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DIPLOMACIA VACÍA

Amistad con opositores

La diplomacia del canapé, dando sus frutos a los intereses que sirve. No a Uruguay.

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La política exterior, una vez más, es el talón de Aquiles del gobierno. Como el presidente se maneja por marketing, vender su imagen importa más que el futuro del país. Mientras, nuestra diplomacia está a la deriva. Es más, ya nadie cree que la maneje Bustillo, quien además se encarga de decirlo. La mayoría de gente no sabe que una buena política exterior vela por sus necesidades cotidianas. No es una prioridad ciudadana.

Cuando asumió Bustillo, tomando distancia de su antecesor Talvi, calificó su política como la “diplomacia de cóctel y de canapé”. A confesión de partes, relevo de pruebas. De todos modos, si de pruebas se trata, que el presidente haya viajado un 25 de agosto a Argentina para estar en la recepción de festejos de la embajada es muy sintomático.

Todo terminó en la frivolidad de una fiesta de la farándula argentina. Una emocionante selfie del jefe de Estado con Mirtha Legrand presidió una recepción en la que estuvieron presente todos los líderes de la oposición argentina. No había nadie del gobierno. Todo muy curioso. Creí que mi amigo Enciso había sido designado por su histórica relación con el peronismo. También que uno de los motivos de designación de Bustillo, además de haber jugado al rugby -no hace surf-, era su amistad con el presidente Fernández.

O sea, Bustillo canciller para llegar a Fernández y Enciso embajador por su relación con los peronistas hacen de acólitos del presidente que festeja el 25 de agosto en Argentina y solo con la oposición. Raro. En mis años de embajador nunca tuve un brindis con el presidente sin presencia de su par.

En mis años, los ministros iban incluso a la plaza ante Artigas. Luego a un menos fastuoso brindis. Un día veremos por qué, en términos históricos, pasar un 25 en Argentina demuestra una ignorancia tremenda. Hoy queremos quitar todo protagonismo al diplomático de carrera (o a las carreras), Bustillo, y al properonista Enciso. Es una definición más de fondo: este gobierno se relaciona con oposiciones y no con gobiernos.

Así en varios países. Son muchos los casos, por lo que no puede ser casualidad. Lo de Argentina no es una excepción, sino una política. Igual actitud, aunque por distintos medios y formas, ha hecho el gobierno con Colombia, Chile, Brasil, Venezuela, etc. Con Argentina no es la primera vez.

Países estos, con gobiernos de diversos signos ideológico-programáticos. Si se piensa en una relacionamiento que repercuta en el bienestar de la gente, lo importante son los gobiernos. Por otra parte, es lo que mandan las normas internacionales. Los Embajadores deben relacionarse con el espectro más amplio dentro del país. Pero están acreditados ante los gobiernos. Cuando se rompen relaciones es con el gobierno, no con la oposición. Cuando se tienen, también.

¿Es por tonto o por cipayo? Tiendo a pensar que si el gobierno elige, lo hace relacionarse con el que gobierna. Pero si le hace mandados a un tercero, por ejemplo a Estados Unidos, se relaciona con quien sirva mejor dichos intereses. Y eso, relacionarse con las fuerzas afines a Estados Unidos, es el común denominador de los interlocutores de nuestra política exterior.

La fiesta del 25 fue lo más grotesco y caricaturesco. Pero durante la pandemia hubo una campaña mediática del presidente Lacalle II contra las políticas de Fernández en los medios opositores. En Colombia, el mandatario visitó al saliente presidente Duque, sin siquiera ver al electo. No fue a su asunción. En Brasil, se puede decir que la cercanía es con Bolsonaro. Cierto, pero a este le queda exactamente un mes para perder las elecciones.

Finalmente si de muestra valen (muchos) botones, en la interpelación al canciller, la senadora Bianchi, en su defensa, calificó a varios presidentes de narcogobernantes. Cierto es que el presidente deslindó responsabilidad. Pero Bustillo, presente en sala, guardó riguroso silencio. Ello nos generó un serio conflicto diplomático en el que además del canciller colombiano intervino el propio presidente.

La diplomacia del canapé, dando sus frutos a los intereses que sirve. No a Uruguay.

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