Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Columnas de opinión | Argentina | Milei |

Candidatos

Argentina: la carrera por la presidencia y los dólares

Argentina se encuentra bajo la disputa por las candidaturas presidenciales y una economía necesitada de dólares que no alcanzan

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Argentina está en tiempo de presidenciales con disputas en cada bloque por saber quién será candidato. Mauricio Macri anunció que no se presentará y la coalición de gobierno busca resolver su laberinto mientras la economía muestra más señales de dificultad.

Mauricio Macri anunció que no se presentará a las elecciones de octubre para ser presidente de un país que describió como “a la deriva, sin conducción, aislado del mundo”. Lo hizo mediante un video grabado, con un mensaje con su habitual prédica contra el peronismo y sus “líderes mesiánicos”, con una renuncia a la aspiración presidencial “convencido de que hay que agrandar el espacio político del cambio que iniciamos”.

Su decisión provocó movimientos en los dos grandes bloques que dominan la política argentina: Juntos Por el Cambio (JPC), es decir la oposición que reúne a varios partidos políticos que gobernaron entre 2015 y 2019, y el Frente de Todos (FDT), actual coalición de gobierno, amplia, peronista, progresista, inmersa en visibles laberintos políticos y económicos.

Para JPC la decisión de Macri significó la confirmación del inicio de la carrera interna entre quienes tienen ambición presidencial. Varios se anotaron en esa lista: Horacio Rodríguez Larreta, actual jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Patricia Bullrich, exministra de Seguridad bajo Macri, y María Eugenia Vidal, exgobernadora de la provincia de Buenos Aires. El primero representaría un ala con mayor vocación dialoguista, la segunda una posición de halcón, y la tercera en una zona intermedia: todos acuerdan en aplicar un shock neoliberal.

Los tres aspirantes del PRO, partido dirigido por Macri, deben también medirse con las aspiraciones de otros integrantes de la coalición, como Gerardo Morales, actual gobernador de Jujuy, “carcelero” de la dirigente social Milagro Sala, como ella misma lo define, y presidente de la Unión Cívica Radical (UCR). El partido fundado en 1891 y subsumido bajo la conducción del PRO quiere ahora un espacio mayor, una presidencia que resulta improbable pero a la que no renuncia. Morales, Bullrich, Larreta y quienes se anoten de JPC deberían medirse en las primarias de agosto.

¿Quién se baja?

La decisión de Macri fue presentada como un acto de “generosidad” por quienes lo siguen, que no escatimaron elogios ante el también expresidente del club Boca Juniors: habría así realizado un gesto de grandeza renunciando a volver a la posibilidad de sentarse otra vez en la Casa Rosada. La lectura fue otra desde las demás orillas, donde la decisión fue atribuida al peso de las diferentes encuestas y proyecciones que no le daban posibilidad de victoria, en particular por su alta imagen negativa. Macri se habría bajado de aquello a lo que no podía llegar.

La salida de la principal figura de la oposición y jefe del PRO trajo repercusiones dentro de un FDT inmerso en una disputa por saber quién será candidato/a a presidente y cómo se dirimirá esa cuestión. La coalición de gobierno, compuesta por tres vertientes principales -es decir aquella bajo la conducción de Cristina Fernández de Kirchner (CFK), quienes aún se mantienen al lado del presidente Alberto Fernández, y quienes rodean al ministro de Economía, Sergio Massa-, leyó de diferentes maneras la decisión de Macri.

Desde el entorno de Fernández se dejó trascender la idea de que CFK debería imitar a Macri y renunciar a una candidatura presidencial que, sin embargo, ya anunció que no buscará. Su decisión, hecha pública en diciembre al momento de la lectura de su condena de 12 años e inhabilitación perpetua por parte de lo que definió como su “pelotón de fusilamiento”, no fue modificada. CFK desde entonces no planteó una revisión de su anuncio, y explicó por qué no se postularía: “El único renunciamiento fue el de Evita, tampoco hay autoexclusión, hay una proscripción”.

Por parte del entorno de CFK, en cambio, se corrió la idea de que sería Fernández quien debería imitar a Macri y renunciar a un intento de reelección. Varios dirigentes del kirchnerismo sostienen desde hace meses que el actual mandatario incumplió con el contrato electoral y debe desistir de su aspiración. Fernández, quien se reunió con Joe Biden esta semana en Washington, se mantiene públicamente en la carrera, y una pregunta principal que recorre las especulaciones es si habrá una primaria para definir la candidatura: “Si alguien se enoja” por la posición del kirchnerismo, “hay que ir a elecciones y que la sociedad defina”, afirmó el pasado 24 de marzo Máximo Kirchner, diputado y presidente del Partido Justicia de la provincia de Buenos Aires.

