Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Mundo

Bolivia se juega su estabilidad el domingo

Las elecciones en Bolivia continúan mostrando cambios y recomposiciones dentro del bloque de la derecha que enfrenta a Luis Arce, del Movimiento al Socialismo, ahora Jorge Tuto Quiroga, días antes de las elecciones, ha decidido retirar su candidatura. Pese a los intentos del gobierno de facto de Jeanine Áñez por sacar del camino al MAS, continúa punteando en las encuestas con una amplia ventaja, aunque según los sondeos privados, no la suficiente para obtener la victoria en primera ronda.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Pasó un año desde que las elecciones en Bolivia fueron intervenidas, por decirlo de alguna manera, por el gobierno de Estados Unidos, usando como herramientas a las fuerzas militares y policiales y la OEA. La excusa radicaba en la ilegitimidad de Evo Morales como candidato inicialmente, luego se planteó la existencia de irregularidades en la primera vuelta, en la que Morales habría sido electo presidente sin necesidad de ir a balotaje.

La intervención de la derecha no tenía como objetivo abogar por la transparencia del proceso electoral, el objetivo era cambiar el modelo a desarrollar en Bolivia de cara a la potencial expansión del negocio del litio. La apuesta estaba en retirar a Evo Morales como representante principal, aferrados a la idea de que el proceso estaba vinculado de manera exclusiva a su nombre. En el momento que el MAS asimiló el golpe, y a pesar de la persecución y el exilio, continúa con su apuesta política intacta, la persecución desde el gobierno de Áñez se ha dirigido a buscar su proscripción como colectividad.

Los intereses en la derecha boliviana son grandes y se concentran en sectores industriales, agroindustriales y mineros, justo por esa concentración es que la pugna por el control de los mismos se vuelve intensa en los sectores de la derecha. La carrera por la presidencia tiene varios candidatos, pero pocos protagonistas, la primera de ellas en bajarse de la competencia fue la propia Áñez. La gestión de la pandemia y la forma como ha dinamitado el sistema social boliviano le pasaron factura, esto sumado a los casos de inocultable corrupción de su gestión, lograron que la presidenta de facto no tuviese una intención de voto medianamente competitiva.

Áñez finalmente retiró su candidatura hace varias semanas, pero los sondeos continuaron dando como posible ganador a Luis Arce en primera vuelta. En el sistema electoral boliviano no hay balotage si el candidato ganador logra mínimo el 50% más uno de los votos válidos o supera el 40% llevando más de 10 puntos de ventaja al segundo.

Más allá de los posibles resultados electorales, se puede sacar algunas conclusiones preliminares. En primera medida, el progresismo continúa siendo la principal fuerza política con caudal electoral en Bolivia. Por otro lado está claro que el Movimiento al Socialismo como fuerza política, no dependía electoralmente de manera exclusiva de Evo Morales y finalmente queda claro que tampoco es verdad que la derecha hablase a nombre de todo el pueblo boliviano cuando manifestaba su deseo de arrojar del gobierno a Evo Morales y al MAS.

El segundo en retirar su candidatura ha sido Tuto Quiroga, sus posibilidades también eran nulas, en las encuestas marcaba por debajo del 3%, casi lo mismo que Áñez. La razón expuesta por ambos es que retiran su candidatura para evitar que regrese el MAS al gobierno, sin embargo, tampoco se suman a un candidato de manera directa. Los intereses políticos están por encima del proyecto que han proclamado. Se mantienen tibios aún a riesgo de que el MAS gane en primera.

Los sondeos para el balotaje son un poco más confusos, los que se han emitido por diferentes medios privados muestran una victoria de Carlos Mesa con 41% sobre Luis Arce con 38%. Los dos candidatos que vienen en segundo y tercer lugar para la primera ronda están con 24% y 10%, lo más seguro será que en el balotage se unan, lo que es difícil saber será si todo el caudal electoral que no vota al MAS en primera ronda, tampoco lo hará en la segunda. Puede haber un núcleo de gente que en el balotage se defina por Arce y no le dé el voto a Mesa, quien fue uno de los presidentes con un corte más neoliberal en la historia reciente de Bolivia.

