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28 años de la muerte de Kurt Cobain

El cantante murió el 5 de abril de 1994, a los 27 años de edad. Las autoridades encontraron a Cobain en su domicilio con un disparo.

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Kurt Cobain, vocalista de Nirvana, murió de un disparo en la cabeza el 5 de abril de 1994 en su casa en Seattle, Estados Unidos. Las autoridades lo calificaron como un suicidio y el expediente se reservó. Lógico, dada la fama de Cobain al momento de su muerte. Sin embargo, existen diversas teorías sobre su muerte, y la reciente descalificación del informe presenta algunos datos que generan controversia.

Cobain había consumido una enorme dosis de heroína antes de dispararse. Esto, para algunos médicos, nunca le hubiera permitido levantar el peso de una escopeta.

Este año se cumplen 28 años de la muerte del artista, que pasó a integrar el «club de los 27», como se llama al conjunto de personas famosas que murieron a los 27 años de edad. Cobain cambió la música y generó tanta fascinación que tiene fans que nacieron más de una década después de su muerte.

El cuerpo de Cobain lo encontró el 8 de abril, tres días después de la muerte, un electricista que fue a la casa a realizar una instalación.

En 2021 el FBI quitó la reserva del expediente de la muerte del músico, que tiene diez páginas. Las piezas clave del archivo son dos cartas, cuyos remitentes permanecen en el anonimato e instan al FBI a investigarlo como un asesinato.

Una carta es del 2003 y explica que «a millones de fans de todo el mundo les gustaría que se aclararan de una vez por todas las incoherencias que rodean su muerte». La otra misiva data de 2007 y en ella se lamenta que «la policía que se hizo cargo del caso nunca se tomó en serio la investigación como un asesinato, sino que desde el principio insistió en que era un suicidio».

En cualquier caso, la respuesta del FBI a ambas cartas fue que no detectaron ninguna violación de la ley federal en el marco de la investigación.

La carta de Kurt Cobain

Kurt Cobain dejó una carta antes de morir dirigida a Boddah, su amigo imaginario de la infancia. Decía:

«Hablando como el estúpido con gran experiencia que preferiría ser un charlatán infantil castrado. Esta nota debería ser muy fácil de entender. Todo lo que me enseñaron en los cursos de punk rock que he ido siguiendo a lo largo de los años, desde mi primer contacto con la, digamos, ética de la independencia y la vinculación con mi entorno ha resultado cierto.

Ya hace demasiado tiempo que no me emociono ni escuchando ni creando música, ni tampoco escribiéndola, ni siquiera haciendo rock’n’roll. Me siento increíblemente culpable. Por ejemplo, cuando se apagan las luces antes del concierto y se oyen los gritos del público, a mí no me afectan tal como afectaban a Freddy Mercury, a quien parecía encantarle que el público le amase y adorase. Lo cual admiro y envidio muchísimo.

De hecho, no los puedo engañar, a ninguno de ustedes. Simplemente no sería justo ni para mí. Simular que me lo estoy pasando el 100 % bien sería el peor crimen que me pudiese imaginar. A veces tengo la sensación de que tendría que fichar antes de subir al escenario. Lo he intentado todo para que eso no ocurriese. (Y sigo intentándolo, créeme Señor, pero no es suficiente).

Soy consciente de que yo, nosotros, hemos influido y gustado a mucha gente. Debo ser uno de aquellos narcisistas que sólo aprecian las cosas cuando ya han ocurrido. Soy demasiado sencillo. Necesito estar un poco anestesiado para recuperar el entusiasmo que tenía cuando era un niño. En nuestras tres últimas giras he apreciado mucho más a toda la gente que he conocido personalmente que son fans nuestros, pero a pesar de ello no puedo superar la frustración, la culpa y la hipersensibilidad hacia la gente.

Sólo hay bien en mí, y pienso que simplemente amo demasiado a la gente. Tanto, que eso me hace sentir jodidamente triste. El típico Piscis triste, sensible, insatisfecho, ¡Dios mío! ¿Por qué no puedo disfrutar? ¡No lo sé! Tengo una mujer divina, llena de ambición y comprensión, y una hija que me recuerda mucho como había sido yo.

Llena de amor y alegría, confía en todo el mundo porque para ella todo el mundo es bueno y cree que no le harán daño. Eso me asusta tanto que casi me inmoviliza. No puedo soportar la idea de que Frances se convierta en una rockera siniestra, miserable y autodestructiva como en lo que me he convertido yo.

Lo tengo todo, todo. Y lo aprecio, pero desde los siete años odio a la gente en general…Solo porque parece que a la gente le resulta fácil relacionarse y ser comprensiva. ¡Comprensiva! Sólo porque amo y me compadezco demasiado de la gente.

Gracias a todos desde lo más profundo de mi estómago nauseabundo por sus cartas y su interés durante los últimos años. Soy una criatura voluble y lunática. Se me ha acabado la pasión, y recuerden que es mejor quemarse que apagarse lentamente. Paz, amor y comprensión. Kurt Cobain.

Frances y Courtney, estaré en su altar.

Por favor, Courtney, sigue adelante por Frances, por su vida que será mucho más feliz sin mí. Las quiero. ¡Las quiero!».

La teoría del asesinato

Para Tom Grant, que investiga el caso desde 1994, a Cobain la asesinaron por una conspiración que inició su esposa, Courtney Love. Courtney tuvo muchas versiones opuestas y mentiras durante los interrogatorios, asegura Grant.

Kurt y Courtney tenían un acuerdo prenupcial y estaban a punto de divorciarse. Según Grant, Kurt llamó a su abogada dos semanas antes de su muerte porque quería «a Courtney fuera de su testamento». Estos y otros numerosos antecedentes del “Caso Cobain”, como lo llama Grant, avalan de algún modo su teoría.

Los destinos de Kurt y Courtney chocaron por casualidad, en el club Satyricon, de Portland, el viernes 12 de enero de 1990. Kurt esperaba el show que daría con Nirvana. Cuando ella lo vio pasar le tiró un comentario sobre su parecido a otro músico. Kurt se detuvo, le hizo gracia descubrir que era cierto: los dos tenían el pelo rubio y enredado.

Él había dicho en una entrevista: “Creo que si mueres, alcanzas un estado de absoluta felicidad y tu alma, de alguna forma, continúa viviendo en algún lugar donde existe energía positiva”. Frente a los periodistas solía mencionar sus «genes suicidas».

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