Por Alfredo Percovich
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En espacio de ideas y conversatorio, Marcelo Abdala sin tapaboca, nos habla de los procesos colectivos, la unidad como construcción de presente y futuro, las redes y la campaña del odio contra trabajadores y sindicatos, el recuerdo de Germán Araújo, Vladimir Roslik y Pepe D’Elía.
Es curioso, pero Marcelo Abdala parece disfrutar de igual modo cuando le toca hablar frente a una multitud en actos o asambleas para marcar postura sobre asuntos relevantes de la coyuntura económica, salarial o política, como cuando opta por quedarse en un rincón de algún salón, discreto y en silencio, escuchando distintas voces de la diversidad sindical. Nació y creció en Brazo Oriental, en la calle Magested entre Mariano Soler y Darwin, enclave de la ciudad que recuerda a las Muchachas de Abril, las tres jovencitas que fueron acribilladas en la madrugada del 21 de abril de 1974 por un comando de las Fuerzas Conjuntas. Marcelo fue al liceo 26, que hoy respira poesía en honor a Líber Falco. Hijo de padre metalúrgico, de raíz batllista y luego de izquierda por convicción. «Mamá es profesora de inglés, trabajó en Aluminios Mariposa y mucho después en una empresa de servicio de acompañantes». Acostumbrados a la vida dura y a las batallas cotidianas para mantener tres hijos -Marcelo, Líber Hugo y Nybia-, no se sorprendieron demasiado cuando su hijo mayor comenzó a militar en la adolescencia para intentar cambiar el mundo. «Ellos siempre supieron que yo quería hacer algo por los demás. Vengo de una familia obrera, saben lo que es tener que pelearla día a día».
¿Alguna vez te dijeron algo sobre tu exposición y tus lugares de militancia?
Nunca me hicieron mayores comentarios. Siempre fueron muy cautos en eso.
¿Ni siquiera frente a los ataques e insultos?
No, supongo que prefirieron no decirme nada para que yo no me preocupara.
¿Militaste en la clandestinidad?
Comencé en el liceo, en la dictadura, en tiempos en que los más grandes nos pedían que nos cuidáramos. Tengo muy marcado el año 1983 con las movidas en secundaria, entre aquel 1° de Mayo histórico y la Semana del Estudiante, en tiempos de Asceep-FES, Asceep-FEUU y Cgutu. Ese año 83, además de militar en el liceo -que tenía unos 3.000 estudiantes-, ingresé a la Unión de Juventudes Comunistas. Solicité mi afiliación y al mes cayó casi toda la dirección de la UJC por lo que tuvimos que esperar unos meses y recién en octubre nos confirmaron la afiliación.
¿Cómo supiste de esa captura de muchachos y muchachas militantes?
Y en esa época no había celulares ni WhatsApp y te enterabas de las cosas por distintas vías. Leíamos clandestinamente la Carta y Liberarce. Pero recordemos que ese año ya hubo un aluvión de masas en la lucha por la democracia y a pesar de que estaba firme la peligrosidad de la dictadura, ya no era lo mismo que en los años más oscuros.
¿En tu casa se escuchaba a Germán Araújo?
¡Claro! Fue una voz que nos quedó grabada en el alma. Imprescindible. A Germán yo lo empecé a escuchar en el 82 cuando la Guerra de las Malvinas; él hizo una impresionante crónica de todo lo que estaba en juego. Se escuchaba públicamente porque las radios y la gente estaban en sintonía con esa voz democrática, tan clara y combativa, que tenía la lucidez de explicar fenómenos complejos de una manera tan sencilla. Después vinieron otros días duros, cuando supimos del terrible asesinato de Vladimir Roslik. Nosotros éramos chiquilines, pero nos marcó lo que hicieron con un médico muy querido por su comunidad en San Javier. Fue algo espantoso.
Supongo que también llegaste a escuchar las columnas de Danilo Astori en la radio.