Los analistas de la derecha lamentan la imposibilidad de la consolidación de una candidatura única desde el inicio, ven en ello el riesgo de una victoria del MAS en primera ronda. Las especulaciones para el primer balotage en la historia de Bolivia, están sobre la mesa, la unidad de Mesa y Camacho es una posibilidad importante y podría poner en riesgo el regreso del MAS a la presidencia. Esa es una posibilidad que está presente.

Pero la disputa en Bolivia solamente pasa por lo electoral, los resultados de las elecciones del 18 determinarán la dinámica política durante la etapa venidera, quien llegue a la presidencia contará con una feroz oposición. Si Arce sale victorioso, es claro que la derecha logró avanzar mucho en este año que ocupó la presidencia. Los sectores más reaccionarios vinculados a las iglesias neopentecostales mostraron una fuerte presencia regional y una capacidad importante de movilización. Ya no son solamente los industriales y millonarios protestando desde sus mansiones, hay sectores significativos de la población que acuden a convocatorias donde se defienden intereses ajenos.

Una posible presidencia de Arce, va a tener en Santa Cruz un bastión consolidado de la derecha. Esa es la razón por la que Camacho mantiene su candidatura hasta el final. Luego de la primera ronda posiblemente apoye a Mesa y representará como senador a esa zona de Bolivia.

Si la victoria se la lleva Mesa, tendrá una importante bancada parlamentaria de oposición con el partido más grande del país y una capacidad de movilización enorme de los sectores agrarios, sector al que seguramente se sumarán otros rubros debido a que la orientación neoliberal de un posible gobierno de Mesa sumiría en la pobreza a la debilitada clase media que ha salido muy frágil de la pandemia y va a verse muy poco beneficiada con el creciente negocio del litio boliviano.

Lo más claro en las elecciones que se aproximan en Bolivia, es la confirmación de que la dinámica en el continente entero es la disputa entre dos modelos claramente diferenciados de país, el progresismo y el neoliberalismo más rancio. Los proyectos de la derecha liberal más hacia el centro han sido cooptados por el progresismo o han terminado vinculados a los intereses económicos de la derecha neoliberal.

Por otro lado, como conclusión también se puede afirmar que dentro del proyecto neoliberal no está considerado el respeto por la institucionalidad democrática. Las operaciones de lawfare contra los candidatos del progresismo se ha extendido hacia los partidos mismos, en una clara búsqueda de cerrar las puertas a los proyectos completos al no ser suficiente con la persecución hacia sus figuras principales.

El uso de los gobiernos como herramienta para atornillar proyectos ideológicos que tanto se le endilgó a la izquierda, ha sido la marca registrada del retorno de la derecha. Paraguay, Argentina, Brasil, Ecuador y Bolivia son una muestra clara de que entre la prensa y las operaciones judiciales, es posible desarticular procesos exitosos.

Álvaro García Linera, vicepresidente de Evo Morales y una de las principales figuras intelectuales del progresismo latinoamericano, en el Foro Mundial de Pensamiento Crítico, realizado en Buenos Aires a finales de 2018 afirmaba que el terreno de lo ideológico es donde se juega la principal batalla política de este tiempo. Que no es sano descargar culpas sobre los hombros del electorado de la clase media y que los procesos progresistas que llegaron a los gobiernos, deben revisar qué tanta atención se le puso a ese tema mientras se gobernó.

Si Arce no logra la victoria en primera vuelta, el escenario que se viene para el balotaje posiblemente sea muy agitado y las partes en disputa se miden en condiciones muy desiguales, el proyecto progresista viene de la persecución y el gobierno de Áñez no tienen recato alguno en continuar terciando en su contra. El gobierno de facto ya cometió dos masacres y aplazó las elecciones dos veces, no hay que sorprenderse de lo que es capaz de hacer.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO