La tozuda realidad
 El 11 de setiembre 2024 el Frente Amplio hizo una presentación en Colonia de lo que fue el programa de gobierno. En esa fecha, el déficit fiscal anunciado por el Gobierno era 2.8 % del PBI. Pero la realidad —terca y sin ambigüedades— mostró a agosto de 2025 un déficit del 4.2 %, o sea aproximadamente 900 millones de dólares menos en caja. Este marco restrictivo definió un presupuesto cauteloso, minimizando riesgos y aumentando la presión impositiva.
 Para llevar adelante ese presupuesto —el ministro de Economía está comprometido con el crecimiento— hay que superar varios puentes. Uno de ellos tiene que ver con la inversión privada extranjera o nacional. Como ya lo ha hecho la izquierda, se deben crear las mejores condiciones para generar crecimiento al tiempo que se favorecen mecanismos de redistribución.
 Lo interesante de este nuevo presupuesto es que introduce el concepto de equidad territorial. Esto significa que se privilegiará la inversión productiva en zonas del interior del país con severas dificultades de empleo.
 Y parece claro que los patriotas de boquilla —los que ponen sticker en sus vehículos con la bandera uruguaya y cantan el himno con la mano en el corazón, cual tradición estadounidense— no pondrán un peso. Son los que tienen sus dineros en el exterior. Pero ellos —señoritos de galera y bastón— seguirán diciendo que baje el costo del Estado.
 En este marco restrictivo, ¿qué hacer? Una de las acciones fue establecer un impuesto a los gavilanes de las multinacionales que se mueven con amplitud en el arco de la globalización financiera. ¿Esto alcanza? Seguro que no. El asunto es más complejo. Este Gobierno es cauteloso y pragmático; sabe que, si da pasos en falso o equivocados, tirará por la borda lo que quiere cuidar.
 En un interesante análisis que hizo Óscar Bottinelli en el programa “Legítima Defensa”, el politólogo observó que el Gobierno no se quiere mover del “mundo occidental” y que cuida las relaciones con quienes definen la situación de nuestra economía, calificadoras de riesgo y otros organismos con sede en Estados Unidos. Bottinelli explica así esa suerte de cuidado del Gobierno de Orsi de no adherirse plenamente, por ejemplo, a los BRICS. El mundo al que pertenece Uruguay es el occidental y cualquier experiencia que afecte esa pertenencia puede traer dificultades serias para Uruguay (sobre todo cuando el peso de la deuda externa es muy relevante en las cuentas públicas). Y Uruguay necesitará más endeudamiento de bajo interés (con riesgo país en niveles como los actuales) para cumplir el programa de obras de infraestructura que tanto necesita el país.
 ¿Esta posición de Orsi es nueva en la izquierda? De ninguna manera. Viene del primer gobierno de Tabaré Vázquez y continuó luego con José Mujica (no hay que olvidarse de las extraordinarias relaciones que tuvo el mandatario con la embajadora estadounidense Julissa Reynoso; en paralelo visitaba a Maduro y se ponía una campera del Ejército venezolano), y eso siguió con Vázquez.
 Hay un giro en la izquierda uruguaya. Un giro en movimiento empezado con Tabaré Vázquez y jamás discutido en los plenarios y congresos del Frente Amplio. Vaya esta muestra reciente de ese giro en movimiento permanente. El secretario de la presidencia, Alejandro Sánchez, perteneciente al MPP y al MLN, el pasado viernes 17 disertó en la Cámara de Comercio Uruguay-Estados Unidos. Allí Sánchez convocó a los empresarios presentes a actuar como embajadores para atraer capitales extranjeros al país. “Uruguay necesita más inversiones. Los necesitamos a ustedes como embajadores para ir a buscar a inversores que vengan a invertir”, subrayó el jerarca. https://www.montevideo.com.uy/Noticias/Uruguay-busca-atraer-nuevas-inversiones-y-mas-centros-de-datos-como-el-de-Google-uc940209
 Uruguay —el canciller Mario Lubetkin lo expresa— juega con equilibrio pragmático en varias canchas. La izquierda no abandona sus amistades “ideológicas” (Lula, por ejemplo), y tampoco lo hace con el universo de los intereses económicos y comerciales que llamativamente lo integran dos gigantes que se disputan el mundo con distintas herramientas, Estados Unidos y China. Ese pragmatismo parece estar configurando nuevos valores que liman o eliminan los elementos fundantes del Frente Amplio. ¿O se están dibujando nuevos principios?
 Es posible escuchar, como respuesta, que los principios —bienestar de la gente, calidad de vida— siguen siendo los mismos, solo que se modifican las herramientas.