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El fútbol como objetivo geoestratégico y económico

Al día de hoy Uruguay asombra al mundo por sus resultados futbolísticos y por ‘el modelo Tabárez’; algunos comentaristas han preferido minimizar el hecho, y para ello han subordinado la importancia del fútbol, al que muchos consideramos una de las grandes batallas simbólicas del siglo XXI, con importancia geoestratégica, económica y cultural de primer orden. Negarlo, y negar la influencia positiva que tiene y puede tener en la concreción de un Uruguay mejor, como dijo Talleyrand, “es peor que un crimen, es una estupidez”.

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Desde que entre 1989 y 1991 se produjo la implosión del llamado ‘Socialismo Real’ y el fin de la primera versión de la ‘Guerra Fría’, las guerras del siglo XXI dejaron de ser mayoritariamente conflictos armados para pasar a ser libradas en otros campos: la economía, la innovación tecnológica y el deporte, entre otros, tal como lo había predicho Lester Thurow. En este último campo, el fútbol ha tenido una curva ascendente de adhesión que lo sitúa hoy como la primera actividad en su rubro. Los campeonatos mundiales de fútbol (que hoy son el espectáculo más visto en la sociedad global, gracias a la televisión e internet) constituyen sin duda una de las grandes batallas simbólicas del siglo XXI, donde las naciones disputan su posicionamiento, invirtiendo cuantiosísimos recursos económicos y humanos, como vemos hoy en China, los estados árabes, las potencias desarrolladas de Europa e incluso los Estados Unidos. No en vano Henry Kissinger, el principal geoestratega norteamericano desde hace 55 años, artífice de la alianza con China Popular que ahora intenta destruir con su increíble incompetencia Donald Trump, ha estudiado detalladamente desde 1969 (fecha de su primer artículo relativo al tema, en el que ya entonces previno contra la FIFA), al “fútbol y su relación con las sociedades”, y el asunto fue y es analizado entre nosotros por pensadores de la talla de Rafael Bayce, Oscar Bottinelli y Juan Grompone. Es que dicho deporte, sus numerosas actividades colaterales y su gran fiesta cuatrianual involucran temas económicos de importancia, y hacen a la autoestima de las naciones, en plena era de la información, lo que se traduce en movimientos en el posicionamiento geoestratégico. No observarlo desde este punto de vista (sobre todo si es por una intención política menor) es ceguera. Considerarlo un elemento que hace sentir que los vencedores son ‘los mejores del mundo’ (pecado en el que suelen caer nuestros hermanos argentinos, dicho sin ninguna sorna, pero también alguna de las grandes potencias del planeta como Alemania, y que otras buscan en el mismo sentido, como China Popular) constituye acaso un error pero es una realidad. Analizar cómo se desempeña una sociedad en este campo constituye, sin dudas, un elemento esencial para ver sus posibilidades de futuro, como lo han afirmado estudios publicados en The Wall Street Journal y The Economist a los que haremos referencia. En Uruguay, gracias al Maestro Oscar Washington Tabárez y sus dilatados esfuerzos, la actividad futbolística puede constituir un insumo esencial para evitar que nuestro país, como afirmó el jurista, docente e investigador, expresidente de la Suprema Corte de Justicia y designado juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Dr. Ricardo Pérez Manrique (un hombre de izquierda), avance en una deriva negativa en relación al número de comportamientos delictivos, ya que “si bien Uruguay está muy lejos de terminar como El Salvador o Guatemala” (como afirmó el firector de la Policía Nacional, Crio. Gral. ® Mario Layera), “desde hace mucho tiempo hablamos de que la sociedad uruguaya se ha convertido en una fábrica de delincuentes”. Una realidad, posibilidad o eventualidad que se debe evitar utilizando los instrumentos adecuados, tarea que dista de ser fácil.   Un fenómeno que alcanzó dimensión universal Google dedica durante semanas sus portadas a los símbolos del fútbol y al Campeonato Mundial que se disputa en la Federación Rusa (consolidando la imagen de seguridad y confiabilidad que siempre ha perseguido el líder Vladimir Putin) y que es el acontecimiento que atrae más televidentes en el mundo. Rusia había presentado su candidatura junto a las de Japón, Corea del Sur, Australia, Bélgica – Países Bajos, España – Portugal, Estados Unidos y Qatar. La próxima edición será realizada en Qatar en 2022, y la siguiente en Estados Unidos, Canadá y México, vale decir que las grandes potencias se disputan claramente ser sede de la celebración deportiva. Como es sabido, Argentina, Uruguay