Este viernes el presidente Tabaré Vázquez y los exmandatarios Julio María Sanguinetti y José Mujica estamparán su firma en el pacto ético promovido por la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU) para que el sistema político se comprometa a no generar ni difundir información falsa.
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El presidente de APU, Fabián Cardozo, dijo a Caras y Caretas que esta idea surge en un contexto especial: en los últimos años las fake news han sido utilizadas en campañas como la del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, o la del mandatario de EEUU, Donald Trump.
“Esta idea surgió a partir del contexto regional e internacional. Nadie niega lo que sucedió en EEUU, donde claramente hay ejemplos claros de cómo se utilizaron campañas de desinformación a favor de algunos candidatos. De ese tipo de acciones surgen fenómenos comunicacionales o políticos como Donald Trump (…) o Bolsonaro”, afirmó Cardozo a esta revista.
El presidente de APU, quien además es un reconocido periodista que trabaja en la Televisión Nacional del Uruguay (TNU) y en la agencia internacional de noticias Sputnik, sostuvo que a pesar de que Uruguay tiene una cultura democrática muy fuerte, los ciudadanos no pueden sentirse seguros ni creer que el país está lejos de lo que ocurre en el mundo.
“Hemos tratado de confirmar que sea la primera experiencia en el continente, porque nos enorgullece. A nivel de los sindicatos de la región y de las organizaciones internacionales, el pacto ético es una propuesta de vanguardia. De hecho, no tenemos hasta el momento nadie que nos haya dicho que exista un fenómeno similar en el mundo ni en la región”, agregó.
Incluso la Federación Internacional de Periodistas afirmó que a nivel mundial no existen iniciativas que pretendan que el sistema político de alguna manera se autorregule, explicó.
Esta propuesta ha recibido el apoyo de todos los partidos políticos, así como también de representantes de organismos internacionales, organizaciones y representantes de los medios de comunicación.
En el documento se afirma que los partidos políticos que se adhieran a este pacto no sólo se comprometen a no generar ni promover noticias falsas, sino que también a incentivar que sus militantes tengan buenas prácticas de convivencia en el manejo de las redes sociales.
“Asimismo, se comprometen a promover entre sus dirigentes la necesidad de evitar acciones o expresiones de tono agraviantes contra adversarios (…) los partidos firmantes se comprometen a acordar un mecanismo permanente de consulta para dar seguimiento a este Pacto Ético”, se agrega en el documento.
En los últimos días APU impulsó un pacto ético para tener una campaña limpia y libre de noticias falsas. ¿Cómo surgió esta idea?
Cuando nosotros asumimos la directiva de APU a mitad de diciembre del año pasado, ya veníamos con esa idea. Quiero señalar que APU tiene una interesante mixtura de trabajadores de los medios de comunicación. APU no es solamente el sindicato de la prensa, de los periodistas, sino el grupo de trabajadores de los medios de comunicación. Tenemos periodistas y trabajadores de los medios, en los que puede haber un fotógrafo, un camarógrafo, un chofer de un móvil, y hay un grupo importante de trabajadores del sector de televisión para abonados. Ya no somos un sindicato sólo de los periodistas.
Con respecto a la idea del pacto ético, pensábamos que teníamos que hacer algo más que la tarea habitual que hacemos con mucho orgullo y gusto, que es representar a los trabajadores a la hora de defender su salario, de realizar la negociación colectiva y de defender sus intereses. También pensamos que tenemos que hacer algo más, que tiene que ver con efectuar un gesto democrático y social hacia los uruguayos. Por eso nos metimos a discutir de qué manera podemos influir en que haya una campaña un poco más limpia.
Esta idea tiene tres grandes líneas: el pacto político, que es la que tiene más visibilidad, la capacitación de periodistas o trabajadores de los medios sobre lo que es el fenómeno de las noticias falsas y, por último, la generación de un mecanismo de chequeo de informaciones falsas para detectar este tipo de campañas de desinformación y sacarlas de circulación.
Esta propuesta surge en un momento clave, ya que en los últimos años las fake news han sido esenciales en la aparición de figuras como las del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, o la del mandatario de Estados Unidos, Donald Trump…
Claro. Esta idea surgió a partir del contexto regional e internacional. Nadie niega lo que sucedió en EEUU, donde claramente hay ejemplos claros de cómo se utilizaron campañas de desinformación a favor de algunos candidatos. De ese tipo de acciones surgen fenómenos comunicacionales o políticos como Donald Trump. Aparecieron esos personajes que están por fuera de la política y que a partir de acciones mediáticas fuertes -y muchas veces de campañas sucias- terminan ganando la elección. Si vamos a la región, claramente lo de Brasil es clarísimo. Bolsonaro lo reconoció. Él realizó una campaña en las redes para muchas veces difundir mentiras y campañas de odio. Fue exitoso, porque Bolsonaro terminó ganando. Sus partidarios terminaron festejando un triunfo, cantando “Whatsapp, Facebook, Facebook”, debido a que no podían festejar en nombre de su partido porque prácticamente no existía.
