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El golpe, 27 de junio de 1973

Por William Marino.

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El 27 de junio de 1973, los militares fascistas de este país dieron un golpe militar a sangre y fuego. A las dos de la madrugada decretaron disuelto el Parlamento. Los parlamentarios blancos y colorados de derecha apoyaron el golpe, unos en forma activa, otros en forma pasiva. Unos dando instrucciones a sus seguidores de “no juntarse con los comunistas”, otros observando qué pasaba y contra quiénes iban los golpistas, si solo contra el pueblo trabajador o el gran capital. Alguien se ha preguntado por qué los senadores y diputados no ocuparon el Palacio Legislativo. Eso era una demostración de defensa de la libertad y democracia. Esa misma madrugada la CNT decretaba la huelga general por tiempo indeterminado con la ocupación de los lugares de trabajo, tal cual estaba en los estatutos de la Central de Trabajadores del Uruguay desde 1961. Esta norma estatutaria -no solo estaba en los estatutos- había sido discutida y aprobada en todas las asambleas de los sindicatos. Nada fue espontáneo, sí hubo muchos puntos de vista que se discutieron en aquella época con mucho fervor, con mucho entusiasmo.

En la nota anterior, decíamos que en 1959, militares colorados llamaban a gritos, pero en silencio, no entregar el gobierno a los blancos que habían ganado las elecciones en el año anterior. En 1961 el que se moverá en las tinieblas militares será Benito Nardone, conocido por Chicotazo o el Rabanito, colorado por fuera y blanco de corazón. Hay que tener en cuenta que Nardone integraba el Consejo Nacional de gobierno por el Partido Nacional. Eso sí, ya respondía a la unidad del gran capital (oligarquía) del campo y la ciudad. ¿Será solo coincidencia respecto a lo que pasa hoy en este gobierno de coalición? Pues hay coincidencias, los golpes militares junto a civiles oligarcas, dueños del gran capital de la banca, la gran industria, el comercio, el campo y los medios de comunicación, para despojar las conquistas de los trabajadores. El 1º de enero de 1959 surgió como un torrente la Revolución cubana, que EEUU no podía ahogar en sangre como lo había hecho en Guatemala o Bolivia. EEUU, como nación imperialista, estaba muy preocupado, los movimientos de los pueblos aprendían de sus derrotas. Las armas parecía que no eran la solución. Por eso surge en 1961 la “Alianza para el progreso”, invento creado para frenar los levantamientos armados en América Latina. El impulsor de esta alianza será el presidente John Kennedy, que luego será asesinado, al igual que su hermano. Aquí en Uruguay, esa alianza se conoció pues en Punta del Este; se reunió la Conferencia Interamericana, Económica y Social para discutir su aprobación y puesta en marcha. A esta conferencia, en nombre de Cuba, concurrió Ernesto Che Guevara; en su estadía ofreció una conferencia en el Paraninfo de la Universidad, donde, al finalizar la misma, la derecha, con la CIA a la cabeza, pretende asesinarlo. Asesinaron de un disparo al profesor Arbelio Ramírez.

Por eso volvemos a preguntar: ¿la teoría de los dos demonios existió? Y si existió, ¿quiénes fueron esos dos demonios? En todo caso los dos demonios pertenecieron al mismo bando: la derecha. Fueron los demonios que se enriquecieron, violando la Constitución y la ley. Fueron los que asesinaron a sangre fría con el pretexto de defender la patria y la sociedad occidental y cristiana. Pero volvamos al tema de la huelga general, decretada y respetada por todo el movimiento obrero organizado. Fueron 15 días de huelga con ocupación de los centros de trabajo, fábricas, oficinas, centros estudiantiles, talleres chicos y grandes, la Central Batlle (UTE), Ancap, bancos, todo lo imaginable. Asombro en el mundo, pero también en Uruguay. Pocos podían creer la capacidad del Movimiento Obrero uruguayo. Los propios golpistas, con el coronel Bolentini a la cabeza, le pidieron a la CNT el levantamiento de la huelga general, 48 horas después de comenzada. El coronel Bolentini, ministro del Interior “convocó” a dirigentes de la CNT y les dijo lo siguiente: “Yo sé que ustedes durante años han dicho que cuando un golpe de Estado se produjera, iban a realizar una huelga general. Ustedes son serios; cumplieron. Hicieron 48 horas de paro general, ahora levántenlo, no hace falta que continúen, ya demostraron que lo pueden cumplir”. Al parecer esto descolocó a muchos. La dirección del comando de la huelga no supo contestar en forma contundente desde el punto de vista político. Tres días después vendrá la requisitoria de toda la dirección de la CNT junto a la promesa de un gran aumento de salarios. En plena huelga general vendrá la gran jornada del 9 de julio, movilización convocada a las 5 en punto, por medio de Ruben Castillo, recitando un poema de García Lorca. La represión fue feroz por parte de la Policía y el Ejército, aunque también participaron civiles armados. Ellos fueron la Juventud Uruguaya de Pie, conocida en aquella época como “los fascistas de la JUP”. Ya en ese momento tenían en su haber más de una decena de asesinatos, en especial de estudiantes. Esta manifestación, que tampoco fue espontánea, sino que estuvo organizada desde abajo, llegó a las 5 en punto a inundar de gente la avenida 18 de Julio, desde Ejido a Andes. En un documental filmado desde el primer piso del bar Rex -18 de julio y Julio H. y Obes- se ven los tanques viniendo por avenida Libertador. Ese mismo día, a las 19 horas, las hordas fascistas invadirán y destrozarán el diario El Popular. De allí se llevarán unos 150 trabajadores “detenidos”. Detenidos y apaleados, hombres y mujeres. En este lugar hubo un gran simulacro de fusilamiento, que era una forma de atemorizar psicológicamente a los ciudadanos y al pueblo. Tres días después se levantará la huelga general. Nadie podrá decir que esta huelga fue una derrota para la clase obrera. Sí lo fue la naciente dictadura cívico militar, que nació herida de muerte y huérfana de pueblo.

 

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