Por A.L.
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Con varias valijas a cuestas, sus guitarras, y los pasaportes sellados por las tradiciones de la canción francesa, el rock, el blues y otras tantas, este viernes 12, Pablo Krantz (Argentina) y Fred Raspail (Francia) vuelven a Montevideo para presentar Brut, la flamante edición discográfica producida a dúo. El concierto será a partir de las 20 horas en la Alianza Francesa (Bulevar Artigas 1271).
El repertorio, explicó Pablo Krantz, incluirá la mayor parte de las canciones de Brut. “A eso se sumarán algunas canciones “clásicas” del repertorio de cada uno de nosotros. También algunas versiones de clásicos de la chanson francesa (Edith Piaf, Joe Dassin, Francis Cabrel). No habrá músicos invitados por esta vez, porque queremos centrarnos en la dinámica que logramos entre Fred y yo. Tocamos a dos voces, a dos guitarras. Y aparte él toca con los pies un bombo, un redoblante y una pandereta, formando así en cierta forma un “power trío de a dos”, agregó.
Las líneas que siguen son una síntesis de una reciente entrevista con el intérprete y creador argentino, autor de Brut. En ella se abordó algunas de las señas de identidad de este nuevo disco y del proyecto que lleva adelante desde hace unos años con Fred Raspail.
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Con el tiempo que llevas en plan de gira con Fred Raspail habrán encontrado esos puntos de encuentro para configurar los repertorios para cada concierto. ¿Cuáles son esos puntos de encuentro? ¿Cómo conciben el flujo expresivo y estilístico que articula una cierta narrativa -no necesariamente explícita- del concierto?
Con Fred venimos girando juntos por Europa y por el Cono Sur hace dos años. Pero recién para la presentación de este disco hemos estructurado todo nuestro concierto como una narrativa en común. Antes sólo tocábamos unos temas juntos al final de cada show. La mayor parte del concierto estamos los dos juntos en escena. Pero también dejamos algunos momentos para cada uno en solitario. La idea es ir haciendo subir la intensidad y la interacción lúdica con el público poco a poco, hasta lograr eso tan necesario en los shows que es que “suceda algo”. Es decir que no sean simplemente unos tipos tocando unos instrumentos en escena y otros tipos sentados o parados mirándolos. Sino que se arme algo imprevisto y a veces casi inmanejable entre todos. Venimos lográndolo. Usamos los momentos en solitario para agregarle al show las pinceladas del universo de cada uno que podrían quedar ausentes en el show a dúo. Y también para que cada uno pueda tener un espacio de libertad en el que poder variar y hacer lo que quiera.
¿Qué variables confluyeron en la gestación de Brut? ¿Cómo llegaron a una condensada selección de nueve canciones?
De manera más intuitiva que razonada, con Fred encontramos un punto en común en nuestro amor mutuo por las llamadas “músicas de raíz”, es decir el folk, el country, el blues, el swing, e incluso géneros como el klezmer o el tango. Todos esos géneros aparecen fusionados, algo maltratados (pero con amor) y llevados a un universo musical menos pulido y en bruto que el de mis discos solistas. De ahí el título, que se me ocurrió a mí y que justamente significa “en bruto” (a la vez que por supuesto hace un juego de palabras con un tipo de champagne, lo que daría por resultado una especie de brutalidad sofisticada).
¿Cómo fue el proceso de grabación de Brut? ¿Capitalizaron la interacción del toque en vivo pero en el estudio o trabajaron con otras técnicas? ¿Cuánto del resultado final se definió en el proceso de mezcla?
El disco lo grabamos en Lyon en sólo una semana. Íbamos agarrando tema por tema. Lo ensayábamos, cuando nos parecía que habíamos encontrado el espíritu lo tocábamos juntos hasta lograr (en general a la tercera toma) una versión que nos pareciera en la que el groove (por llamarlo así) fuera el adecuado. Ahí veíamos qué otros elementos podíamos agregarle (en general, alguna guitarra eléctrica grabada por mí, alguna percusión más o menos extraña grabada por Fred, algún banjo o bajo de vez en cuando). Pero con la idea de que cada canción sólo incluyera unos pocos elementos realmente decisivos y necesarios. Luego grabábamos las voces. La mezcla sólo terminó de darle consistencia, carácter y amplitud sonora a todo eso. Pero sin quitarle al conjunto ese lado “en bruto” que, a mi parecer, le da una frescura muy especial.
Una de las marcas distintivas que encuentro en el disco es el sonido guitarrero, en algunos casos áspero, austero en la configuración de sus texturas, que expone los planos vocales con otro carácter, quizás más punzante, potente. ¿Qué ideas se cruzaron en estos tratamientos?
