Es muy llamativa la relevancia que han adquirido, desde hace alguna semanas, los servicios de inteligencia de Paraguay, que hasta hace unos días eran considerados cualquier cosa menos inteligentes.
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Si uno se fuera a guiar por los antecedentes, por lo que se conoce de ellos, por la importancia que tiene el delito en ese país, el narcotráfico, la corrupución y el contrabando en Paraguay debe suponerse que las autoridades policiales de ese país y particularmente los servicios de inteligencia están hasta las patas en el negocio.
Pero tal vez García no lo vio así.
Al menos Javier García les creyó cuando el ministro del Interior paraguayo advirtió al ministro Heber que Uruguay estaba al borde de la hecatombe por un diabólico avión que sobrevolaba el territorio y pretendía aterrizar.
Heber despertó de su sueño, llamó a García y con la varita mágica convirtió al pediatra en superhéroe.
El ministro de Defensa no dudó en hacer una verdadera barbaridad desde el punto de vista de la aeronavegación civil, como la de hacer regresar a un avión en el límite de su combustible, después de que ya había sido autorizado a aterrizar en Montevideo por la Dirección Nacional de Aeronática Civil, recogiendo y dando por cierta una información verbal que invocando agencias “amigas” señalaba a ese avión como una aeronave venezolano-iraní, tripulada por iraníes y venezolanos, entre los que había al menos un terrorista, miembro de los grupos Quad, de las fuerzas armadas de irán.
El ministro del Interior paraguayo no se tomó el trabajo de invocar ni a la CIA, ni al Departamento de Estado, ni al Comando del Atlántico Sur, ni a Scotland Yard, ni al FBI ni al Mossad; le alcanzó con referirse a agencias “amigas” para poner en alerta a un ministro un poco tonto que durante cuatro minutos se creyó James Bond.
Cualquiera que ha oído como se manejan estas cosas en Paraguay sospecharía que los responsables del avión no habían dado con el precio del ministro o de los servicios invocados. Máxime que dicho avión había aterrizado unos días antes en Ciudad del Este sin inconvenientes y trasladado un cargamento de cigarrillos, aparentemente de contrabando, del expresidente de Paraguay Horacio Cartes a Aruba.
El ministro paraguayo inició de esta manera una persecución regional alertando a las autoridades argentinas luego de que el avión en cuestión había sido rechazado en Uruguay.
El Boeing había aterrizado en Ezeiza con piezas de autopartes destinadas a una planta de Volkswagen, había descargado la mercadería sin inconvenientes, el avión había sido controlado por radar, había sido registrado, los pasaportes de los tripulantes inspeccionados, sin encontrarse nada sospechoso y sin que se constatase ningún alerta sobre el avión ni sobre sus tripulantes, ni de interpol ni de nadie.
Los tripulantes habían pagado el combustible que debía cargar la compañía Shell, la que luego de aceptar el pago se negó a suministrar la gasolina por temor a tener represalias del Departamento del Tesoro de EEUU, que había sancionado al avión antedicho cuando este aún no había sido vendido al Estado de Venezuela.
Habiendo regresado a Buenos Aires desde que fue rechazado en Montevideo, la nave fue retenida y los tripulantes sometidos a una investigación judicial que aún no culminó
Un interesantísimo informe de Página 12, realizado por los excelentes periodistas Raúl Kollmann e Irina Hauser arroja luz sobre este oscuro episodio de carácter geoplolítico pero con ribetes medio mafiosos.
Ante las versiones sobre el supuesto aviso de autoridades paraguayas al gobierno argentino respecto del avión de Emtrasur, fuentes de Casa Rosada revelaron que el presidente Mario Abdo le habló a Alberto Fernández en la Cumbre de la Américas de la nave retenida en Ezeiza.
Al parecer el presidente paraguayo no sabía nada del escandaloso episodio -al menos no se refirió a ellos en la conversación con Alberto Fernández- ni de la tripulación sospechada.
En la conversación de la cual fue testigo presencial Sergio Massa, Abdo Benítez, el presidente paraguayo, tampoco habló de terrorismo, ni de iraníes ni venezolanos.
Sí dijo que se había enterado por los medios y comentó que el hecho lo favorecía en su disputa doméstica con el expresidente Horacio Cartes, cuya empresa había utilizado el mismo avión para “contrabandear cigarrillos”.
