabajador que le gritó “Hijo de puta” fue procesado y ni el Frente Amplio, ni el Pit-Cnt ni quien escribe salimos a defenderlo, porque aun cuando el mandatario no se destacara por su solidaridad, sensibilidad, solvencia moral o sobriedad, entendimos que debía respetarse la investidura y las discrepancias políticas las debemos resolver de otra manera.
Si el gobierno frenteamplista no marca los límites de la libertad de expresión y emprende acciones judiciales contra quienes se exceden en las redes sociales o en público, la situación terminará desbordándose. Toda democracia, todo país civilizado tiene un límite para cada derecho y por eso el ordenamiento jurídico ha tipificado los delitos de calumnia, difamación e injurias.
Cuando Lula visitó Venezuela durante el gobierno de Hugo Chávez, comentó que allí había un “exceso de libertad de expresión”, cosa que también comprobé con asombro. ¿Periodistas y políticos convocando a la rebelión armada? En Estados Unidos no saldrían jamás de la cárcel. Si el gobierno del Frente Amplio no pone un freno a estos abusos, allí está Venezuela, mostrando lo que nos espera.
La falta de argumentos y conocimiento de la oposición es tan dramática que han efectuado propuestas patéticas. Luis Lacalle Pou denunció el aumento de la mortalidad infantil, pero eligió el peor momento para hacerlo: cuando aquella estaba en un mínimo histórico. Tanto él como Larrañaga y Sartori han propuesto una y otra vez que el gobierno haga cosas que hace años está haciendo. La batería de planteos de Larrañaga para aumentar el empleo dan vergüenza ajena; no porque sean malas, sino porque su ignorancia le ha impedido saber que ya se están implementando. Lo mismo cabe para el millonario paracaidista y su genial idea de intervenir los barrios más conflictivos. ¿Quién los asesora? En cualquier momento salen proponiendo dar una computadora gratuita a cada estudiante.
No se les cae una idea ni por casualidad, salvo la de eliminar la tolerancia cero del alcohol o pedir a los milicos que regresen.
Los bravucones que insultaron a Lucía solo actúan en barra y son los típicos cobardes que envía la oposición al frente y contra el Frente. Sus gritos e insultos dejan en evidencia su bajo nivel; pero, sobre todo, su impotencia y desesperación al ver que el Partido Nacional no crece y los votantes que habían abandonado al Frente Amplio por discrepar con algunas cosas están retornando al partido de gobierno y la restauración conservadora ya no está tan segura en el horizonte.
No les pidamos más; es todo lo que hay.
Lucía y Pepe, con aciertos y errores, se la jugaron siempre por sus ideales, buscando una sociedad más justa y solidaria. Semejante osadía de soñar y luchar por ese país les costó años de cautiverio sin respeto alguno a sus derechos humanos y, a José Mujica, varias balas en el cuerpo.
Claro que hay gente que los odia, aunque hay millones que los quieren y admiran.
Lucía y José. Sencillamente, dos de los nuestros que lo dieron todo por muchos que no entendieron nada.