Estoy cien por ciento de acuerdo. Yo tengo una faceta de guitarrista áspero, un poco a la Marc Ribot, que he utilizado muy poco en mis propios discos. Pero desarrollé mucho en mis años en Francia como guitarrista de otros cantantes. En medio del contexto común de explorar nuestro amor por las músicas de raíz, surgió muy netamente esa manera de aporrear la guitarra como una manera de retomar esos géneros torciéndolos un poco, o en cierta forma volviendo a su carácter “en bruto”, primitivo, original.
Componer e interpretar supone, aunque no sea algo explícito o consciente, una forma de “convivir con nuestros muertos ilustres”. Ellos andan por ahí orientando o reorientando las elecciones técnicas, las estéticas, poéticas. ¿Qué “muertos” se citaron a la hora de juntar tus trabajos con los de Fred y conformar este proyecto?
Por supuesto, las influencias son nuestras guías a la hora de componer Brut, de tomar decisiones, de grabar, de llevar nuestra voz en tal o cual dirección. Y cuanto más multipliquemos nuestras influencias, más original será el resultado final, sobre todo si logramos combinar influencias y géneros que no se han encontrado aún demasiado. Las influencias principales que yo citaría en este disco serían: Johnny Cash, Tom Waits, el rock y el country de los años 60, Mazzy Star, Bo Diddley e incluso el bluesero R. L. Burnside.
Otro aspecto interesante de esta edición de Brut es que uno puede entenderlo como el proyecto de un dúo y, a la vez, como la sociedad creativa de dos músicos con perfiles estilísticos diferentes que reúnen sus obras pero reforzando las diferencias. ¿Cómo lo concibieron ustedes?
Creo que cada uno lo sintió como una manera de seguir explorando nuestros propios universos musicales pero en este caso fusionándolos con (y chocándolos contra) el universo del otro. Una manera de crecer y de ampliarse es claramente absorber universos ajenos, o llevar nuestro universo a entrar en colisión con el de otro músico. Eso saca a la luz elementos de nuestra paleta musical que quizás no solemos utilizar demasiado en otros contextos, pero que están ahí latentes esperando su momento. Para todo esto es necesario, claro, tener un gran terreno en común, y afortunadamente con Fred tenemos muchas músicas que nos unen.
Para esta edición te tiraste al agua con ‘Mano a mano’, otra versión -como hiciste con la canción de Gilda- de un título icónico-simbólico del repertorio cancionístico regional. ¿Cómo llegaste a esa interpretación? ¿Qué te dejó ese trabajo?
Cuando estaba por irme a vivir a París, a comienzos de este milenio, se me ocurrió que sería bueno tener, como un as en mi manga de inmigrante, un pequeño repertorio de tangos como para poder cantarlos en el métro si mi situación económica así me lo exigía. Por fortuna nunca tuve que recurrir a eso, pero de las clases que tomé en esa preparación me quedó como un amuleto o como un compañero inseparable el tango “Mano a mano”. Desde entonces lo he tocado innumerables veces en vivo, fui apoderándome de la canción hasta olvidarme por completo de la versión original. Con Fred la hemos tocado siempre juntos en nuestras giras, así que fue natural incluirla en el disco. Grabarla me dejó el deseo de seguir explorando ese género para ver qué puede surgir de ahí; hace unos meses vengo cantando bastante “Cambalache” en vivo, siento que mi voz se adapta de una bella y extraña manera a ese estilo.
¿Qué otros proyectos tenés en carpeta para concretar con Fred?
Nuestra idea es presentar Brut en Europa en septiembre del año próximo con una gira en conjunto por allá y a la vez aprovechar ese lapso para grabar un nuevo disco juntos, esta vez más centrado (es la idea por ahora, veremos hacia dónde decanta) en el universo tanguero, un tango tom-waitsiano.
¿Tenés planeado, a mediano o largo plazo, producir otro disco como solista -el sucesor de “Vivo en mi cabeza pero con vista al universo”?
Tengo hace tiempo compuesta la mayor parte de las canciones para un nuevo disco solista, que será totalmente en español (a diferencia de mis tres últimos discos, que fueron o bien en francés, o bien bilingües) y se orientará hacia una temática más bien “romántica”, es decir de puras y emotivas canciones de amor. Sólo tengo que encontrar el tiempo y el dinero para embarcarme a grabarlo. Mi idea es grabarlo de una manera más veloz y más fresca (es decir menos obsesiva) que mis discos anteriores. ¡Espero que sea pronto!