Cuando sucedió esta conversación, según dicen los periodistas mencionados, el avión ya estaba en Ezeiza y todo el caso se había judicializado, pese a que no se encontraron en el Boeing ni armas, ni explosivos, ni drogas ni nada irregular: solo autopartes de Volkswagen.
Como se sabe, el avión de Emtrasur llegó a Ezeiza el lunes 6 de junio; el miércoles 8, con los depósitos casi vacíos, intentó cargar combustible en Uruguay y al regreso ya se produjo todo el proceso de judicialización con el argumento de que había que investigar las objeciones geopolíticas esgrimidas por el gobierno guaraní. Sobrevolando Montevideo, el ministro de Defensa, Javier García, dio la orden de que el avión regresara sobre sus pasos anulando la autorización que ya habían dado las autoridades aeronáuticas de nuestro país de que el avión podía despegar y aterrizar en Carrasco.
Alberto Fernández salió hacia Los Ángeles en la noche del 8 de junio y participó en una cena en la que también estaba Abdo. No es que el presidente paraguayo se hubiera enterado por un reporte secreto de la sorprendente inteligencia guaraní, sino porque leyó la noticia de lo que pasaba en Ezeiza en un portal.
Todo este escombro resulta sorprendente. Un comedido juez argentino asume la investigación y contribuye a establecer un relato antojadizo y fantasioso que solo se sostiene con una carta enviada por el FBI en que se arrojan sospechas sobre uno de los tripulantes, carta que muy explícitamente expresa que no puede ser utilizada en instancias judiciales y que solo constituye información de inteligencia, es decir, carente de otra certeza que el “chisme” de agentes charlatanes o reportes de medios públicos sin confirmación documental.
Nada justifica la novela mediática, ni en Uruguay la referencia de algunas autoridades del gobierno y del propio Álvaro Delgado de que Venezuela es una dictadura. Nada tiene que ver con el episodio si Venezuela es o no un gobierno amigo de Álvaro Delgado.
El colmo de la paranoia antiiraní es el titular de El País que informa que un ciudadano iraní fue detenido en Argentina cuando viajaba de Gualeguaychú a Uruguay.
En la nota al pie del título se dice que el ciudadano no es iraní, sino irakí, que dice ser palestino, que tiene dos documentos argentinos, que ha sido investigado otras veces por la misma causa en Argentina, que no sabe el nombre de sus padres, que ha sido considerado inimputable por problemas psiquiátricos, que no se le puede suministrar documentación de emergencia porque no puede aportar su país de origen y que no viajaba a Uruguay, sino a Concepción del Uruguay, que es una localidad argentina y no uruguaya.
Al principio fue el bagayo
El artículo de Kollman y Hauser es además muy interesante y revelador sobre las mafias del contrabando y de los cigarrillos en Paraguay.
El avión de Emtrasur transportó 850.000 dólares en cigarrillos a la isla de Aruba, en el Caribe, bajo mandato de Países Bajos.
La carga fue enviada por Tabacalera del Este, la empresa de Cartes, y la importadora en Aruba también fue otra empresa de Cartes.
Por lo pronto, dicen en Paraguay que no hay sospecha de contrabando en ese envío, sino que esas exportaciones chicas le servirían a Cartes para ocultar su verdadero negocio. El vuelo y su discreto cargamento tienen el propósito de distraer a las autoridades del contrabando principal.
El expresidente fabrica en Tabacalera del Este unas 50 veces más que el consumo de todo Paraguay, por lo que la realidad es que la mayor parte se trafica, como contrabando, hacia Brasil. Según sostienen en tierras brasileñas, el control de ese cargamento lo tiene el Primer Comando Capital (PCC), la organización narcomafiosa más grande de Sudamérica, que controla las cárceles de Paraguay y Brasil.
Ciudad del Este, según las estadísticas paraguayas y norteamericanas, importa entre 12.000 millones y 15.000 millones de dólares de electrónicos por año. Importa más electrónicos que Miami.
El aeropuerto en el que estuvo el 747-dicen Kollman y Hauser- es el mayor de carga de todo el continente.
Pero la clave es que lo más valioso no vuela, sino que va por tierra o navegando por los ríos. Lo más pesado es la cocaína proveniente de Colombia, Perú y Bolivia, que ahora viaja en autos, avionetas y lanchones por Paraguay hacia Brasil, Argentina, Uruguay y de allí a Europa, a veces pasando por Sudáfrica.
