Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
coronavirus | pandemia |

Lecciones de la primera pandemia global

Por Rafael Bayce.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Hace medio año que la humanidad está alerta por la aparición de una nueva epidemia viral. Hace tres meses que fue declarada ‘pandemia’ por la OMS. Y hace un poco más de dos que la sufrimos en Uruguay. Y se trata, nada menos, que de la primera epidemia realmente global de la historia de la humanidad: las anteriores habían sido locales o parcialmente internacionales.

Ninguna epidemia, hasta el presente, había abarcado a casi toda la humanidad, aunque para ser más precisos lo es más por la globalización del pánico mediático que por la difusión biológica del virus. Sin ir más lejos, esta paranoia hipocondríaca tiene su paralelo y complemento con el pánico por la seguridad, alimentado por variadas catástrofes naturales (tsunamis, inundaciones, tormentas eléctricas, incendios, erupciones, lluvias, sequías), conflictos endógenos (raciales, étnicos, religiosos, económicos), conflictos internacionales (guerras, pulseadas geo-político-económicas, terrorismos, criminalidad).

Ya poseemos la suficiente distancia temporal como para extraer algunas enseñanzas de lo que fue el catastrófico comportamiento de la humanidad frente a su primera pandemia global, en especial las decisiones políticas y su vínculo con los especialistas técnicos. Es importante que los enormes errores en cadena cometidos no se repitan, si es que, como lo ha dicho repetidamente Bill Gates, la humanidad enfrentará riesgos pandémicos más inesperados, graves y difíciles en el futuro inmediato.

Seguramente lo primero a corregir sea la pandemia comunicacional inductora de pánico social y político, circunstancia que analizaremos en la columna de esta semana. Para la próxima entrega queda la evaluación de la ‘locura’ de los científicos especialistas, nada menos que el control sociopolítico de sus cálculos y de sus vínculos con los decisores políticos.

 

La desmesura mediática de errores técnico políticos

El pánico social global frente a la pandemia del coronavirus ha seguido pautas muy precisas. Vengo estudiando la construcción social de la desmesura desde hace 35 años, y la fragilidad de la ciencia y de sus delicados vínculos con las decisiones políticas desde hace más de 40, con concentración 1977-1983 (econometría) y 2010-2019 (atribución causal, marihuana y criminalidad). Las siguientes son algunas breves indicaciones de cómo ha sido usted inducido o inducida al pánico sanitario en el caso concreto del coronavirus, a través de modos de comunicación mediáticos que se introyectaron en la opinión pública y en los decisores políticos, todo articulado desde errores técnico científicos sorprendentemente indetectados y seguidos.

Uno. Mediante el manejo de las cifras de contagiados y muertos en números absolutos, sin relativizarlos según los tamaños de las poblaciones en que ocurrían, ni frente a situaciones similares en el pasado ni frente a otras causas de muerte con las cuales comparar y calibrar su importancia. Cuando la gente se sorprende, por ejemplo, de que ¡ya hay como mil muertos diarios en Brasil o en Estados Unidos!, no se recuerda que los brasileños son 220 millones o los estadounidenses 330 millones, y que, en esos totales, mil muertos no son como mil muertos entre nosotros o en países mucho menos habitados. Impresiona el número absoluto, sin darse cuenta qué porcentaje son del total poblacional. Ni tampoco se comparan esos números absolutos con los de otras enfermedades o infecciones que se producen junto a la focal. Ya hemos hecho el repetido ejercicio, en columnas anteriores, de ver que los números del coronavirus son menores que los de muchas de las principales causas de muerte, en el mundo y en Uruguay. También hemos visto cómo los números actuales no se comparan con los de años anteriores, tantas veces poco diferentes de los actuales, pero que no se habían focalizado para la atención pública en años anteriores, sin vigencia de la pandemia comunicacional (acoso médico mediático, lo llamó Pablo Goldschmidt). Por todo esto es que usted termina razonablemente asustado o asustada.

Dos. Existe una disciplina llamada ‘retórica’, cultivada en la práctica por los sofistas griegos del siglo VI AC, denunciada como inmoral por Platón, pero sistematizada por Aristóteles, que consiste en generar convicciones en audiencias individuales o colectivas, persuadiendo cognitivamente mediante argumentos que no son casi nunca ciertos, ni demostrativos ni conclusivos. Dice Aristóteles que casi todo el cotidiano es manejado desde incertezas o falacias argumentales, pero que persuaden por su apariencia demostrativa de verdad, realidad, moralidad o corrección técnica. Aristóteles escribe su Retórica en el siglo V AC y la complementa con su Poética, que muestra que a la persuasión cognitiva la acompaña la seducción emocional. Retórica + Poética rigen el cotidiano, con sus apariencias de realidad, verdad, moralidad y corrección técnica. Lo muestra también en un libro sobre las Argumentaciones sofísticas. Vaz Ferreira hace un poco de eso entre nosotros, en especial en su Lógica viva.

