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¿Un virus como causa del Parkinson?: nuevo hallazgo para la investigación

Un nuevo estudio científico vincula al pegivirus humano con la enfermedad de Parkinson, sugiriendo que ciertas infecciones virales podrían desempeñar un papel en el origen de este trastorno neurodegenerativo que afecta a más de 10 millones de personas en el mundo.

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La enfermedad de Parkinson, conocida por provocar temblores, rigidez muscular, lentitud de movimientos y pérdida del equilibrio, continúa siendo un enigma para la ciencia. Sin embargo, una reciente investigación publicada en la revista JCI Insight ha encontrado rastros del pegivirus humano (HPgV) en los cerebros de pacientes fallecidos con Parkinson, lo que abre una nueva línea de estudio sobre las posibles causas del trastorno.

Aunque el HPgV es un virus común que normalmente no genera síntomas, su hallazgo en cinco de diez cerebros analizados de pacientes con Parkinson –y en ninguno de los 14 cerebros de personas sin la enfermedad utilizados como grupo de control– ha despertado el interés de la comunidad científica. La hipótesis que manejan los investigadores es que una infección persistente, de bajo perfil, podría desencadenar mecanismos que contribuyan al deterioro neurológico.

Barbara Hanson, investigadora de la Universidad Northwestern y coautora del estudio, explicó que esta infección silenciosa podría actuar como detonante de enfermedades como el Parkinson u otros trastornos neurodegenerativos. Para reforzar esta posibilidad, el equipo también examinó muestras de sangre de pacientes vivos con Parkinson y detectó respuestas inmunitarias alteradas en quienes eran portadores del virus. Entre otros hallazgos, observaron niveles reducidos de una proteína inflamatoria llamada IL-4, así como diferencias en la respuesta inmunológica según la carga genética de los pacientes.

¿Una pista entre muchas?

Aunque el descubrimiento es prometedor, los expertos advierten que aún no puede hablarse de una relación causal. “Este estudio sugiere una asociación, pero no demuestra que el pegivirus cause Parkinson”, aclaró el neurólogo Joseph Jankovic, del Baylor College of Medicine, quien no participó en la investigación. Para avanzar, considera indispensable replicar los resultados en otras cohortes y ampliar la muestra.

El Parkinson es particularmente difícil de estudiar porque se desarrolla lentamente y sus síntomas pueden tardar años en manifestarse. Además, no parece haber un único factor desencadenante. Los científicos coinciden en que probablemente se trata de una combinación de predisposición genética y exposición a factores ambientales, entre ellos, posiblemente, infecciones virales.

“La enfermedad de Parkinson no tiene una única causa. Todo el mundo sigue un camino distinto hacia su desarrollo”, expresó la neuróloga Erin Furr-Stimming, de UTHealth Houston.

Virus, inflamación y neurodegeneración

La relación entre infecciones virales y enfermedades neurológicas ha ganado fuerza en los últimos años. Estudios previos ya habían establecido vínculos entre el virus de Epstein-Barr y la esclerosis múltiple, y se han documentado casos de síntomas similares al Parkinson causados por virus como el del Nilo Occidental o la encefalitis japonesa.

Según Hanson, la inflamación provocada por ciertos virus podría ser uno de los factores que desatan procesos degenerativos en el cerebro. “La inflamación puede activar cascadas que afectan la función cerebral normal. Los virus podrían ser uno de esos disparadores”, afirmó.

No obstante, la posibilidad de que las infecciones virales causen neurodegeneración también contempla otros mecanismos, como el daño directo a las neuronas o la acumulación de proteínas mal plegadas, un fenómeno característico en el Parkinson.

Una línea prometedora, pero no definitiva

En conclusión, el estudio aporta una pieza más al complejo rompecabezas que representa la enfermedad de Parkinson. Aunque todavía es pronto para establecer certezas, los investigadores coinciden en que esta pista debe ser explorada en profundidad.

“Es un estudio exhaustivo que propone un mecanismo interesante entre la genética, el sistema inmunológico y los factores ambientales”, opinó Margaret Ferris, neuróloga de Stanford.

Mientras tanto, el hallazgo refuerza la importancia de seguir investigando el papel de los virus en la salud neurológica, en una era donde las consecuencias a largo plazo de las infecciones empiezan a ocupar un lugar central en la agenda científica.

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