y Paraguay se han ofrecido para organizar el Campeonato Mundial de Fútbol 2030. Según algunos cálculos, la final de 2018 será vista por unos 3.800 millones de televidentes. Tanto su impacto cultural, como los requerimientos tecnológicos (ya en 1970, en el Mundial de México que ganó Brasil, realizado un año después del viaje a la luna, la FIFA utilizó todos los enormes recursos –como las cadenas satelitales- que empleó la NASA), y de capital (se calcula que el Mundial de 2018 tiene un costo de US$ 14.200 millones) son vastos, pero los retornos materiales e inmateriales pueden ser mucho más cuantiosos. Lo supieron y aplicaron sobre todo los regímenes totalitarios como el fascismo, que logró a presión la victoria en el Mundial de 1934.   El fútbol visto por The Economist El semanario inglés The Economist, en un extenso artículo del 9 de junio, titulado La Copa Mundial/ ¿Qué hace que un país sea bueno en el fútbol?, señala que “la riqueza, el tamaño y el interés en el fútbol explican casi la mitad del desempeño internacional de los países. El resto se puede enseñar”, y comienza con la descripción de uno de los cientos de partidos de baby football que se juegan cada fin de semana, perteneciente al plan nacional para niños de cuatro a trece años, que se realiza en Montevideo. Seguidamente se refiere a Luis Suárez y Edinson Cavani, “dos de los mejores delanteros del mundo”, e indica que “solo Brasil, Alemania e Italia han ganado más (campeonatos mundiales), a pesar de que la población de Uruguay de 3,4 millones es inferior a la de Berlín. Aunque ya no es el gigante que era a principios del siglo XX, Uruguay todavía golpea muy por encima de su peso”. A continuación planteó la gran pregunta: “si el pequeño Uruguay puede tener tanto éxito, ¿por qué no países mucho más grandes o más ricos? Esa pregunta parece atormentar a Xi Jinping, el presidente de China, que quiere que su país se convierta en una superpotencia futbolística (“China debe ser campeón mundial de fútbol”), para el 2050. Su plan incluye 20.000 nuevos centros de entrenamiento, para ir con la academia más grande del mundo en Guangzhou, que costó US$ 185 millones. Los Emiratos Árabes Unidos y Qatar han gastado miles de millones de dólares comprando los principales clubes europeos, con la esperanza de aprender de ellos”. Arabia Saudita, Hungría, India y Estados Unidos están invirtiendo también cuantiosos recursos para participar en esta gran guerra simbólica, mientras Europa, y particularmente Alemania, aumenta su inversión. “Los clubes alemanes han gastado alrededor de € 1bn (US$ 1.200.000.000) en el desarrollo de academias para jóvenes desde 2001, para cumplir criterios a nivel nacional”. Los analistas que señalan que los grandes países del mundo no se ocupan del fútbol discrepan con The Economist y con la realidad evidente. Es su problema. El prestigioso medio inglés “ha construido un modelo estadístico para identificar qué hace que un país sea bueno en el fútbol”. Su objetivo no es predecir el ganador o los resultados, sino “determinar los factores deportivos y económicos subyacentes que determinan el potencial futbolístico de un país, y determinar por qué algunos países superan las expectativas o mejoran rápidamente”. Para ello toma los resultados de todos los juegos internacionales desde 1990 y ve qué variables están correlacionadas con la diferencia de goles entre los equipos. Comienza por la economía, por obvias razones, e incluye el PIB per cápita en su modelo. Luego mide la popularidad del fútbol, agrega cifras de población para mostrar la tasa de participación general, complementa con datos más recientes como ser con qué frecuencia las personas “buscaron fútbol en Google entre 2004 y 2018, en relación con otros deportes de equipo como el rugby, el cricket, el fútbol americano, el béisbol, el baloncesto y el hockey sobre hielo”, e incluye los trofeos ganados por persona. El modelo también contabiliza la ventaja de ser local y el rendimiento de la oposición, y para reducir el efecto distorsionador de “los pequeños desventurados”, reduce sus resultados a los 126 países que jugaron al menos 150 partidos desde 1990. Señala The Economist: «Nuestro modelo explica el 40% de la varianza en la diferencia promedio de goles para estos equipos. Pero eso deja muchos valores atípicos. Uruguay fue uno de los más grandes, manejando casi un gol por juego mejor de lo esperado. Brasil, Argentina, Portugal y España estuvieron muy cerca. África occidental y los Balcanes también se vieron superados. Tristemente para los autócratas ambiciosos, los datos sugieren que China y el Medio Oriente ya se han desempeñado por encima de su bajo potencial. (…) No obstante, los