Aprendimos con él, claro que sí, era un espacio democrático y todo lo que llegara después de las musiquitas militares y los comunicados de las Fuerzas Conjuntas era aire para la gente.
¿Por qué crees que algunos medios hablan de vos como un dirigente duro, parco?
Es un estereotipo, construido socialmente y que responde a determinados intereses. Cuando uno involucra tantas horas de acción, trabajo y estudio al servicio de la clase trabajadora, lo hace por amor a la clase trabajadora y a la humanidad, pero se expone a calificaciones, descalificaciones, estigmatizaciones y hasta mentiras.
Obviamente que esta es una actividad muy estresante y a veces uno puede estar muy preocupado, pero te aseguro que es un estereotipo, al final de cuentas somos gente con todas las virtudes y los defectos que tiene cualquier ser humano.
¿Hay un interés detrás de esa construcción?
Claramente. Es una construcción interesada para aislar al movimiento sindical.
¿Hay quienes pretenden aislar el movimiento sindical?
Por supuesto que sí, porque hay que leer estas cosas desde la perspectiva del ajuste del gran capital, que es un fenómeno global y no criollo, de carácter estructural en la actual formación económico social. Hay muchos indicadores que muestran que el capitalismo se va acercando a sus límites. Si uno ve la crisis ambiental, la crisis humana que también refleja el tipo de relaciones sociales que existen en el planeta, con esta pandemia, si uno ve la guerra comercial entre Estados Unidos y China, digamos que estructuralmente el capital necesita un ajuste contra las grandes mayorías. Si eso lo aplicás en América Latina y en nuestro país o en los lugares donde soplan vientos de ajuste, queda evidenciado que a los que impulsan esos ajustes contra las grandes mayorías les resulta funcional debilitar, aislar e intentar cortar lazos de comunicación del movimiento sindical con los trabajadores y el pueblo. Entonces intentan estigmatizar a sus dirigentes y desacreditar su estructura. Yo creo que es una estrategia política y comunicacional muy fina. Acá no estamos ante una brocha gruesa, esto está muy estudiado y se viene desarrollando sistemáticamente.
Hay quienes sostienen que el nuevo gobierno se sustenta en acciones comunicacionales inteligentes y un relato oficial emitido por cadenas nacionales en la noche en la TV.
Lo que sucede en esta fase de la sociedad humana y del capitalismo es que lo comunicacional es lo real. Construyen agenda a su imagen y semejanza. Y si lo comunicacional es real y al mismo tiempo, estamos en una etapa de posverdad en que vale tanto la mentira como la verdad, ese tipo de estrategia comunicativa es funcional y ayuda a construir el ajuste contra los trabajadores. Por eso y hablando en términos de barrio, una parte de nuestro esfuerzo es para que los trabajadores y la gente humilde ‘no se coma la pastilla’. Que aquí hay otras cosas en juego, aquí está en juego la vida de la gente, que la emergencia es la gente y no las prioridades de los portavoces del ajuste.
¿El Pit-Cnt quiere que le vaya mal al gobierno? Habrás leído en algún medio que se acusa al movimiento sindical de defender la tesis de que «cuanto peor, mejor».
No, en absoluto, porque el problema nuestro no es con el Poder Ejecutivo, nuestro problema es específicamente sobre la suerte de las grandes mayorías. Cuando decimos que la emergencia es la gente, no es una consigna, es la verdad. Si la pandemia se resuelve bien y hay un buen manejo sanitario de la emergencia, eso será un éxito del país. Si nosotros podemos salir con una ecuación lo menos traumática posible desde el punto de vista del trabajo y el salario, no será un éxito del Poder Ejecutivo, sino del país. Nosotros no queremos que al Poder Ejecutivo le vaya mal, queremos que le vaya bien al pueblo.
¿Cómo hizo el Pit-Cnt para lograr un 1° de Mayo tan masivo en este contexto tan complejo de pandemia, cadenas nacionales, miedos y estigmatización de los sindicatos?
