¿Es una sorpresa que haya ganado esta elección previa?
He visto que casi unánimemente ha sido considerado una ‘sorpresa’, ya que las encuestas lo ordenaban en tercer lugar y con mucho menor votación prevista. Sin embargo, para quien tiene formación en ciencias sociales, y más específicamente en ciencia política, sociología y psicología social, cuando un cuerpo electoral está convencido, o se le convence, o ambas, de que el sistema y los políticos profesionales y de cuadros partidarios son responsables del malestar social que se vive, y de que no se puede tener esperanza en ellos de nuevo; si alguien, viniendo desde fuera del sistema político y de partidos, se declara antisistema, ya que ‘ellos’ son chorros, incapaces y corruptos provocadores de la penuria popular; si dice eso, y lo dice con retórica indignada y acorde al tradicional circo electoral argentino, insultando a voz en cuello y a mandíbula batiente, no sería ninguna sorpresa que apareciera transitoriamente en primer lugar, ni que resultara presidente dentro de poco, aun sin elenco, dinero y una reducida representación parlamentaria futura.
El voto, que algunos quieren hacer creer que es racional e informado, en profundidad no lo es: el tono, el vocabulario y la gestualidad, dentro de la coyuntura que vimos, son más importantes que un programa de gobierno, que no hay cómo evaluar plenamente desde el llano. Y, como bien dijo Daniel Gatti, más que calificar ese voto a Milei como idiota, mejor sería calificar así a quienes fueron construyendo esa coyuntura, no vieron venir tal respuesta popular, y ahora lo califican de sorpresa.
¿Es un facho?
Hay algunas palabras, llenas de sentido preciso si se lo conoce técnicamente, pero que con el correr del tiempo se han convertido en genéricos insultos en jergas de sectarios. Piense usted en qué quiere decir la expresión tan común ‘hijo de puta’, con una acepción original muy claramente descriptiva, aunque también evaluativa, refiriendo a madres profesionales y/o promiscuas. Sin embargo, con el tiempo, quizá a mediados del siglo XX, pasó a ser usada como insulto generalizado, no atado necesariamente al significado original de la expresión, ahora como modo simple de ofender a alguien. Ya en este siglo XXI damos un paso más en la evolución semántica de la expresión, significante que podía cambiar su significado: se dice, y comúnmente, “qué hijo de puta, cómo le pegó, la puso en el ángulo” (que el Piñe aplica a cualquier acierto expresivo), o bien “qué hdp, la mina que se trajo”.
Así también, ‘facho’ o ‘fascista’ (como también ‘neoliberal’) ha perdido su contenido descriptivo original y se le aplica a cualquiera que sea un enemigo de derecha o que ha transgredido algún código ‘compañero’, por más difuso y discutible que fuere. Claro que en otras tiendas también se cuecen habas, y ‘zurdo’, ‘marxista’ o ‘totalitario’ se distribuye con semejante vaguedad y exceso. Pues bien, Milei puede ser excesivamente tildado de facho al interior de esa semántica de la desmesura calificativa, aunque debería bastar ver lo que opina del papel del Estado en la sociedad para inhibirnos de esa calumnia (porque lo arrojamos como insulto denigrante). No estaría de más que se leyeran algunas pocas páginas de la versión española de ‘El fascismo’, de Benito Mussolini, 1934, (con prólogo del proto-fascista español Primo de Rivera) para corregirnos y convencernos de que podrán decirse muchas cosas criticables sobre Milei, pero no que sea facho o fascista, hablando en serio.
¿Es de derecha?
Aquí, un primer problema arduo es la clasificación indudable de dichos y hechos como de ‘derecha’, ‘izquierda’, ‘centro’ o cualesquiera otras posiciones en el espectro ideológico; no sería fácil concordar en la clasificación si hubiera muchas posiciones posibles, y habida cuenta de que estos espectros y sus posiciones varían en el espacio-tiempo.
