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Tiempo de Cuaresma

El ayuno: ¿cuestión de fe o moda del fitness?

¿Cómo funciona el ayuno en las distintas prácticas religiosas? ¿Qué efectos tiene en la salud? ¿Qué diferencias hay entre ayuno y huelga de hambre?

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El calendario cristiano marca que este 22 de febrero es el Miércoles de Ceniza, y con este recordatorio de que “polvo somos y al polvo regresaremos” comienza la Cuaresma, época de recogimiento y purificación espiritual que incluye una milenaria práctica, discutida en el campo de la salud y convertida en moda por los profetas del fitness: el ayuno.

En efecto, lo que ahora defienden con tanto ímpetu los adeptos a la cetosis es un ejercicio de continencia que desde hace siglos siguen los practicantes de distintas religiones, y no precisamente para quemar grasas y bajar unos kilos, aunque en el fondo la idea es la misma, sacrificarse para sentirse bien con uno mismo.

Con tanta hambre y desigualdad en el mundo, cualquiera se preguntaría cuál es la gracia o la ética en privarse de todo festín posible. Para los ateos, abundan las razones de salud para comer con moderación, mientras que para los religiosos, las motivaciones varían según la liturgia de cada credo, por ejemplo:

Purificación espiritual: En muchas religiones el ayuno es visto como una purga de cuerpo y el alma, que acerca lo terrenal a lo divino.

Disciplina personal: Puede ser una práctica de autocontrol y disciplina, que fortalece la voluntad y la resistencia ante las tentaciones.

Gratitud y agradecimiento: También puede ser una forma de mostrar gratitud y agradecimiento por bendiciones recibidas, o una manera de pedir ayuda divina en momentos de necesidad.

Penitencia y arrepentimiento: Ciertas religiones mandan el ayuno como un acto de penitencia y arrepentimiento por pecados cometidos, como requisito para el perdón divino.

Solidaridad y compasión: En otras creencias, el ayuno expresa solidaridad y compasión hacia los menos afortunados, como una toma conciencia de la pobreza y el sufrimiento en el mundo.

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Conexión con lo divino

En sentido general, el ayuno de índole religioso se realiza con el fin de cultivar la espiritualidad, la disciplina y la conexión con lo divino, no importa a qué Dios se le rece, o el credo que se profese:

Islam: el ayuno es uno de sus cinco pilares, y durante el mes sagrado del Ramadán, los musulmanes ayunan desde el amanecer hasta el anochecer.

Cristianismo: se practica en la rama católica, la ortodoxa y varias denominaciones protestantes, en especial durante la Cuaresma, un período de 40 días de penitencia y reflexión previo a la Pascua.

Judaísmo: los hebreos ayunan particularmente en el Yom Kippur, Día de la Expiación, considerado el más sagrado del calendario judío.

Hinduismo: se hace como parte de las prácticas devocionales personales o en ciertas festividades místicas.

Budismo: es común en algunas escuelas budistas, como una forma de purificación y autodisciplina.

Platos típicos

Contrario a lo que algunos pudieran pensar, ayunar no es hacer huelga de hambre. De hecho, todas las religiones antes mencionadas establecen sus horarios para una alimentación frugal, en determinadas horas. La idea es evitar los alimentos “pesados”, como carnes rojas, grasas, lácteos y alimentos fritos.

Así, por ejemplo, los musulmanes rompen el ayuno al caer la noche con el “iftar”, una picada que suele incluir dátiles, agua y algún plato ligero como sopa, ensalada o arroz. Los cristianos comen pescado, particularmente bacalao, así como verduras y legumbres. En Yom Kipur, los judíos cenan pescado, arroz, huevos y pan, y algún higo o dátil. Los ascetas hindúes evitan los granos, la sal y las especias, mientras los budistas comen en sus retiros de meditación vegetales y sopas ligeras, como el miso.

Riesgos y permisos

No obstante, el ayuno no es para todos: ciertas personas deben evitarlo, no importa cuán fuerte sea su fe, porque hay riesgos notables cuando se hace a tontas y locas:

Deshidratación: sobre todo en climas cálidos o durante los veranos, al ayunar es importante beber suficiente agua y líquidos sin azúcar durante el ayuno.

Bajada de azúcar: Si se padece diabetes o hipoglucemia, el ayuno provoca un bajón tan drástico en los niveles de azúcar en sangre que ocurren mareos, debilidad y otros síntomas peligrosos.

Fatiga y debilidad: Durante el ayuno, el cuerpo puede experimentar fatiga y debilidad si hay déficit energético en la dieta, por ello es importante descansar lo suficiente y no realizar actividades exigentes.

Pérdida de masa muscular: Si no se consume suficiente proteína, el cuerpo puede empezar a descomponer los músculos para obtener energía, con la consiguiente pérdida de masa muscular.

Trastornos alimentarios: En algunos casos, el ayuno puede desencadenar trastornos alimentarios como la anorexia nerviosa.

En general, el ayuno es una práctica segura y beneficiosa para la salud, siempre que se haga adecuadamente y bajo supervisión médica. No se recomienda, eso sí, en embarazadas y lactantes, personas de edad avanzada, durante viajes o por razones laborales: alguien cuyo trabajo sea muy exigente física e intelectualmente, no debe privarse demasiado, porque el rendimiento merma.

Además, el hambre suele poner de mal humor a las personas, incluso con las intenciones más puras.

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