El Pit-Cnt no está exento de errores, es una organización humana y como tal tiene un margen de error y se equivoca. Pero en este caso tuvo un acierto táctico. Yo diría que se debió a las profundas raíces del movimiento obrero que están establecidas en los lugares de trabajo, en una acción en red y capilar en los lugares de trabajo de los distintos gremios y una tradición enorme de participación. Fue un acierto lo que resolvimos. En lugar de desarrollar -como teníamos establecido inicialmente- una serie de actos que nos hubieran ubicado como fácil blanco del discurso de la derecha, reprogramamos una acción de masas como las caravanas y así logramos el 1° de Mayo más grande del planeta en términos relativos y absolutos. Digan lo que digan algunos, tenemos un movimiento sindical democrático, clasista, independiente, cuyo norte no es solamente el interés inmediato del trabajador, sino el interés de las grandes mayorías nacionales, por eso participó gente que no tiene ni siquiera membresía en el movimiento sindical. Hasta la propia plataforma del Pit-Cnt se enfoca más en los sectores más postergados que en los propios miembros directos del Pit-Cnt. Por ejemplo, el ingreso básico de emergencia es una reivindicación que apunta a sectores que no necesariamente hoy pertenecen al Pit-Cnt y que en caso de contar con ese ingreso beneficiarían indirectamente -con mayor actividad- a pequeños comerciantes, industriales y productores agropecuarios que tienen su suerte asociada a la demanda interna.
Se realizó una concentración masiva en la que el Pit-Cnt cuidó evitar las aglomeraciones y se movilizó en defensa de la salud y de la plataforma de la Intersocial.
Para nosotros la movilización implica una mano tendida a que hay otra forma de hacer las cosas, a que hay otra sensibilidad, otras políticas públicas y otras prioridades que las que viene manifestando el equipo de gobierno. Y que hay un movimiento sindical y una Intersocial que representan la unidad social de nuestro pueblo, dispuesta a tender una mano a los pequeños y medianos empresarios, a productores agropecuarios, industriales, a la gente del arte y la cultura, al mundo de los profesionales y especialmente a los sectores más vulnerables de la sociedad para que no se nos queden en un tercer subsuelo. Y en lo inmediato, en defensa de políticas de sostén a los más desposeídos. En lo estratégico, fue un gran día de movilización. Con el paro general parcial, la concentración del Pit-Cnt de la mañana acompañada del cariño de la Intersocial, en la tarde la movilización de Fucvam y la movida virtual. Creo que estamos viviendo un tiempo en el que debemos extremar nuestra inteligencia y razonamiento, ante un desafío estratégico, pensando no solamente en la etapa actual sino en todo el período. No sabemos qué sociedad nos va a dejar esta pandemia, pero lo que es seguro es que profundizará las desigualdades y dejará expuesta la peor cara excluyente de este modelo. Yo me permito defender la hipótesis de que se necesita recrear el pacto de la unidad del pueblo trabajador en nuestro país. Esto que estamos construyendo de manera muy auspiciosa en la Intersocial, en algún momento deberá convertirse en un debate inteligente, informado, sistemático, participativo, capilar, descentralizado, en red de todo el pueblo uruguayo, que se sintetice en una instancia que -más allá del nombre, que no importa- marque un programa, una estrategia de acción y participación del pueblo, mediante mecanismos de fortalecimiento de la organización popular que nos permita cambiar las cosas. Porque vamos a vivir tiempos en los que las mayorías la van a pasar mal. Y revertir eso depende de cada uno de nosotros y nosotras, de todos. Me parece que ese es el desafío estratégico y por tanto creo que la movilización de esta semana hay que leerla en ese sentido, de cara a todo el período.
Hablas de táctica y estrategia para el futuro, pero ya hay gente que se quedó sin nada. ¿Cómo hacen para resistir esas familias de trabajadores que lo perdieron todo, hasta la esperanza? ¿Qué les dirías a quienes se están por quedar sin luz, agua y tal vez están contando los días que faltan para que los desalojen de sus viviendas?
