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Mundo religión | política | corrientes religiosas

Iglesias y neofascismo

Religión, política y politiquería

En este artículo, "Religión, política y politiquería", el autor reflexiona sobre el papel de ciertas iglesias en el apoyo del neofascismo. Por Jair de Souza (Rebelión).

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Para empezar a esbozar una respuesta a esta inquietud, es importante que tengamos claridad sobre un aspecto pocas veces resaltado: lo que es, o debería ser, único y exclusivo de cada ser humano es la vinculación espiritual que se tiene, o se cree tener, con el mundo espiritual. Sin embargo, las organizaciones o corrientes religiosas son todas, sin ninguna excepción, intrínsecamente políticas, dado que todas las relaciones entre los seres humanos son, siempre e inevitablemente, políticas, ya que no existe sociedad humana sin política.

Sucede que, por desconocimiento de algunos y por mala fe de otros, ha crecido la tendencia de clasificar como política tan solo las actividades de carácter partidario.

Muchas veces esto se hace de manera consciente con el propósito de impedir o dificultar que las mayorías populares entiendan lo que está detrás de las condiciones de vida imperantes en la sociedad en la que viven.

En primer lugar, para que no haya ninguna duda de que no pretendo engañar a nadie sobre mi posición, quiero dejar claro que no sigo ninguna religión. ¡De ninguna manera! No creo en otra vida, posterior a la terrenal en la que nos encontramos.

En segundo lugar, tengo plena convicción de que, en caso de estar equivocado y tras mi fallecimiento ser sorprendido con la continuidad de nuestra existencia en un plano espiritual, el hecho de haber alimentado o no una creencia religiosa no debería tener absolutamente ninguna relevancia para determinar el tipo de futuro que tendré en esa otra condición.

Las razones para que yo piense así son varias. Para empezar, solo me pasa por la mente la certeza de que, para ser respetado, amado y seguido, Dios debería ser obligatoriamente la expresión máxima de la bondad, la justicia y la solidaridad. Por lo tanto, ese Dios jamás, de ninguna manera, se guiaría por principios impregnados de egoísmo y exclusivismo. Un ser inherentemente bondadoso no podría nunca juzgar, condenar o salvar a sus criaturas con base únicamente, o principalmente, en una fe y servilismo ciego. No tengo ningún reparo en decir que el papel de un Dios digno solo podría ser el de inducir a sus seguidores a practicar siempre el bien.

Sin embargo, como instrumentos de política que son, las organizaciones o corrientes religiosas reflejan las aspiraciones de los grupos humanos que las hegemonizan.

Así, de igual manera que lo hacen los propios partidos políticos, estas instituciones religiosas tienen como objetivo hacer que los intereses de los grupos sociales que defienden sean considerados por el resto de la sociedad como si también fueran los de la mayoría de la población. Es por eso que los partidos políticos de derecha y extrema derecha nunca pueden explicitar al público que se proponen resguardar los privilegios de la minoría explotadora. Ocurre lo mismo con las iglesias y corrientes religiosas neofascistas, como las actuales vinculadas al neopentecostalismo.

Hablando de iglesias neopentecostales, no hay nada que pueda ser más contrario al simbolismo de Jesús encontrado en los textos de los Evangelios que las predicaciones y propuestas defendidas por estas verdaderas empresas de comercialización de la fe. Si Jesús tenía como su preocupación máxima la lucha por los derechos de los más humildes y necesitados, los capitalistas dueños de las iglesias neopentecostales colocan sus instituciones a operar completamente a favor de los sectores más ricos y explotadores de nuestra sociedad.

Como consecuencia de lo que acabamos de mencionar, en lugar de actuar como el Jesús de los Evangelios y dedicarse principalmente a servir a los pobres y procurar liberarlos de las injusticias que sufren bajo el yugo de los explotadores, la prioridad de los propietarios de esas empresas-iglesias es garantizar que los ricos y poderosos puedan seguir beneficiándose a costa de las mayorías desfavorecidas.

Todo esto es parte de la política.

Solo que, en este caso, nos referimos a la política en su sentido más deplorable y despreciable, es decir, a la politiquería, que no es más que utilizar herramientas políticas con el propósito de engañar a las víctimas incautas del significado real de lo que se está predicando y practicando.

Soy de la opinión que la mejor y más eficaz manera de derrotar a las mafias neofascistas que dirigen las iglesias neopentecostales es recurrir al nombre y a las enseñanzas del propio Jesús. Y aquí, no es necesario salir del ámbito de la vida social real y extrapolar hacia el campo espiritual. Basta tomar en cuenta los ejemplos constantes en los Evangelios de cómo el propio Jesús enfrentaba los desafíos y agresiones que se hacían al pueblo con el cual él estaba totalmente identificado. Y, evidentemente, estos siempre eran los más necesitados y desprotegidos.

Por lo tanto, para estar verdaderamente comprometido con las causas de Jesús, nadie necesita ni debe obedecer pasivamente a nadie que manipule su nombre con el objetivo de alcanzar metas muy diferentes a aquellas en las que él estaba comprometido. Estará con Jesús todos aquellos que se empeñen por alcanzar el mundo de justicia por el cual él se sacrificó.

Es importante que no dejemos de resaltar que Jesús nunca aceptó la visión racista y hegemónica de que Dios tendría un pueblo elegido, al cual le daría preferencia. Este tipo de comportamiento se ajustaría mucho más al diablo, y no a un Dios que merece ser respetado y seguido. A la luz de esto, es simplemente monstruoso que ciertas iglesias que se dicen cristianas estén apoyando uno de los genocidios más horrendos ya practicados en la historia de la humanidad, es decir, el exterminio del pueblo palestino por las fuerzas militares del Estado de Israel, que cuenta con uno de los ejércitos más bien armados del planeta. Quien acepte o no se incomode con la matanza de tantos seres humanos indefensos, en su mayoría niños y mujeres, no puede absolutamente tener ninguna identificación con Jesús.

Jesús también jamás exigió que sus seguidores demostraran ser capaces de cometer ninguna monstruosidad para dar pruebas de su lealtad hacia él. Por eso, nunca vimos a Jesús actuando diabólicamente hasta el punto de exigir a alguien que sacrificara a su propio hijo para demostrar su adhesión. Si Jesús fuera capaz de actuar así, no se diferenciaría casi nada del diablo. Afortunadamente, no existe ningún relato de su vida en el que tal aberración haya ocurrido.

Para resumir lo que he estado tratando de expresar, considero que el simbolismo del legado de Jesús es muy importante y valioso para que siga siendo usado y abusado exactamente por aquellos que más se identifican con los perseguidores y responsables de su prisión, tortura y muerte en la cruz. No olvidemos que los verdugos de Jesús fueron los que dirigían las instituciones religiosas del Antiguo Testamento en aquellos tiempos, es decir, los ascendientes de los actuales dueños de las iglesias que hemos estado mencionando.

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Traducido del portugués para Rebelión por el propio autor.

Fuente: https://desacato.info/religiao-politica-e-politiqueria-por-jair-de-souza/

FUENTE: Rebelión.

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