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Política Delgado | yingle | campaña

Ya tiene su yingle

"Bo, me copa": ¿Por qué Delgado está contento con su "fiesta tropical y campera"?

¿Qué mensaje hay detrás del yingle de campaña de Álvaro Delgado que acaba de lanzarse? ¿Uruguay está de fiesta en el campo?

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Si bien las encuestas ya lo dan como el eventual ganador de las internas nacionalistas, esta pieza promocional será el sello definitivo de esta primera etapa de la competencia electoral, que tendrá su definición en junio. Los otros precandidatos del partido oficialista, entonces, van a tener que esmerarse e invertir (en ideas y en presupuesto) para no "quedarse atrás".

¿De qué va este yingle ("Uruguay para adelante") que tanta atención ha despertado en los grandes medios? Aquí va:

Embed - Uruguay Para Adelante

La pieza audiovisual, que tiene una cuidada producción, le encantó a Delgado, quien no demoró en salir al ruedo de Tik Tok a ponderar estas cualidades y a decir: "Bo, me copa".

Lo que llama la atención, sin embargo, es el contraste que provoca este lanzamiento publicitario en un momento de singular tensión y preocupación por cómo se ha instalado la campaña sucia a nivel local, especialmente a través de las redes sociales. Un fenómeno que, hasta no hace mucho tiempo, parecía un rasgo o característica de las campañas en otros países, como Estados Unidos.

Tal contraste se activa con el llamativo optimismo que exponen la correlación de imágenes, música, y varios pasajes de la letra de esta pieza audiovisual.

Un trabajo esmerado, inteligente, sin duda, para presentar la realidad del país en "clima de fiesta", baile, postales turísticas, sazonadas con varios llamados a evitar "el bajón", la grieta, "el paso atrás", "viejas heridas", más las arengas con la palabra "libertad".

Todo esto se resume muy bien en uno de los pasajes más fuertes de la letra: "Y sigamos cambiando y tirando hacia arriba, que no venga la grieta, ni llegue el bajón, ni las viejas heridas".

Grieta no, grieta sí

En esta pieza audiovisual, la figura protagónica (el combo Álvaro Delgado/Partido Nacional) queda del lado positivo de la historia, en un plan "fueron el cambio" con Lacalle Pou y ahora, con Delgado, "son la continuidad" de esos cambios. Un proceso que, para esta colectividad política, tiene como punta de lanza un concepto de "libertad", asociado, por ejemplo, al mercado o a la tan discutida "libertad responsable" (¿se acuerdan como insistía el gobierno con esta idea durante la pandemia?).

Del otro lado, el lado negativo, queda el Frente Amplio: el antagonista de esta narrativa, que, para los oficialistas, está atado al bajón, a las viejas heridas, a la grieta.

Este esquema, planteado aquí como un apunte apurado, no es más que la réplica de los discursos que se están acumulando en esta campaña electoral, en los que el Partido Nacional ha puesto a la oposición en el blanco de sus disparos.

Esto es, afianzar una grieta, la misma que el yingle llama a evitar. Un juego de sentidos bien interesante para analizar, en el que hay que "sacarle el sombrero" a los creadores de la pieza, quienes se esmeraron para que el mensaje de fondo, aprovechando el vértigo de la ingesta de las tandas publicitarias, quede "disimulado" por el clima optimista y fiestero.

Esta grieta de marras, además, tiene un escenario por todos disputado, oposición y oficialismo, que no está (o no es) en la capital país, sino que está en el interior. Ahí es donde se juega el partido definitorio.

Por tanto, el juego que propone esta pieza lleva a Delgado, a las y los seguidores (sean veteranos, sean jóvenes, sean niños y niñas), sus banderas, sus bailes, a entornos que evocan, sin ambages, a lo rural, con sus oficios, sus lugares de fiesta y encuentro, sus ropas, sus tradiciones (el mate y el vestuario gauchesco no podían faltar).

Estas escenas dominan la trama, sea con encuadres cercanos, tomas realizadas con drones, mientras que las que remiten a entornos urbanos, o a Montevideo directamente, funcionan como complemento.

Otro elemento narrativo que completa esta composición visual es la música. Con estructuras rítmico-métricas enfáticas, una estructura formal diáfana, que se engarza muy bien con la pegadiza melodía y la elección de timbres (muchos instrumentos acústicos, entre los que destacan el acordeón, la guitarra, percusiones varias), la música conecta con un mapa sonoro marcado por los "aires tropicales". Un lenguaje que resulta de una mixtura de elementos de la cumbia, del vallenato y otros géneros, con elementos de raíz local, lo que devino marca y distintivo de muchos proyectos artísticos que circulan por el interior del país, especialmente por multitudinarios festivales, y que tiene como uno de sus emblemas a Lucas Sugo.

La canción y las imágenes tienen, además, un previsible pero siempre efectivo guion. Las primeras secuencias siguen un tempo calmo, reflexivo, algo íntimo, personal, con una trama de sonidos más despojada. A medida que avanza la pieza, crece la densidad instrumental, la integración de voces, al igual que la algarabía de los bailantes-simpatizantes-de-Delgado, hasta instalarse en un muy rítmico remate, como "pa sacarle viruta al piso" y "contra el bajón".

Con semejante combo, quien ande medio distraído quizás se haga una idea bastante distorsionada de la situación social, política, económica, de Uruguay.

Como diría alguien, "todo bien con el bailongo y la fiesta", pero que el coqueteo con la seducción rítmica, las postales onda "todos felices" con el refresco efervescente y con vestuarios pop no nos "venda" el olvido de los problemas con el salario real, el déficit, las jubilaciones y pensiones, la infatilización de la pobreza, los hechos de corrupción.

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