Añado que a Milei no le ha gustado nada que lo califiquen como ‘derecha’, aunque eso no lo hace incalificable como tal si se han construido criterios certeros para ello. Sería una larga discusión, pero reconozco que muchas medidas no darían resultados beneficiosos para los más, además de que serían utopías arduas de implementar, aunque con todo el atractivo que las utopías tienen, y que la izquierda ha perdido. Quizás los mayores puntos de apoyo para calificarlo de derecha son: su odio visceral por la izquierda, aunque eso está dentro de la realidad política nacional que dice buscar denunciar y cambiar, con otras herramientas que la izquierda. También su anunciado rechazo de China y el BRICS, en favor de USA y de los aglutinamientos transpacíficos. Pronto y mal: facho no, pero derecha sí.
¿Es neoliberal?
Una pésima costumbre lleva, como con hdp y facho, a calificar a cualquier posición económica de raíz liberal, pero actual, como ‘neoliberal’. Es otro exceso ignorante. Aun dentro de una matriz político-económica liberal, Milei es parte de la escuela austríaca económica, que difiere en puntos vitales del neoliberalismo, por ejemplo, encarnado en la Escuela de Economía de Chicago. Quien quisiera profundizar puede buscar el libro con el debate entre von Hayek y Milton Friedman, que proporciona bastante resumen. ¿Cómo va la carrera? Sorpresa no, facho no, neoliberal no, derecha sí.
¿Es antisistema?
Tiene modales antisistema, pero ideológicamente está a favor de USA frente a China, contra el BRICS, contra el Mercosur; aunque, dentro de la Argentina, muestra modales, discurso y soluciones antisistema endógeno. De modo que luce antisistema en relación al sistema endógeno, aunque sea prosistema en relación al sistema exógeno, gruesamente. miti-miti, por cuantificarlo de algún modo fácil.
¿Es políticamente incorrecto?
Su gestualidad, su vocabulario, su discurso manifiesto, lo hacen calificable como políticamente incorrecto desde el ángulo de los que le dan importancia a eso, y marcan la cancha para la evaluación; porque es más radical en todo eso que la casi totalidad del espectro político-ideológico. Pero la incorrección política no necesariamente perjudica votaciones; en circunstancias como la descrita antes, de crisis sistémica, el valor de lo antisistema se suma a la incorrección política como atractivo. En el siglo XXI, y ya desde fines del XX, hay una especie de ‘moda’ internacional de ‘outsiders’ atractivos y que hasta lo simulan. Pepe Muijca desbancó a los Pinchinattis uruguayos y desterró las corbatas del circo político. Fue atractivo hasta para sus más acérrimos rivales. Menem intentó hacerlo fingiendo automovilismo y fútbol, pero nadie le creyó capacidades y habilidades.
¿Es un loco delirante, de discurso utópico, imposible de realizar?
Se hace más el loco de lo que es, diría mi padre. Su discurso es, en efecto, más utópico que ucrónico, lo cual instala tanto un ‘debe’ en su figura como un ‘haber’: por un lado, satisface necesidades simbólicas utópicas, que anotaron Sorel y Weber como necesarias; pero, por otro, puede no satisfacer a quienes solicitan una esperanza racional más que simbólica, material y cuantificable en el espacio-tiempo. Lo que pretende es muy difícil, intrínsecamente, y más aún con la baja representación parlamentaria que tendrá, y la sed que tendrán los insultados hoy de venganza pública, y de no perder la manija del sistema.
¿Qué chance tiene de volverse presidente de Argentina?
A mi entender es el que tiene más chance, aunque por poca diferencia y con probabilidades de perder también. Puede ganar en primera vuelta o en segunda, aunque también perder en ellas. Si modera algo su antisistema y su verborragia, evitará rechazos para eventual balotaje. Un problema es que si cambia mucho arriesga a hacer poco creíble, o el nuevo Milei o el viejo. La tiene más fácil electoralmente, inmediatamente, que gubernamentalmente, más mediatamente.