funcionarios con sueños de ganar la Copa del Mundo pueden aprender cuatro lecciones de los valores atípicos y mejoradores de nuestro modelo. Primero, anime a los niños a desarrollarse creativamente. Segundo, evitar que los adolescentes talentosos caigan por las grietas. En tercer lugar, aprovechar al máximo la amplia red global de fútbol. Y cuarto, prepárese adecuadamente para el torneo». The Economist concluye su análisis señalando que: “Durante un mes embriagador, los fanáticos de todo el mundo olvidarán los años de dolor y creerán que sus libros de historia, como los que se encuentran en el museo de Montevideo, podrían estar a punto de agregar un glorioso nuevo capítulo”. El semanario habrá comprobado con satisfacción que estamos haciendo lo posible.   El fútbol uruguayo visto por The Wall Street Journal y Oscar Bottinelli  El 29 de junio, The Wall Street Journal publicó, con llamativa ilustración (donde se ve un togado Maestro Washington Tabárez, rodeado por dos uniformados alumnos, Cavani y Suárez), un artículo titulado Uruguay: Soccer’s Dead Poets Society (Uruguay: la Sociedad de los Poetas Muertos del Fútbol, con referencia al famoso film de Peter Weir, de 1989), que comienza diciendo: “En los 150 años transcurridos desde que se inventó el fútbol en los fangosos campos de juego de los colegios internados ingleses, el deporte ha cambiado tanto que sería casi irreconocible para los muchachos de sangre azul que pateaban una pesada pelota de cuero.Pero no ha cambiado completamentePorque en un pequeño puesto de avanzada en el río Volga, un hombre canoso de 71 años que camina con bastón, el hombre al que llaman Maestro, aún educa a jóvenes para que se comporten con carácter, y ganen partidos en los Campeonatos Mundiales. Su nombre es Oscar Tabárez, y en 12 años a cargo de la selección nacional de Uruguay ayudó a convertirla en un país de 3,5 millones de habitantes, en el mejor equipo de fútbol del mundo -en proporción- al tratar a sus jugadores como si fuera un profesor de Eton o Harrow”. El diario de Nueva York, especializado en finanzas y negocios, continúa su análisis centrado en las enseñanzas del Maestro: “Como en cualquier colegio internado británico, Tabárez ha dicho varias veces que su objetivo principal es moldear hombres integrales” (…) “Imparte lecciones sobre el respeto, la decencia y la importancia de los buenos modales. A pedido de Tabárez, Uruguay quizá sea el único equipo en Rusia que tiene a su escuadra de millonarios durmiendo en cuartos compartidos durante el torneo. Y toman mate constantemente”. El excapitán de la Selección Diego Forlán señala en el artículo que la filosofía de Tabárez es que la forma en que uno se comporta como ser humano se refleja en el equipo. En ese sentido, refiere los malos antecedentes de Uruguay en los años previos al 2006, y la mala fama de sus jugadores de entonces por la forma agresiva de competir.“Cuando Tabárez fue llamado para solucionar esto, identificó inmediatamente el problema. Uruguay tenía jugadores talentosos, pero carecía de la estructura para convertirlos en ciudadanos de bien”, y señala que “elaboró ​​un plan para modernizar el entrenamiento de los equipos nacionales, un dossier conocido por el título de ‘Proyecto para Institucionalizar los Procesos de las Selecciones Nacionales y el Entrenamiento de sus Jugadores de Fútbol’”. En el documento Tabárez afirma: “Un joven talento debe entrenar y prepararse para desafíos de la vida. El joven debe estudiar, no debemos entorpecer eso, debemos favorecerlo, eso acrecienta las posibilidades deportivas”.The Wall Street Journal señala que: “Otros técnicos del Mundial simplemente dirigen a su selección. Pero Tabárez se convirtió en el decano del programa entero de selecciones nacional, desde la Sub 15”.Describe cómo fue pensado el Complejo Celeste para crear un “sentido de herencia” de las antiguas glorias celestes, desde las fotos colgadas en las paredes, al parrillero en torno al cual se comparten asados e historias por la noche.