Textos: Daniel Alejandro
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Salimos a caminar en un viaje imaginario por Montevideo; ese viejo y querido Montevideo que conoce de memoria y supo ser testigo del despertar de sus pasiones políticas y sus inicios en el Partido Colorado. En la cara nos golpean aires libertarios, como si el mismísimo Domingo Arena estuviera acompañándonos en este redescubrir de una ciudad que ambos amamos.
¿Cómo calificar a este joven político uruguayo? Inteligente, audaz, irreverente. Sabemos que en más de una oportunidad dijo “no” cuando era más fácil decir “sí”. Y es que sus ojos delatan fidelidad y compromiso. Hoy, alejado de aquel partido que lo vio crecer, aunque no así de los ideales batllistas que lo forjaron, lidera el sector independiente Unión de Izquierda Republicana (Unir) y dirige la división de Turismo de la capital uruguaya. Puedo percibir de aquí a cuatro años, el Montevideo que todos soñamos en esta charla con este orejano, Fernando Amado.
Vamos a la imaginación: en este momento sale a caminar por Montevideo y en una esquina se encuentra con Domingo Arena. Lo invita a tomar un café y la primera pregunta que le hace es: “¿Qué es de la vida de mi Partido Colorado?”
Le respondería que muerto Batlle y su generación, el partido fue sobreviviendo a distintas vicisitudes políticas y coyunturales del país. Si tuviera que definirlo de forma muy gruesa, diría que nada fue igual después del Golpe de Terra. Desde entonces, el partido debió convivir con corrientes muy disímiles, siempre con el temor de partirse, y en algún momento sucedió. Hoy, el Partido Colorado es un partido chico, de mediano porte en términos de apoyo popular, con un electorado avejentado y no necesariamente perteneciente a las clases populares que eran las que tanto sostenían el batllismo. Pasó a ser un partido mucho más homogéneo en el pensamiento, definido en un acento de derecha. Quizás eso también ha empobrecido su capacidad de seducción al electorado.
¿Cree que el Partido Colorado está en el CTI?
No, lo que pasa es que hay que adaptarse a los distintos momentos históricos. Hay que saber que la vida y la política son dinámicas, y así como en su momento fue el partido que ocupó el gobierno durante muchos años, hoy ocupa otro lugar. El cambio fue muy abrupto para los espectadores: pasó de ser primero a ser tercero; de tener el poder a estar en el medio, ni favorito ni enemigo. Este momento histórico lo va consolidando en un lugar del escenario político que no deja de ser importante. Tiene su peso en el Parlamento con diputados y senadores, ha ganado la coalición multicolor, cuenta con figuras en ministerios y entidades estatales, etcétera. Ocurre que es muy difícil reconvertirse como partido si se sigue haciendo lo mismo. Hay un viejo dicho que dice que para cambiar una situación, tenés que cambiar lo que estás haciendo. El partido quiere mejorar su situación, pero si no cambia la receta va a ser difícil.
¿Su olfato político le dice que este Partido Colorado seguirá apoyando a la coalición hasta el final?
Depende mucho de quién sea el que tome la decisión, más allá de que pueda conversarse entre distintos órganos dentro del partido. ¿Por qué digo esto? Porque es probable que haya dos tendencias. Una de ellas sería representada, paradójicamente, por Sanguinetti, que intuyo por cómo se ha pronunciado que cree en la tesis de seguir apoyando al gobierno hasta el final. Pero, por otro lado, hay gente con su savia más nueva que sí puede tener una postura distinta, entendiendo que es legítimo y natural que las coaliciones duren un cierto período de tiempo, dos o tres años, y que en el último tramo electoral se rompan. Esto no quiere decir que no siga teniendo gobernabilidad. Pienso que puede haber una camada de gente más joven con esa idea. Habría que ver cuál de las tendencias prevalece.
Con el diario del lunes, ¿en algún momento se arrepintió de haberse ido del partido?
No, para nada. Me parece que ha sido un proceso muy sano para ambas partes. Por un lado, el Partico Colorado ha seguido su rumbo sin que nadie haya planteado algo muy diferente a lo que la gran mayoría proyectaba y deseaba; y por el otro, Unir ha logrado encontrar su identidad, generar su marca, tener su propio andarivel. En términos surfísticos, está variándose al ritmo que tiene que variarse para ser un sector nuevo, conformado por gente joven pero con experiencia. Personalmente, tengo la oportunidad de aprender muchísimo desde un lugar de gestión, diferente a lo que es el Parlamento. El político en Uruguay se va haciendo a medida que va transcurriendo en los distintos lugares que le toca ocupar. Acá no hay una escuela de cómo hacer política, está el instinto, el talento, la idiosincrasia, las ideas, pero también el expertise que uno va adquiriendo en la primera etapa política. Yo tuve la suerte de llegar muy joven al Parlamento y eso me dio una experiencia espectacular. Ahora puedo estar del otro lado del mostrador en otra faceta, que creo es importante para completar de alguna manera la formación política integral. No solo puedo llegar a ser un político de oratoria, retórica y debate ideológico, sino también capaz de llevar adelante la gestión y la obra con todo lo que implica ocupar un puesto de jerarca, la administración de recursos humanos y una cantidad de cosas más. El desafío es, después de cinco años de gestión, haber contribuido con un granito de arena para que mejore la situación del turismo en Montevideo.
¿Cuáles son sus prioridades como director de la División de Turismo?