Que vamos a insistir en la imperiosa necesidad de lograr el ingreso de transición de la emergencia, vamos a insistir en herramientas jurídicas que impidan los desalojos y los juicios ejecutivos a las familias que no puedan pagar el alquiler en esta emergencia, que vamos a insistir en la canasta básica de servicios garantizados para el pueblo, que estamos trabajando activamente para que se pueda dar a luz una alternativa en los Consejos de Salarios y que resuelvan lo más posible en estas difíciles condiciones, trabajo y salario. Nosotros estamos buscando un escenario óptimo posible en este marco y nos estamos partiendo las ideas y brazos y el alma en esa dirección. Hay que juntarse colectivamente con todos los cuidados y promover solidaridad. Venimos desplegando un enorme trabajo militante desde el Pit-Cnt, los sindicatos, las organizaciones sociales, con canastas, ollas populares, tenemos que esforzarnos más y más aún, día tras día, para que la gente no decaiga, hasta que se logren las reivindicaciones. Hay que fortalecer la solidaridad y la organización popular a todo nivel. Les decimos que nadie puede quedar solo, que hay que juntarse y que todos juntos podemos.
A esa conjunción histórica de la Intersocial, ahora se le ha incorporado la tremenda energía joven del feminismo y la perspectiva de género.
Es absolutamente formidable y las organizaciones más ‘veteranas’ tenemos que tener los oídos muy atentos a las perspectivas que incorporan. No se puede construir una estrategia de desarrollo promovida por la clase trabajadora, de cambio de paradigma y profundización de la democracia, si desde la base no están incorporadas las perspectivas feministas y de la igualdad de derechos de toda la diversidad. Y por supuesto, también la mirada ambiental. Nuestra idea de recreación de la unidad del pueblo es la integralidad de todas estas miradas, la llamada interseccionalidad en la práctica, para construir un programa de superación del actual estado de cosas.
¿En qué momentos sientes -como dirigente sindical- que no puedes fallar?
Eso sí que es difícil de explicar. Me llena de orgullo ver que día a día salen en silencio las brigadas solidarias y los militantes sindicales a mantener ollas populares. Veo las brigadas Agustín Pedroza, veo a tantos compañeros por todas partes, de distintos sindicatos haciendo mucho en silencio por los demás, que son las cosas que templan el alma. También hay momentos en los que me vienen recuerdos muy duros de la crisis de 2002, por ejemplo en el sector metalúrgico, cuando hubo obreros calificados que murieron de tuberculosis por el hambre, muchos obreros calificados tenían que revisar contenedores de basura para comer. Eso somos nosotros, esa es nuestra gente, no hay derecho a cejar un milímetro la lucha y la acción para que nuestra clase se ponga de pie. Eso es lo que te hace empujar hacia adelante todos los días. Desde que te levantás y te mirás al espejo hasta que te dormís muchas veces exhausto, para renovar cada día el compromiso por la emancipación de nuestra clase. No hay otra forma .
¿Qué le dirías a José Pepe D’Elía hoy?
Primero que nada le daría un abrazo enorme y le diría que nuestra principal labor acá en el Pit-Cnt todos los días es la construcción de la unidad, que es de las cosas más complejas que existen, mantener la unidad en la diversidad que es una singularidad de nuestro país, esa estructuración unitaria del movimiento obrero. Si pudiera, le preguntaría una y otra vez por el proceso de construcción de la unidad del movimiento sindical al que concurrieron diversas formas de organización y visión del movimiento.
¿Y qué crees que les diría él a ustedes, a los referentes de ahora?
Conociéndolo como yo lo conocía, porque hablábamos muy seguido, creo que nos diría que siguiéramos, que no aflojáramos, porque era un hombre de principios sumamente firmes. Nos diría que estudiáramos, pero principalmente que no aflojáramos, que siguiéramos, que fuéramos firmes en las convicciones.