“Este aire profesional de Tabárez no es coincidencia. Antes de convertirse en técnico deportivo fue maestro de Primaria. Hasta hoy, le gusta educar a sus jugadores en historia, geografía, las artes y cualquier otra cosa que encuentre interesante en el momento. Eso también es parte del currículum de Tabárez”, señala el artículo.Agrega que organiza salidas a museos y al teatro para los jugadores, y estimula la conversación sobre temas variados como la música clásica o la botánica. “Lo que sabe Tabárez sobre las plantas es tremendo”, dice Claudio Pagani, intendente del Complejo Celeste.Es obsesivo con la práctica de buenos modales, “tiene reglas estrictas sobre no dejar los platos sobre la mesa o poner los pies sobre las sillas”, y exige a los futbolistas que limpien sus zapatos de fútbol. “El uso de celulares está prohibido en el desayuno, almuerzo y durante las charlas del equipo, porque el Maestro quiere que los jugadores hablen entre ellos”.En forma previa a los partidos, Tabárez expone a los futbolistas sobre la clase de conducta que se espera de ellos, insistiendo en que no tengan mala conducta ni contesten mal a los árbitros. “Como todo maestro, sabe que algunas lecciones entran por un oído y salen por otro. Durante su tiempo a cargo de la Selección Celeste, vio al delantero Luis Suárez cometer un handball en forma deliberada en el Mundial de 2010 y morder a un competidor en el año 2014”.“Diego Godín contó cómo Tabárez continúa diciendo a los jugadores lo decepcionado que se siente cuando son expulsados, incluso jugando por sus clubes”.El notable artículo concluye afirmando que: “Sin importar lo que pase con su equipo en este Mundial, la misión de Tabárez para educar a los jugadores en temas ajenos a la cancha continuará. Está considerando poner  clases de inglés a disposición para los más jóvenes y brindarles asesoramiento que cubre leyes contractuales básicas para ayudarlos a navegar por el mundo del fútbol profesional. Sobre todo, quiere que permanezcan en el equipo de Uruguay el mayor tiempo posible, donde pueden graduarse de la escuela del Maestro para futbolistas sobresalientes. “Es como les digo a los jugadores de la Seleccion Nacional”, dice Tabárez: “Podés lograr buenos contratos en clubes, ganar prestigio, pero hay algunas cosas que solo podés conseguir jugando por Uruguay”.En su columna del programa Fuentes Confiables, titulada Los valores uruguayos que expone la Selección, el Director de Factum, politólogo Oscar Bottinelli, afirmó, resumidamente, que “Cada selección, cada director técnico, expone una visión de la sociedad en que está inmerso, o del conjunto o porción de la sociedad que representa. Lo que se analiza aquí no es cómo son las cosas sino qué mensajes recibe la propia sociedad uruguaya y qué mensajes trasmite al mundo. No solo Uruguay exhibe sus valores, positivos y negativos, lo hacen los otros países. Un caso claro y opuesto fue Argentina: polémicas, dichos de jugadores, técnicos, rumores, mensajes y polémicas de periodistas. Messi el ‘Dios’ o Messi el ‘Diablo’ (…) Oscar Washington Tabárez expresa la impronta de maestro de escuela, de los maestros de la vieja escuela pública, del modelo trazado por José Pedro Varela. Algunas pinceladas: la forma de presentación del propio técnico, cómo se viste, cómo habla, la forma de presentación de los jugadores, la forma de actuar en la cancha, el ser la selección que terminó la primera fase mundialista con menos tarjetas amarillas, tan solo una, y ninguna expulsión, ninguna roja. Es muy importante resaltar que el director técnico lo que trasmite no es solo técnica futbolística sino que además, quizás lo más importante, es que trasmite valores. Como anécdota: los uruguayos adultos de túnica y moña azul que aparecieron en el partido Uruguay-Portugal en claro homenaje al Maestro […].Destaquemos los Valores expresados:* Lo colectivo por sobre lo individual, el sentido de equipo como colectivo;* Justipreciar las propias fuerzas y las fuerzas de los adversarios;* Asumir los propios errores y no poner la culpa afuera;* Un gran sentido de esfuerzo;* Ser autocríticos sin utilizar la autocrítica como masoquismo destructivo;* No comprometer la propia conducta a cambio de un resultado obtenido de mala fe, tratar de jugar limpio, en la cancha y en la vida.Luego de señalar que en años anteriores estos valores no caracterizaron precisamente a la Selección, con nefastos resultados, Bottinelli afirmó que “esta celeste, de la mano de Oscar Washington Tabárez, de un maestro de la vieja escuela pública, es lo opuesto de esa concepción machista, individualista, despreciativa del rival y antirreglas. (…) Y no solo en el campo de juego, sino en la calle y en las conferencias de prensa. Ante la derrota frente a Holanda en 2010 o ante Costa Rica en 2014, el Maestro no se escudó en ninguna excusa fácil y dijo sencillamente: “Fueron mejores, tampoco en las victorias decir: somos los mejores del mundo. Un valor de respeto y de moderación. Trasmite valores de una sociedad uruguaya que muchos quieren que sea”.Así ven los principales medios de prensa del mundo y nuestros principales pensadores la importancia del fútbol en la sociedad, y de la Selección Celeste moldeada por el Maestro Oscar Washington Tabárez. Caras y Caretas concuerda plenamente con estas trascendentes definiciones.  

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