Tuve el honor y la suerte que se reconociera todo mi trabajo y se me ofreciera nada más y nada menos que ocupar un puesto muy importante dentro de la intendencia. No solo por el escalafón de jerarca, sino porque el turismo siempre ha tenido un lugar importante, especialmente en estos tiempos de pandemia que exigen una transformación. El turismo hoy es un flagelo tremendo, pero todo este contexto debe verse como una oportunidad para que cuando la tormenta pase, podamos afrontar la nueva realidad en mejores condiciones. Aprovechando que no hay otra, queremos desacoplarnos del turismo extranjero para dar más lugar al turismo interno. Es cierto que desde siempre resulta mucho más atractivo invertir en el turista extranjero que es quien trae el grueso del dinero, pero estamos en un buen momento para que Montevideo mejore sus estructuras no solo para recibir al visitante cuando regrese, sino para atraer también al turista local. El desafío es que el montevideano tome conciencia de que no es turista en su departamento porque no quiere, ya que tiene todo para serlo. Hay una cantidad de cosas que no valoramos porque las vemos todos los días. Nos solemos mover por una especie de tubos, de la casa al trabajo, del trabajo a club. La idea es romperlos y que descubran la belleza de nuestra ciudad.
Por ejemplo, hacer algo con las casas de grandes escritores como Onetti, que la gente conozca dónde nacieron y vivieron los personajes más grandes de Uruguay.
¡Claro! En Montevideo tenemos un montón de historias para contar. Desde que asumimos estamos trabajando en eso; luego con la pandemia tuvimos que detener la movilidad y dedicar los esfuerzos al pienso, lo cual también fue muy aprovechable. El problema de base sigue siendo el mismo: cuando viajamos de un punto al otro de la ciudad, no tenemos el cerebro en modo turista. Está demostrado que el plano visual que utiliza la persona cuando está en modo rutina es distinto al de modo turista, que tiende a mirarlo todo, tener la cabeza erguida, contemplando la arquitectura y tratando de descubrir cosas constantemente. Nosotros recorremos Montevideo sin apreciar su belleza, y esta es una ciudad para disfrutar todo el año por la riqueza que tiene no solo desde el punto de vista estructural, sino también cultural. Montevideo es un lugar de destino por el que ha pasado gente realmente importante y muchos no tienen conocimiento de eso. Nuestra responsabilidad es poner al alcance del ciudadano todas esas historias para descubrir este increíble rincón cultural rioplatense.
¿No le gustaría hacer algo similar a lo de Avenida Corrientes de Buenos Aires reconociendo a nuestras figuras del mundo de la cultura?
Totalmente. Estamos trabajando muy cómodos y entusiasmados con la Dirección de Cultura, con María Inés Obaldía, porque nos parece absolutamente imposible separar el turismo de la cultura. El turismo tiene distintos flujos de estímulo; uno puede ser todo lo visual, pero luego está el turismo deportivo, náutico, de compras, de reuniones. Tenemos mucho para ofrecer a los uruguayos de todos los rincones del país. Aquí en Montevideo tenés la posibilidad de bajarte en Tres Cruces y tener todos los servicios habidos y por haber al alcance de la mano. Hay muchas ofertas a nivel cultural y gastronómico, se puede disfrutar de las playas, los deportes, las vistas de lugares como el Cerro, el movimiento del Centro de Montevideo como punto de encuentro para extranjeros y locales. Cuando pasamos por un lugar imponente como Ciudad Vieja lo hacemos mirando el piso o el celular, y me ha pasado hacer el ejercicio de mirar hacia arriba y encontrarme con construcciones de gran refinamiento y simbología. Hay rincones en los que si te tomás una foto, podés decir que estás en cualquier lugar del mundo.
La consigna entonces es mirar Montevideo con cara de turista
Así es. Y esto no es solamente un tema de gestión o administración de la realidad. Yo desarrollé un concepto ideológico a través de todo esto. Ninguna gestión tiene sentido sin un concepto ideológico detrás, así entiendo la política. Administrar es una cosa, llegar a un lugar para tratar de transformarlo es otra. Es fundamental aplicar tu línea ideológica en las transformaciones que proyectás. El viejo Batlle decía que cualquier inversión en Montevideo no es un gasto. Fue él quien después de haber viajado por el mundo, se dio cuenta que un país debía tener tres cosas fundamentales a nivel de ciudad: lugares de recreación como grandes parques del estilo del Prado; avenidas grandes que proyecten el crecimiento de una ciudad a por lo menos 50 años, y monumentos laicos. No es casualidad que un símbolo como el Palacio Legislativo, que representa el poder del pueblo, se ubique en uno de los puntos más altos de la ciudad. Esa concepción tiene mucho que ver con el pensamiento de Batlle. Y trasladándolo a lo que nos compete, el concepto ideológico batllista que hay detrás del turismo interno es muy fuerte. Hoy, tenemos un Uruguay fragmentado socialmente. “Yo al Cerro no voy ni loco”, es una de las tantas frases que vivimos escuchando. También es cierto que lamentablemente hay territorios donde vos o yo no podemos entrar sin estar acompañados. Por culpa del narcotráfico y otras cuestiones, ciertos lugares se cerraron en sí mismos. El turismo es una herramienta formidable para atraer una política activa de trabajar este concepto montevideano-turista y romper con estas fragmentaciones. Montevideo te abraza, te invita y te da mejores servicios para que disfrutes de un departamento que lo tiene todo. Entonces, vamos a ir generando cosas en lugares espectaculares como el Cerro, que hasta ahora no se visitan por temas de seguridad o prejuicio, comenzando así la recuperación y revalorización de la ciudad toda. Animémonos a descubrir todo lo que tiene Montevideo para dar.
La última: ¿cree que hoy Domingo Arena estaría dentro del Frente Amplio o del Partido Colorado?
Estoy seguro de que no estaría en el Partido Colorado.