Los dólares

Los temblores superestructurales se dan dentro de una economía que bordea crónicamente la cornisa con problemas simultáneos y conectados. El principal, por su impacto sobre la mayoría y su visibilidad, es el de la inflación: 6,6% en febrero según el Instituto Nacional de Estadísticas, con 9,8% de aumento en alimentos y bebidas no alcohólicas, alcanzado 102,5% anualizado, es decir por encima de los simbólicos -y no solo simbólicos- tres ceros, cerca del doble del pico de Macri durante 2019, su último año, cuando llegó a 53,8% de inflación.

El aumento de precios tuvo uno de sus impactos centrales en la pérdida de capacidad adquisitiva de la mayoría, profundizando un fenómeno que vino a instalarse en Argentina: el de los trabajadores pobres, es decir de quienes, teniendo trabajo en sus diferentes formas, están por debajo de la línea de pobreza. Según la consultora ExQuanti, actualmente 28,6% de los ocupados es pobre, lo cual relativiza negativamente el dato positivo de desocupación que se situó en 7,1% al cierre del 2022.

Tras esos fenómenos apremiantes en la cotidianeidad se esconden los problemas macroeconómicos de un economía sobreendeudada en dólares producto del gobierno anterior, ahora auditada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que diseña cuáles deben ser las metas de emisión monetaria, déficit fiscal y reservas en el Banco Central. El FMI, bajo predominio del gobierno estadounidense, debe aprobar trimestralmente los números de la economía argentina para realizar el desembolso del préstamo acordado por el primer ministro de Economía de Fernández, Martín Guzmán, que es utilizado para pagar el que fue tomado por Macri con el mismo organismo.

El cumplimiento de algunas metas se anuncia difícil este año, en particular la reserva de dólares en vista de una sequía histórica y su impacto en las exportaciones agropecuarias, con una posible pérdida de 20.000 millones de dólares. La disminución de dólares en la reserva obligaría no solamente a un entendimiento con el FMI -que asoma como probable-, sino que podría tener efectos encadenados: reducción de importaciones por falta de divisas, por lo tanto de recaudación estatal, de la actividad económica, un fantasma de recesión con inflación, una espiral negativa en un país que lleva varios años acumulados de cansancio social.

Más que dos

La política argentina está marcada por las dos grandes coaliciones del FDT y JPC, un espacio de izquierda de predominio trotskista con algunas buenas performances en las elecciones de 2021, y la aparición estelar durante los últimos años del autodenominado libertario Javier Milei, apalancado por grandes medios. Sobre este último se centran varios de los análisis desde hace algunos meses: no tanto por sus posibilidades de llegar a la presidencia, sino porque su candidatura podría restarle votos a un JPC donde algunos actores como Bullrich lo ven con buenos ojos, mientras otros como la UCR quieren mantenerlo lejos.

La presencia de Milei en la política nacional, con propuestas que van desde quemar el Banco Central hasta permitir la venta de órganos humanos, parece reflejo de un cuadro de frustración social ante promesas de gobierno que nunca llegan y un consecuente desencanto político frente a las formaciones tradicionales. El libertario, aliado del brasilero Jair Bolsonaro o la ultraderecha española de Vox, expresa un síntoma de época, un outsider histriónico que encuentra oídos dispuestos a escuchar a quien proponga un discurso incendiario y que, sobre todo, aún no haya gobernado. Milei, al igual que JPC, comparte un programa económico neoliberal.

Queda mucho por resolver en un tiempo político veloz, cargado de acontecimientos, operaciones y especulaciones. 2023 no solamente tendrá elecciones presidenciales y legislativas, sino también de gobernaciones donde en numerosas provincias se optó por “desdoblar” las fechas, es decir no realizar la contienda en simultáneo con las nacionales, una señal de la crisis política que recorre el país, su dirigencia, y el intento de refugiarse en lo regional.

¿Quién será finalmente el candidato o candidata presidencial del FDT? ¿Cómo sería una fórmula con vicepresidente? Aún deben desatarse varios nudos para saberlo. Uno, por ejemplo, que siempre estuvo anotado en la carrera, como es Massa, aún no definió si buscará llegar a la Rosada: los números de la economía, cartera a su cargo, operan como desincentivo para su aspiración, en particular los datos inflacionarios. 2023 será largo en lo económico, en lo político, hasta llegar a las urnas que dirán quién quedará al frente de la Rosada en una Argentina con más preguntas y demandas que respuestas.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO