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Con Melisa García y Paula Giuria, docentes de la licenciatura en danza contemporánea

“La danza tiene una dimensión social muy fuerte”

Tras muchos años de trabajo, la Licenciatura en Danza Contemporánea de la Udelar por fin ve la luz. Cuatro años de carrera universitaria atravesarán la enseñanza, la investigación y la extensión en un proceso de aprendizaje en el que la principal herramienta será el cuerpo.

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La bailarina y coreógrafa estadounidense Agnes de Mille dijo que “la expresión más auténtica de un pueblo está en sus danzas y en su música. El cuerpo nunca miente”.

La Universidad de la República cuenta ya con la Licenciatura en Danza Contemporánea. Estos nuevos estudios terciarios aportarán a la ampliación de las disciplinas académicas y dotarán a la educación y al conocimiento de un elemento que hasta ahora no había existido en el ámbito universitario: el cuerpo. El uso del cuerpo, su investigación y estudio, y la creación a partir de él es una de los elementos característicos de estos estudios; el segundo es la creación de un espacio en el que bailarines y bailarinas o, más bien, cuerpos, pueden compartir e intercambiar saberes relacionados con la disciplina, multiplicando así sus formas y sus sentidos.

La Licenciatura en Danza Contemporánea ampliará las miras de una educación terciaria que siempre ha estudiado el cuerpo a través de distintas áreas, pero que en pocas ocasiones lo ha utilizado en los procesos de aprendizaje. Hemos podido hablar con dos de las seis docentes que impartirán las clases de la licenciatura, Melisa García y Paula Giuria. Les preguntamos por el origen de este proyecto, por su importancia educativa y social, y por sus objetivos.

¿Cómo surge la idea de impulsar una Licenciatura de Danza, unos estudios de danza que pertenecen a la educación pública y que no se limitan a ser impartidos solamente en academias?

La historia de la licenciatura dentro de la universidad es bastante larga, y tuvo un antecedente que fue el plan piloto. Este plan piloto está enmarcado en el proyecto de la Facultad de Bellas Artes. Este proyecto tenía como integrantes la carrera de bellas artes, de música y de artes escénicas. En artes escénicas estuvo siempre pensada la danza para incorporar al proyecto, junto con la Escuela Multidisciplinar de Arte Dramático [EMAD]. La EMAD ofrece una formación terciaria en teatro, pero dicha formación no es parte de la universidad, sino que pertenece al ámbito de la municipalidad. El proyecto de la Facultad de Bellas Artes es un proyecto que se viene intentando llevar adelante desde hace más de diez años, pero que recién ahora se está empezando a concretar en las primeras etapas administrativas. Después del plan piloto hubo un proceso por el cual un grupo de gente, sobre todo egresados, fue convocado por la Escuela Universitaria de Música, que era la que hospedaba en aquel momento el plan piloto. El objetivo era tener gente que pensara la licenciatura después del plan piloto.

¿Por qué tarda diez años en implantarse la Licenciatura de Danza en la Udelar?

Por decisiones del Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes [Ienba], por decisiones de la Escuela Universitaria de Música, que eran los que estaban en el tema, y por decisiones de la Facultad de Bellas Artes. Las etapas por las que pasó el proyecto dependían también de los períodos de gestión, por lo que a veces cobraba más fuerza y otras veces se replegaba. Hace dos años, con la nueva dirección del Ienba, de Fernando Miranda, se vuelve a impulsar este proyecto, y a partir de ahí, hace un año y medio, se hace el primer llamado a dos cargos docentes con el apoyo del Ministerio de Educación y Cultura. Lo que retrasó también mucho entre medio de un proceso y otro es que no había gente trabajando por dentro, y todo el trabajo que se hacía con respecto a esta cuestión era desde fuera. No había tampoco un presupuesto designado con el que contar. Ahora se retoma con fuerza porque se abren cargos dentro de la institución para trabajar desde dentro, que era un elemento fundamental.

¿Ya tienen un número estimado de estudiantes de primer año?

No. Estamos ahora en el período de inscripción, que termina el 23 de febrero, así que el 23 de febrero vamos a saber.

¿Hay un reclamo por parte de los estudiantes de los bachilleratos artísticos de una Licenciatura en Danza Contemporánea?

Sí, claro. Digamos que en este proceso, y en la etapa en la que estamos ahora, que es de implementación del plan de estudios de la licenciatura, si bien hay un gran componente que viene del proyecto de la Facultad de Bellas Artes por parte del equipo de dirección en colaboración con la Escuela Universitaria de Música, que impulsan el proyecto, también hay una comunidad de la danza que viene luchando y reclamando esta licenciatura y que se merece de alguna manera este espacio universitario porque es un sector que está creciendo y que viene creciendo más allá de que esto no haya existido antes, buscando su formación en otros lados. Siempre estuvo este bache de la danza en el ámbito de la formación pública y de nivel terciario. Ahora se va a reparar.

¿Qué impacto puede tener a nivel educativo y social que exista una Licenciatura en Danza Contemporánea por la cual la danza deje de ser esa actividad “extraescolar” o esa actividad de pago, exclusiva? ¿Y qué impacto puede tener a la hora de entender todo el conjunto del conocimiento y de la universidad tal y como se ha venido conformando hasta ahora?