La importación insólita de electrodomésticos no solo constituye un gigantesco contrabando hacia Brasil, sino -como explicó una autoridad guaraní- hacer un reemplazo en las cajas de televisores, por ejemplo, de solo 20 cajas, es el canal para meter buena cantidad de kilos de cocaína rumbo a los mercados consumidores.
En Europa se han llegado a detectar contenedores enteros de droga provenientes de Paraguay.
El comentario de Abdo a Alberto Fernández apuntaba a señalar a Cartes como protagonista del contrabando y las maniobras de Ciudad del Este.
Hauser y Kollman aportan además información relevante. Como se sabe, en el vuelo de México a Argentina, la aeronave trajo autopiezas para la empresa Volkswagen. La Policía de Seguridad Aeroportuaria hizo incluso un allanamiento ilegal, con perros antidrogas y antiexplosivos, y no detectó nada. En la causa que se tramita en Lomas de Zamora, a cargo del juez Federico Villena y la fiscal Cecilia Incardona, no figura ningún elemento que implique un delito y ni siquiera el vuelo parece encajar en la advertencia de Abdo, centrada en el contrabando.
La fiscal, para impulsar la causa, tomó un documento del FBI -que la Casa Rosada calificó de “panfleto burdo”- para apuntar contra el piloto instructor Gholamreza Ghasemi porque fue ejecutivo de una aerolínea iraní que -también según el FBI- transportó armas hacia Beirut. Aun así, Ghasemi no tiene órdenes de captura en su contra y el aporte del FBI no pasa de una superficial conjetura.
Las mafias, el Partido Colorado y la narcopolítica
Tras el relato de aquel diálogo en Los Ángeles, queda claro que Abdo no sabía que había tripulantes instructores iraníes y se enteró de la existencia del avión, como se dice habitualmente, “por los diarios”.
El ministro del Interior paraguayo hizo un mandado para revolver el avispero.
La interna paraguaya alrededor del Boeing no cesa. Abdo la utiliza contra Cartes y Cartes contra Abdo. Sucede que el actual vicepresidente, Hugo Velázquez, tuvo en su momento gran poder en Ciudad del Este y los medios guaraníes lo vinculan con Hezbollah. En cambio, a Cartes lo relacionan con el ex primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Como tampoco se andan con chiquitas, uno está más relacionado con Donald Trump y el otro con Joe Biden. Los ecos de esa feroz interna política y de negocios se transformaron, en un pase de magia, en eficiencia de los servicios de inteligencia paraguaya.
En paralelo, el titular de la Agencia Federal de Inteligencia de Argentina, el exministro de Defensa Agustín Rossi, ratificó en la radio AM750, en diálogo con Nora Veiras e Irina Hauser, que no hubo ningún aviso de la inteligencia paraguaya a la AFI.
La notificación se produjo, como ya se informó, cuando el avión estaba en Ezeiza. De todas maneras, ni el avión ni la tripulación tenían restricción alguna y pasaron por 13 países en los últimos cuatro meses. En ningún lugar tuvieron problemas.
En Uruguay el episodio está poco menos que olvidado. El Dr. García tuvo su minuto de gloria y respondió a las interrogantes de la oposición, que no fue muy incisiva, y se dio por satisfecha con poca cosa. En verdad no daba para mucho más porque García fue solo un peón en una jugada complicada de la que no tiene la menor idea.
En Argentina el juzgado competente espera la llegada de algún nuevo documento, ampliado, de Estados Unidos. Durante el fin de semana los tripulantes del avión dieron explicaciones razonables:
- El 747-300 se le compró a Irán porque, debido a las sanciones de Estados Unidos, ningún país le quería vender una aeronave a Venezuela.
- El Jumbo fue entregado en febrero y parece obvio que los primeros meses, por regulaciones internacionales, se requiere de personal instructor. No había pilotos venezolanos con licencia de instructores en 747-300. Ocurrió lo mismo cuando Aerolíneas Argentinas compró los Airbus 340: se requirió personal instructor filipino.
- También los venezolanos explicaron que sus tarifas son más baratas, no porque vinieran a hacer espionaje o terrorismo, sino porque compran el combustible a 0,50 centavos de dólar por litro en Caracas, contra los 2,50 y hasta tres dólares que se pagan en el resto del mundo.
Habrá que ver si surge alguna prueba que contradiga estos datos y si los jueces argentinos no operan también en este enredo de servicios de inteligencia, grietas políticas y crimen organizado en el que García se metió de nabo.