Claramente la herramienta de desinformación a través de las redes es un recurso válido. Uruguay tiene una cultura democrática muy fuerte, que permite que exista un pacto ético. Sin embargo, no estamos tan lejos del mundo como para decir que a nosotros no nos va a pasar. Tenemos que aprovechar de alguna manera nuestra cultura democrática para garantizar que esta campaña electoral sea mucho mejor.
Este pacto ético es la primera experiencia que ocurre en el continente. ¿Qué dice de Uruguay este hecho?
Hemos tratado de confirmar que es la primera experiencia en el continente, porque nos enorgullece. A nivel de los sindicatos de la región y de las organizaciones internacionales esta es una propuesta de vanguardia. De hecho, no tenemos hasta el momento nadie que nos haya dicho que exista un fenómeno similar en el mundo ni en la región.
Incluso la Federación Internacional de Periodistas afirmó que a nivel mundial no existieron iniciativas por parte de los trabajadores de los medios que buscaran que el sistema político se autorregulara. Hay que dejar claro que no es un pacto entre periodistas y políticos. El que pacta es el sistema político. Los periodistas somos provocadores de esta iniciativa. Nuestra parte es otra. Tomamos la responsabilidad de capacitarnos, de mejorar nuestro trabajo, saber de qué se tratan las campañas de desinformación y comprometernos a que, si detectamos noticias falsas, no las vamos a profundizar.
Hay temas en los medios de comunicación que son polémicos, como es el caso de Venezuela o el de las noticias policiales. ¿Qué temas usted cree que no están siendo correctamente difundidos o expresados por la mayoría de los medios de comunicación?
Yo no te podría decir cuáles, porque habría que pulir un poco qué sería lo correcto. Respecto a los temas internacionales, que a mí me interesan especialmente porque trabajo en la agencia Sputnik, como es el de Venezuela, lo que nos falta a los periodistas de Uruguay es capacitación. Ese es otro de los desafíos que estamos enfrentando desde APU, porque lo que sucede es que muchas veces los que trabajamos en medios electrónicos, sobre todo en radio y en televisión, tenemos que seguir toda la agenda y sobrevolarla. Eso hace que nunca podamos detenernos en algunos de los temas para poder interpretarlos.
Otra cosa es cuando se cruzan las miradas ideológicas de los medios. Yo no creo en la objetividad, sí creo en la responsabilidad y sinceridad del periodista a la hora de expresar la información. Lo que sí deben hacer es ser claros ante la ciudadanía ya que, si están expresando su visión, tienen que ser sinceros, porque eso es lo primero que te va a pedir el televidente, oyente o lector, que sea creíble.
Respecto a los temas policiales, ahí nosotros hemos tenido alguna que otra instancia de discusión sobre el tema de la cobertura de hechos sensibles. APU recuerda siempre la existencia de un código de ética, que no es un mandato imperativo, sino un mecanismo de autorregulación. Ese código entre otras cosas dice que no hay otro valor supremo que la vida y que muchas veces pueden aparecer momentos donde una cobertura periodística puede ponerse en conflicto con ese principio. Lo que decimos es que a veces la noticia puede aguardar cuando la vida de una persona peligra.
Muchos expertos advierten sobre la alta concentración de medios que hay en Uruguay. ¿Cuál es la postura que tiene APU sobre este tema?
APU reitera que apoya la plena aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Lo que nosotros pedimos es que se cumpla con el articulado de la ley, que habla de limitar la concentración de los medios en pocas manos.
Hay cuestiones de la normativa que todavía no se han aplicado y que seguimos exigiendo que se cumplan tal como se deben. Ampliar el acceso a los medios de comunicación significa democratizar a la sociedad. Saludamos algunas cosas que se hicieron, pero todavía hay otras por hacer. Ojalá que el espacio para nuevos canales de televisión se cumpla. En resumen, queremos menos concentración, menos monopolio, y más apertura.
¿Por qué usted cree que no se ha aplicado del todo la ley?
Porque ha existido rechazo por parte de los grandes grupos empresariales. Es muy difícil que los grandes grupos acepten todo lo de la ley, que tampoco fue tan a fondo como debería ir si la comparamos con la normativa argentina.
Sin embargo, creo que un futuro gobierno, especialmente si es un gobierno de continuidad de la izquierda, podría apretar el acelerador un poco más en democratizar el acceso de los medios de comunicación.