Por un lado está la dimensión de las personas que acceden a esta disciplina, a este conocimiento, a esta práctica, y cómo esta instancia va ya de hecho a hacer que un montón de gente se acerque a este conocimiento que efectivamente tiene unas lógicas distintas. También ingresa al ámbito universitario académico un conocimiento sobre el cuerpo que ninguna otra área trae, que está muy basada en la práctica y que se sistematiza de otras maneras, que muchas veces no se puede nombrar toda esta dimensión también efímera de la danza, que tiene otro registro. Nosotras estamos entendiendo a esta licenciatura a partir de la danza, que es este campo complejo que se ha abarcado siempre desde lo multidisciplinar. Sin embargo, existe una especificidad en las prácticas y que precisan de más detalles y atención que el que puede otorgarse a la danza desde la multidisciplina. Si bien el cuerpo es una cosa que se estudia dentro de la universidad, desde la medicina, la educación física o la psicología, nosotras tenemos una parte que es específica y que tiene que ver con nuestras prácticas del cuerpo y su uso. Además es una cuestión que no tiene que ver sólo con la danza, sino con el arte, y cómo el arte se encuentra con la Academia y qué modificaciones genera lo artístico en el campo académico y lo académico en el campo artístico. Que la danza haya irrumpido en el mundo de la Academia ya viene sucediendo en otros países y era importante que sucediera también en el nuestro. Una de las principales particularidades de la Universidad de la República es que promueve el ingreso libre y sin restricciones, y eso genera un movimiento en relación a la danza y a cómo se organiza en el mundo también, porque se piensa que la danza es algo para quienes tienen las condiciones, sobre todo un cuerpo específico. Siguiendo la línea de la universidad, apostamos justamente por un modelo que pretende una inclusión en este lenguaje, que puede llegar a ser muy restringido. Esa cuestión preconcebida de la danza, por la que la danza es un lugar para unos pocos con determinadas condiciones, la limita, cuando la danza tiene una dimensión social muy fuerte: todos salimos a un boliche y bailamos. Esta experiencia es muy democrática, precisamente por la democratización de un conocimiento que hasta ahora sólo se podía tener si se disponía de determinados recursos. Aunque ahora existe la carrera de intérprete en la Escuela Nacional de Danza, o el Instituto de Profesores Artigas [IPA], que forma profesores de danza, todo es bastante nuevo. La Licenciatura en Danza Contemporánea entra en otro perfil, que no es ni el de conservatorio ni el de formación exclusivamente docente. Entra también dentro de la práctica de la investigación, de la creación, de la reflexión acerca de la danza en un sentido más social, antropológico y filosófico, en diálogo con otras disciplinas.

¿Qué resultados se esperan de esta licenciatura más a largo plazo?

Es un campo de conocimiento y profesional que ya existe, de hecho, y la Licenciatura en Danza Contemporánea viene para democratizar y, en el camino de la profesionalización, en el camino de todos los pliegues que tiene la danza, está pensada también para poder dedicar cuatro años a varios de esos pliegues y esos cruces que tiene la danza. La idea es formar creadores, formar personas que estén pensando en la danza y los usos que tiene, su papel en la transformación social, y la llegada de la danza a otros ámbitos a los que no llega. En este marco de creación, investigación y mediación el perfil es bastante abierto y la multiplicación de personas que vayan a estar dentro de la licenciatura estudiando y pensando la disciplina va a suponer una multiplicación de las maneras en las que nuestro arte se va a poder expandir, aplicar, usar o crear. Esto dará frutos en diversos ámbitos y, por ejemplo, habrá gente que escriba sobre la danza. El ámbito tiene cierto cerramiento, pues las personas que lo conforman son pocas, y con esto vamos a poder dar más visibilidad a este mundo. El hecho de que venga más gente, además de bailarines, va a ser muy beneficioso para la danza y para toda la población por lo que esta expresión tiene para ofrecer. Las distintas danzas en Uruguay están segmentadas, y quizá este espacio es una posibilidad de mezclas, de híbridos, de gente que haga una cosa y que se interese por otra. En este sentido el encuentro es muy interesante porque el conocimiento, al estar en diferentes lugares, precisa también de un espacio común. Es necesario el encuentro en lugares de convivencia donde converger con las otras cosas y con el otro. Ya el hecho de tener lugares donde juntarse y compartir conocimiento es positivo. Es importantísimo mezclar. Hay una cuestión ideológica que es muy importante también. Las definiciones y acuerdos ideológicos se van volviendo cada vez más fuertes y más profundos. Hay todo un eje que se llama “danza y sociedad”, que es un eje novedoso y complicado al que hemos llegado desde la conciencia de su necesidad, pero también desde cierta intuición y, además, entendiendo que es un campo que hay que desarrollar, pero que no se sabe muy bien cómo. Abordar la cuestión de la danza y de la sociedad, por ejemplo, conlleva muchas discusiones teóricas y es precisamente esa discusión la que vamos a dar durante la licenciatura: la idea es nutrir estas cuestiones de las aportaciones de las personas que vengan a estudiar acá y crecer en el proceso de construcción, y en eso confiamos mucho. Será un proceso muy lindo.

¿Qué perfil de gente entrará a la licenciatura?

Por lo que hemos sabido va a venir mucha gente del bachillerato artístico, pero también gente que nunca estudió danza, o que son mayores de 18 años, o que son colegas de profesión que vienen haciendo esto hace tiempo. Esto va a traer una diversidad muy fructífera a la carrera. Este último año y medio que venimos trabajando, proceso por el cual ya somos seis docentes, tuvo muchas cuestiones internas burocráticas y de contenidos, y todo ese trabajo se ha sacado adelante en conjunto con toda la dirección de la Facultad de Bellas Artes, cuyo consejo apoyó todos nuestros pasos.

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