"Sister Hong" encendió alarmas sobre privacidad, consentimiento y viralización de contenido íntimo en redes sociales.
La historia se volvió viral en plataformas como Weibo, donde el hashtag Sister Hong superó los 200 millones de visualizaciones en un solo día. La figura de Sister Hong se transformó en meme internacional: usuarios comenzaron a replicar su estilo con pelucas, maquillaje rojo y atuendos similares, mientras que filtros de realidad aumentada, challenges y merchandising satírico circularon en TikTok, Instagram y foros como Reddit. Incluso se reportaron representaciones teatrales en otros países, como Vietnam y México.
El caso ha generado un intenso debate sobre privacidad, consentimiento y los límites del humor en internet. Numerosas víctimas fueron expuestas involuntariamente, sufriendo consecuencias sociales, laborales y familiares.
A la vez, colectivos LGBTIQ+ han denunciado la utilización del caso para alimentar discursos transfóbicos, pese a que el acusado no se identifica como persona trans. La historia de Sister Hong, tan grotesca como mediática, reveló los peligros de la viralización sin ética en la era digital.