El fiscal de Crímenes de Lesa Humanidad, Ricardo Perciballe, solicitó 22 años para el exmilitar José Tomás Puigvert, quien fuera acusado de ser coautor del crimen de Aldo Perrini.
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Perrini vivía en la ciudad de Carmelo y tenía una heladería junto a su hermano. El 26 de febrero de 1974 fue detenido en el marco de una operación en la que detuvieron a jóvenes frenteamplistas de la ciudad, que habían realizado pintadas contra la dictadura. Perrini, un hombre ya maduro, padre de tres hijos, no pertenecía a ese grupo de cuasi adolescentes, pero estaba en la mira de los represores por su aversión a la dictadura, que no ocultaba y que difundía desde el mostrador de su comercio, muy popular en la ciudad de Carmelo. En la madrugada del 26, Perrini, junto a los jóvenes, fue conducido al Batallón 4º de Colonia, donde fue sometido a torturas que se prolongaron en el tiempo. El 3 de marzo, luego de una sesión particularmente intensa de tortura, Aldo Perrini se desvaneció, luego de lo cual, fue atendido por un médico, que dispuso su traslado al hospital central de las FF.AA. en Montevideo. Según consta en el documento de la Fiscalía, a la altura del km. 110 de la ruta 1, Perrini falleció a consecuencia de un paro cardíaco. Sus jóvenes compañeros de infortunio aún recuerdan a «Chiquito» Perrini por su valentía y su humor. El mismo humor que rezumaba por debajo de la capucha, cuando en plena tortura voceaba «¡Heladoooos!», haciendo sentir a los adolescentes que estaba junto a ellos. La misma valentía que expuso esposado en el camión del traslado cuando reaccionó airadamente contra el intento de abuso realizado en la persona de una chiquilina detenida. El asesinato de Perrini se mantuvo oculto durante muchos años hasta que accidentalmente, su hijo escuchó una conversación telefónica de su madre, en la que entre susurros, recordaba el hecho. Ese hijo rompió el tácito pacto de silencio impuesto por el miedo y las amenazas y sacó el caso a luz hasta que la justicia actuó y por lo visto, sigue actuando.