Pues bien, en la pandemia comunicacional del coronavirus no solo se hace el manejo de los números que vimos, sino que se introducen dos figuras retóricas de convicción artifactual: hipérbole y lítote, que, además, se usan simultáneamente, multiplicando el efecto potenciado de ambas: la hipérbole es la magnificación de algo, por ejemplo, de los modos recién vistos, no relativizando las cifras a los totales poblacionales, no comparándolos con años anteriores a la misma fecha ni con otras causas de muerte. Se magnifican unas (hipérbole) y se invisibilizan o minimizan otras (lítote).

En el crucial mes de marzo de 2020, se magnificaron los estruendosamente equivocados cálculos exagerados del equipo de Ferguson (hipérbole) mientras se escondían e invisibilizaban las críticas y los más acertados cálculos alternativos de científicos del máximo prestigio (lítote), pero que no contribuían al lucrativo pánico comunicacional montado. Quienes hemos leído ya hace más de 40 años el Cómo mentir con estadísticas o Use and abuse of statistics, de Reichmann, o El mito de la mensurabilidad, de Houts, entendemos mejor la llamada ‘cuantofrenia’ por Sorokin, y vemos la inducción de pánicos colectivos con la agria sensación de estar desplegándose ante nuestros ojos las prácticas sofistas que sistematizaron Aristóteles y sus continuadores monacales medievales, los retóricos y los avatares de la propaganda comercial, seguida por la política.

No hay universidad norteamericana ni think tank geopolítico o de seguridad que no tenga cursos o institutos de retórica-poética, con bibliografías arrancando siempre de Aristóteles. Y los resultados hace muchos años que están a la vista, refulgentemente con la inducción del pánico del coronavirus, que ya está cediendo un poco porque la gente ha visto que no era para tanto y lo ignora crecientemente. Que no se crean gobernantes y virólogos que las medidas tomadas aplanaron la curva; no fue por esas medidas, muy imperfectamente seguidas, que en realidad aplanaron mucho más la producción, el empleo, la vida social, la paz familiar, transportes, espectáculos, viajes y deportes que las no tan comúnmente exponenciales curvas de la pandemia.

Si usted revisa con antención las curvas que le muestra, por ejemplo, la Johns Hopkins University, diariamente, verá qué pocas curvas exponenciales, qué pocos picos temibles y qué pocas ‘segundas olas’ hubo y hay, vehículos retóricos pseudo científicos del pánico. Pero usted se lo cree y no chequea lo que la prensa, políticos y científicos interesados (hipérbole) le dicen, pudiendo hacerlo o creyéndole un poco a los minimizados disidentes (lítote).

Tres. Le muestran la progresión día a día de infectados y muertos (hipérbole) sin haberlo hecho nunca antes y sin mostrar enfermos y muertos mucho mayores en otras enfermedades, infecciosas o no. ¿Y si le mostraran día a día cánceres, cardíacos, renales, respiratorios, tanto más numerosos? ¿Y si relataran cuánta gente llega para hacerse análisis riesgosos de cáncer, renales, cardíacos? Pero no lo hacen (lítote) y usted se asusta con lo que le magnifican y con lo que no le muestran, lo que disminuiría su susto focalizado.

Cuatro. Casi todos los muertos e internados son ancianos con otras enfermedades graves preexistentes o simultáneas, pero que se diagnostican como muertes por coronavirus, antojadiza e interesada atribución causal de los fallecimientos. Además, las tasas de mortalidad de ancianos internados terminales con otras enfermedades letales fueron aplicadas al cálculo de riesgos de gente más joven, sin internación grave y sin otras enfermedades graves. Por eso, Michael Levitt le dijo a Ferguson que su modelo magnificaba en un 90% la realidad esperable; pero la prensa y los políticos prefirieron los cálculos delirantes (hipérbole) de Ferguson, aceptados como cálculo urgente por la OMS. Pandémicamente viralizados al resto del mundo, generaron la multicatástrofe global inmediata y duradera que sufriremos y de la que tardaremos tanto en recuperarnos, y con secuelas psíquicas graves y desastres sanitarios en todas las áreas oscurecidas por el pánico.

Primera lección de la pandemia 2020. No hacer nada de lo que se hizo y no seguir el pésimo y delirante diagnóstico proyectivo que llevaron a crédulas, irresponsables y cobardes decisiones políticas, disfrazadas de valientes y científicas. El resultado es depredación mediática múltiple de las economías y las sociedades para su mayor lucro por adrenalínicas malas noticias; destrucción de la economía, la sociabilidad, el empleo y la vida familiar, con grandes secuelas psíquicas incluidas. Hay que evitar todo esto en el futuro, y no es solo ni principalmente con vacunas. Hay que crear anticuerpos frente a todas estas pandemias en cadena.

 

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO