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Generación muda: ¿por qué algunos jóvenes no responden el teléfono?

Los millenials prefieren otros métodos de comunicación antes que la llamada tradicional. La ansiedad que provoca tener que ofrecer una respuesta inmediata es una de sus principales razones.

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¿Alguna vez te has preguntado por qué muchos jóvenes no responden el teléfono? “Es que no tenía el móvil a mano”, “lo tenía en silencio” o “estaba con amigos” son algunas de las principales excusas que dan los jóvenes para no contestar una llamada telefónica. ¿Será por eso que a la millenial o a la Z las llaman la generación muda?

Según el estudio Generation mute, millenials phone call statistics  realizado por BankMyCell, recibir una llamada supone una intromisión en la vida cotidiana. Y además consume demasiado tiempo. Al menos, eso es lo que reconocen el 75 % de los jóvenes entrevistados para esta investigación.

Para un 75 % de los jóvenes, recibir una llamada supone una intromisión en la vida cotidiana.

La muestra estaba formada por 1200 jóvenes estadounidenses nacidos entre 1981 y 1996. De hecho, las palabras de Enric Soler, profesor de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), defienden las conclusiones de este estudio.

Es una intromisión que el joven no sabrá cuánto tiempo lo mantendrá ocupado“, asegura. Por no hablar de la percepción generalizada de que “quien llama tiene más necesidad que quien recibe la llamada”.

¿Por qué la llaman la generación muda?

A partir de investigaciones como las realizadas por BankMyCell, a este segmento de la sociedad se le ha empezado a llamar la generación muda. Pero, ¿por qué los jóvenes de hoy en día no cogen (mucho) el teléfono?

  • Supone una distracción. Las llamadas telefónicas pueden suponer una fuente de estrés para algunos jóvenes, ya que están obligados a enfrentarse a ella de manera inmediata. Por eso esta generación suele preferir los mensajes de texto, ya que pueden contestarlos cuando consideren. De este modo, tendrán tiempo suficiente para preparar la respuesta más adecuada.

  • Quita tiempo. Hoy en día, existen muchos otros sistemas comunicativos que se adaptan fácilmente a nuestros hábitos y estilos de vida. Incluso mandar audios nos permite meditar la respuesta y regrabarlo las veces que haga falta. En ningún caso nos obligarán a dar una respuesta inmediata.

  • Pueden decir algo de lo que arrepentirse. Es cierto que a esta la llaman la sociedad de la inmediatez. Aunque las generaciones más jóvenes no se sienten tan capacitados para ofrecer respuestas en el momento en el que se produce la consulta. Por eso prefieren tomarse su tiempo y contestar cuando realmente se sientan preparados.

  • Las palabras desaparecen con el viento. En una sociedad de la información donde todo se encuentra en la nube, la comunicación oral cada vez tiene una menor vigencia. Tener las cosas por escrito nos permite recordar las palabras exactas a las que deberemos responder cuando llegue el momento.

De todas formas, la encuesta realizada por BankMyCell recoge las principales razones que dan los jóvenes para no responder determinadas llamadas telefónicas.

Cerca de un 75 % de los encuestados reconocen que las llamadas consumen demasiado tiempo, mientras que un 64 % habla de la dificultad de atender a personas con alguna necesidad. El 55 % reconoce no contestar ciertas llamadas cuando está llegando a un evento, y otro 49 % intenta evitar que le pidan algún favor.

Cambio de los hábitos comunicativos

También hay que entender que los hábitos comunicativos están sufriendo cambios importantes. Y es en los jóvenes donde mejor se refleja este cambio de paradigma.

El Informe sobre la Sociedad Digital en España muestra que no solo los jóvenes, sino que el conjunto de la población española prefiere comunicarse por WhatsApp. De hecho, un 95,1 % reconoce que prefiere ese método a otros sistemas de comunicación.

Esto es especialmente llamativo en el ámbito familiar. Los mensajes de texto superan a la comunicación en persona en un 86,5 % de las comunicaciones familiares. Y esto ocurre en todos los segmentos de la población española.

“La generación muda percibe la llamada tradicional como una estrategia comunicativa arriesgada”.-Ferrán Lalueza, profesor de Estudios de Ciencias de la Información de la UOC-

“Los millenials y la generación Z han integrado la comunicación mediante plataformas asíncronas”, explica Enric Soler. Es decir: que muchos jóvenes se sienten más cómodos en sistemas de comunicación en los que no es necesario “coincidir en el tiempo los dos interlocutores”. Al fin y al cabo, “les resulta más fácil, cómodo y menos intrusivo”.

Las llamadas pueden resultar molestas

Otro aspecto a tener en cuenta es que las llamadas pueden resultar molestas. Especialmente, entre los más jóvenes. Según Ferrán Lalueza, profesor de Estudios de Ciencias de la Información y la Comunicación de la UOC, la generación muda percibe la llamada tradicional como “una estrategia comunicativa arriesgada”. Es cierto que en una llamada no puedes borrar ni desdecir ninguna de tus palabras.

“Esto les genera menos seguridad y confianza que emplear una nota de voz“, continúa el profesor de la UOC. Una de las ventajas que los jóvenes ven en este otro sistema es que pueden “repetir su alocución tantas veces como sea necesario antes de enviarla”.

¿Estamos realmente en la sociedad de la inmediatez?

Es cierto que nos encontramos en la sociedad de la inmediatez, pero todo esto esconde una curiosa paradoja. Deberían ser las generaciones más jóvenes las que mostrasen esta cualidad de los tiempos en los que vivimos. Pero nada más lejos de ello, ya que son esas nuevas generaciones las que más tiempo necesitan para consumar sus actos comunicativos.

Una de las principales razones es que los métodos de conversación tradicional suponen una importante fuente de ansiedad para las generaciones más jóvenes.

Y es que la generación muda no termina de sentirse del todo cómoda en conversaciones “presenciales y síncronas”. Tal y como advierte Enric Soler, esa falta de seguridad hace que “se pongan en marcha mecanismos de defensa como «el evitar». Al fin y al cabo, “si no responden, no hay oportunidad de poner a prueba ese déficit de habilidades”.

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