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Mundo Zelenski | pacto |

ESTRATEGIA

Una apuesta camuflada de inversión: ¿el acuerdo de minerales trae seguridad para Ucrania?

El pacto entre Washington y Kiev sobre la explotación de recursos estratégicos va mucho más allá de una mera colaboración económica. Por Andrés Tudares (Mundiario).

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La firma del acuerdo entre EE UU y Ucrania para la explotación conjunta de minerales estratégicos representa un hito trascendental que no puede entenderse únicamente en términos económicos. En realidad, es una jugada geopolítica de largo alcance que moldea el equilibrio de poder en Europa del Este, redefine la postura negociadora de Kiev frente a Moscú y busca anclar a Washington en el futuro postbélico de Ucrania.

Es, también, un acto de pragmatismo que evidencia hasta qué punto Kiev está dispuesta a sacrificar privilegios soberanos a cambio de seguridad implícita.

En tiempos normales, Kiev no habría firmado un acuerdo de estas características. Pero Ucrania no vive una normalidad desde 2014, y mucho menos desde el 24 de febrero de 2022, cuando Vladimir Putin lanzó una ofensiva a gran escala con el objetivo de subyugar definitivamente al país vecino. La ambición del Kremlin no se limita a ocupar territorios: quiere reconstruir el ‘Mundo Ruso’ y convertir a Ucrania en una suerte de Bielorrusia bajo control indirecto.

El pacto de minerales estratégicos y tierras raras llega en un momento de desgaste político y militar para ambos bandos. Washington, frustrado por el estancamiento diplomático y los costes de una guerra que parece interminable, ha optado por afianzar su presencia a través de una vía menos visible: la inversión directa.

El acuerdo, que otorga un reparto del 50 % del fondo inversor a cada parte y mantiene los recursos bajo soberanía ucraniana, no implica pago alguno por la ayuda militar pasada ni condiciona la entrada de Ucrania en la Unión Europea. Tampoco concede a EE UU el control de activos estratégicos ya existentes. En cambio, sienta las bases para que Kiev reciba financiación, tecnología y respaldo político a medio plazo.

Zelenski blinda su alianza con EEUU

Para Kiev, el acuerdo representa mucho más que un mecanismo de atracción de capital. Es una señal clara a Moscú: EE UU no se irá. La alianza con Washington —y, por extensión, con una futura administración Trump— se convierte así en un escudo indirecto, una especie de seguro político ante una posible retirada del apoyo militar explícito. Volodímir Zelenski ha preferido blindar esta alianza, aunque el pacto no incluya las ansiadas garantías de seguridad. La lectura desde el Kremlin es evidente: con empresas estadounidenses instaladas en territorio ucraniano, cualquier avance militar ruso tendría ahora consecuencias económicas para Washington.

Este nuevo marco introduce un matiz importante en las negociaciones de paz, que siguen sin visos de avance. Al incluir intereses empresariales estratégicos, el conflicto adquiere un nuevo actor implícito: el capital estadounidense. Cualquier acuerdo de alto el fuego o resolución deberá tener en cuenta que parte del subsuelo ucraniano está codificado en términos de inversión bilateral. El exasesor del Kremlin, Serguei Markov, lo expresó con crudeza: Trump se asegura con este acuerdo un argumento para seguir gastando en la guerra, si así lo decide. Y en paralelo, crea una plataforma desde la cual negociar con Moscú desde una posición más sólida.

El temor en Kiev es comprensible. Aunque el pacto con EE UU implica oportunidades de crecimiento económico y reconstrucción, no sustituye el suministro urgente de armas, inteligencia y ayuda logística. Ucrania ha ganado un respaldo económico, pero no ha amarrado lo más apremiante: garantías de defensa activa. Sin embargo, en el tablero internacional, este acuerdo podría dificultar que Rusia logre sus objetivos sin antes sentarse a negociar en condiciones que ya no son exclusivamente militares.

El pacto no compromete la soberanía de Ucrania

También hay un factor electoral en juego. Con Donald Trump emergiendo como figura dominante en la política estadounidense, Kiev necesita demostrar que puede colaborar con cualquier inquilino de la Casa Blanca, incluso uno más volcado en los negocios que en la geopolítica clásica. El acuerdo permite a Trump vender internamente la narrativa de que ha conseguido que Ucrania “pague” por la ayuda, aunque esta versión distorsione la realidad. Para Zelenski, mientras tanto, el acuerdo es una forma de comprar tiempo y evitar que Ucrania vuelva a ser percibida como un gasto sin retorno.

A la luz de los hechos, el acuerdo es tan simbólico como estratégico. Representa una cesión forzada, pero también una reafirmación de soberanía: Ucrania elige con quién comparte sus recursos y bajo qué condiciones. Y al hacerlo, demuestra que, en plena guerra, la diplomacia de la inversión puede ser una herramienta tan poderosa como los tanques.

El acuerdo sobre minerales entre EE UU y Ucrania no solo fortalece los lazos económicos entre ambos países, sino que redefine el marco político del conflicto. Implica un nuevo tipo de disuasión frente a Rusia, condiciona las futuras negociaciones de paz y convierte al capital estadounidense en una nueva línea del frente. Mientras las bombas siguen cayendo, Kiev juega con inteligencia sus cartas: mantener a Estados Unidos dentro del tablero es, por ahora, la mejor garantía de supervivencia.

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*Andrés Tudares. Colaborador de MUNDIARIO, es licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, egresado de la Universidad Dr. Rafael Belloso Chacín (URBE).

FUENTE: Mundiario.

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