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Dilma Rousseff alertó sobre los peligros del gobierno neofascista de Bolsonaro

En entrevista con el diario madrileño El País la exmandataria brasileña Dilma Rousseff rechazó integrar un frente anti-Bolsonaro junto al exjuez Sergio Moro y afirmó que Lula da Silva no quiere ser candidato a la presidencia en 2022.

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En casi una hora de entrevista, realizada por videoconferencia y transmitida en directo, Dilma Rousseff no dudó en calificar el Gobierno de Bolsonaro de neofascista y asegurar que desea una ruptura institucional. “Es el sueño de la cúpula de este Gobierno. Me da pánico. Porque sería más grave que la dictadura militar, con este panorama marcadamente fascista y miliciano”, afirma.

Según la expresidenta, el acercamiento “notorio” del Gobierno a las milicias -grupos criminales paramilitares- es una contradicción para las Fuerzas Armadas, que “ocupan un papel estratégico en el Ejecutivo, porque parece que apoyan a Bolsonaro en sustitución del partido político que no tiene”.

Para Rousseff, los aspectos más preocupantes de la situación política actual son dos. El primero es el apoyo que el Gobierno todavía tiene en sectores de la élite financiera, de las Fuerzas Armadas y de los cuerpos de policía (“¿Hasta dónde llega la flexibilidad de quienes aún apoyan a Bolsonaro? ¿Hasta dónde llegarán? ¿Hasta la ruptura?”).

El segundo es la naturaleza de la ruptura que cree que está en marcha con Bolsonaro, que no sucederá como un golpe de Estado clásico de los años 60 y 70. Opina que su estrategia es radicalizar y, dependiendo de la reacción, echarse atrás -aunque nunca totalmente-, con lo que va corroyendo la democracia. “Si comparamos la democracia con un árbol, la dictadura militar va y corta el árbol. En los nuevos golpes que se están dando -yo soy un ejemplo, me destituyeron sin haber delito de responsabilidad-, es como si el árbol lo invadieran hongos y parásitos, que corroen por dentro las instituciones”, explica.

Todo su análisis implica ver su proceso de destitución y la operación anticorrupción Lava Jato como parte de un engranaje que llevó a Bolsonaro al poder. Por eso, coincide con el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva en su crítica a los manifiestos antigubernamentales, como el Juntos, que ha reunido a partidarios de su impeachment, como el expresidente Fernando Henrique Cardoso.

A pesar de enfatizar que no integraría, por ejemplo, un frente anti-Bolsonaro con el exministro de Justicia Sergio Moro (“él es directamente responsable, es una figura central en la llegada de Bolsonaro [al poder]”), su principal crítica es programática: “¿Juntos para qué?”, provoca.

“Históricamente, firmar un manifiesto no constituye un frente. Lo que constituye un frente es un proyecto mínimo. No puedo juntarme para nada. Hay que juntarse para echar a Bolsonaro y poner algo en su lugar. El frente debe tener un programa mínimo. En Brasil, solo hay una forma de salvar la democracia: echar a Bolsonaro”, asegura Rousseff, que, días después de la entrevista, firmó el manifiesto “Las mujeres derrocan a Bolsonaro”.

En cualquier caso, el Partido de los Trabajadores (PT) considera que los manifiestos son solo uno de los elementos que conforman el debate sobre si el gobierno actual debe continuar o no. Además de contar con el apoyo de parte de la élite, la falta de movilización social contra el Ejecutivo -en parte por la pandemia- hace que la destitución de Bolsonaro sea todavía una posibilidad remota, según Rousseff.

“Si fuera pesimista, no me levantaría de la cama. No lo soy. Soy una persona que tiene lo que decía Gramsci: el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad. La voluntad transforma. Pero hay que mirar la realidad tal y como es. Tenemos que construir las condiciones para echar a Bolsonaro”, reflexiona Rousseff.

“Privatizar la violencia en la milicia es muy grave y amenazaría la propia estructura de las Fuerzas Armadas. Este proceso también es extremadamente contradictorio desde el punto de vista de las Fuerzas Armadas, porque este Gobierno defiende privatizar la violencia, ejercer la violencia armando el pueblo, como vimos en la reunión del 22 de abril”.

“Y tiene una relación pública y notoria con las milicias. Pero la pregunta es: ¿hasta dónde llega la flexibilidad de los que aún apoyan a Bolsonaro? Porque hay partes importantes del mercado que apoyan a Bolsonaro, una parte de los medios apoya a Bolsonaro -de forma más moderada, pero lo apoyan-, y algunos sectores de la sociedad y ciertas instancias de las Fuerzas Armadas y de la Policía Militar apoyan a Bolsonaro. ¿Hasta dónde llegarán? ¿Hasta la ruptura? El mundo no es propenso a golpes militares”.

Por otra parte la exmandataria expresó que “Lula ya ha dicho que no quiere ser candidato, ¿no? Pues no puedo decir lo contrario. Creo que Lula, aunque no quiera ser candidato, sigue siendo el líder más expresivo en el campo popular. Ahora, ya ha dicho que no quiere presentarse. Podría ser una persona del mismo campo [ideológico].

Ayuda de emergencia, “gestionar” una crisis en plena pandemia

En cuanto a la situación epidemiológica Dilma Rousseff señaló que “en Brasil, sin una renta mínima, tendremos una catástrofe social, un caos social, porque si 104 millones de personas cobran per cápita hasta 413 reales [75 dólares], en el paro cobrarán todavía menos. Habrá millones de personas desatendidas. Y esta política loca de desescalada es absurda, porque se está abriendo cuando no se puede. A la vez, las personas con mayor poder adquisitivo tienen miedo, por lo que habrá menos consumidores en restaurantes, gimnasios y centros comerciales. Y no se están haciendo test en Brasil. ¿Por qué somos los campeones en no hacer test, cuando los test son cruciales? Para mantener el aislamiento o flexibilizarlo, para gestionar la crisis”, señaló.

Agregó además: “¿Cómo gestionas la crisis, si quieres gestionarla? Solo con test. Si no quieres gestionarla, entonces solo queda la inmunización del rebaño, ya que, al fin y al cabo, todos nos morimos, como dice Bolsonaro. Entonces ya no se necesitan test. Que Brasil no tenga test muestra el colapso de la gestión, de la ingobernabilidad. Porque son cruciales para saber cuándo se puede abrir, cuándo hay que cerrar, cómo conducir la diversidad de respuestas en un país continental. Es imposible que Brasil continúe como está. Tendremos la mayor crisis sanitaria del mundo y, posiblemente, según el Banco Mundial, una contracción del 8% del PIB, y creo que podría ser todavía más», puntualizó Dilma Rousseff.

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