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Mundial de fútbol y cumbre de Helsinki : Dos grandes triunfos de Vladimir Putin

En menos de una semana, el presidente Vladimir Putin cosechó dos triunfos que mejoraron enormemente su posicionamiento en la escena mundial; el campeonato Mundial de fútbol fue un triunfo simbólico global de su modelo de gobierno, y la cumbre de Helsinki, con Donald Trump, mostró una gran identificación del presidente de los Estados Unidos con el mandatario ruso.

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Todo el mandato de Donald Trump ha sido una pesadilla para republicanos, demócratas, las Fuerzas Armadas y la Comunidad de Inteligencia de los Estados Unidos, grandes medios de prensa, inmigrantes, intelectuales y trabajadores norteamericanos, pero el último mes superó todo lo imaginable. Mientras estallaba el terrible escándalo de la detención de migrantes en las fronteras, a los que se separaba de sus hijos, los que eran encerrados en jaulas para animales (escenas que ni el más duro corazón republicano desea ver, aparte de que saben bien que volverán en contra de sus intereses políticos, y que destrozan la imagen de Estados Unidos en el mundo), los azorados norteamericanos vieron al presidente de Estados Unidos atravesar el mundo para elogiar a Kim Jong – un (un peón de Xi Jimping); abofetear y humillar a los socios históricos de Estados Unidos (el G7); para finalmente negar la labor de los servicios de inteligencia de su país y afirmar que no hubo injerencia rusa en las elecciones de 2016 ante el jefe de los enemigos históricos de EEUU: el presidente Vladimir Putin (“el único agente de inteligencia soviético que ganó una elección en EEUU”, según comienza siempre sus conferencias Paul Krugman), quien no pudo evitar reír levemente varias veces en la cara de Trump. Ello ocurrió en la llamada Cumbre de Helsinki, que tuvo lugar el lunes 16 en la histórica ciudad, que fue sede de encuentros realmente trascendentes. Mientras tanto, el fiscal especial Robert Mueller, que sigue trabajando en silencio en la llamada ‘trama rusa’, imputó el viernes 14 de julio a doce oficiales de inteligencia militar rusa por robar y divulgar documentos de la campaña de Hillary Clinton, y sustraer información personal de 500.000 votantes, con el objetivo de ‘interferir’ en las elecciones de 2016, siendo esta la primera imputación que implica directamente al actual gobierno ruso, aunque por el momento no se habla de acciones coordinadas con ciudadanos estadounidenses. En razón de ello, el senador demócrata Chuck Schumer pidió a Trump que cancelara su encuentro con Putin en Helsinki afirmando que: “estas acusaciones son una prueba más de lo que todo el mundo parece entender excepto el presidente: Putin es un adversario que interfirió en nuestras elecciones para ayudar a ganar a Trump”. Como recuerda El País de Madrid, “en su primer año de pesquisas, Mueller ha presentado cargos contra 32 personas (25 de ellas rusas) y tres empresas, se ha condenado a una, ha interrogado a buena parte del entorno de Trump, ha confirmado la intromisión electoral rusa, y ha logrado que tres exasesores del primer mandatario se declaren culpables de delitos (…) y cooperen con la investigación.” Trump ha intentado tres veces destituir al fiscal especial (un respetadísimo exjefe del FBI de reconocida filiación republicana), y las tres fue disuadido ante el argumento de que esa decisión (que acaso no encontrara ejecutor), precipitaría de inmediato una reunión bipartidaria como la que decidió el impeachment (evitado por la renuncia gestionada por Henry Kissinger) de Richard Nixon en agosto de 1974. El informe final de Mueller -que podría citar antes a declarar al actual presidente bajo juramento, circunstancia que este ya ha rechazado- podría acusar al primer mandatario o depositar en el Congreso la eventual decisión de someterlo a un juicio de destitución. ¿Qué ocurrió en Helsinski, y qué escenario espera a Donald Trump cuando regrese a Washington?   La histórica Cumbre de Helsinki La célebre ciudad ha sido sede de renombrados encuentros entre mandatarios estadounidenses y rusos. En 1990 George Herbert Walker Bush y Mijail Gorbachov trabajaron sobre el escenario que planteaba el mundo tras la caída del Muro de Berlín y la inminente caída de la URSS, que implicaba el fin de la Guerra Fría. En 1997, Bill Clinton y el primer presidente de la Rusia postsoviética, Boris Yeltsin, acordaron temas armamentísticos y de estrategia global sobre el rol de los estados que se habían separado de la URSS. Esta vez la agenda de Helsinki planteaba formalmente el tema de Siria y Bashar el Asad, Corea del Norte y la guerra comercial entre EEUU, China y la Unión Europea, por ahora. Pero todos los observadores del mundo sabían que el tema central era la injerencia rusa en las elecciones norteamericanas de 2016, y el eventual involucramiento de Donald Trump en dicho proceso. Sorprende que el presidente de los Estados Unidos haya sido tan torpe y tan autoacusatorio en sus dichos. Parece estar dando razón a la abundante literatura que afirma que Vladimir Putin lo tiene literalmente prisionero a raíz de supuestos videos comprometedores que se habrían tomado en varios de sus viajes a la ‘Gran Madrecita’ Rusia. Porque es indudable que en la llamada Cumbre de Helsinki los dos presidentes coincidieron en que el gobierno ruso de Vladimir Putin no interfirió en las elecciones de Estados Unidos en 2016. Donald Trump (luego de cuatro horas de conversaciones, de las cuales dos transcurrieron a solas), despreció a los servicios de inteligencia de su país al responder a la pregunta de si confiaba en ellos. Afirmó que si bien el director de la CIA le había dicho que hubo injerencia rusa (en realidad fueron doce organismos pertenecientes a la llamada Comunidad de Inteligencia, varios de ellos pertenecientes a las tres armas, N. de R.), él personalmente “no tenía ninguna razón para creerlo (porque) el presidente Putin fue extremadamente firme y convincente en su negativa hoy”. Fue el único tema sobre el que hubo conclusiones, ya que los dos presidentes salieron de Helsinki expresando en un comunicado sus buenos deseos de “cooperar en los desafíos globales, después de conversaciones sobre una serie de temas que incluyeron desde Siria, Ucrania y China hasta la imposición de aranceles y el tamaño de sus arsenales nucleares”. Trump se empeñó en afirmar que «había sido un muy buen comienzo», en felicitar a Putin por el campeonato mundial, calificó la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre la trama rusa como «un desastre». Por su parte, Vladimir Putin, convertido en superstar global, simplemente afirmó que «el Estado ruso nunca ha interferido y no planea interferir en los asuntos internos de Estados Unidos», lo cual es negado por todos los servicios de inteligencia de dicho país, además de enfrentar acusaciones de similares injerencias por parte de Gran Bretaña (en el tema Brexit), Cataluña e incluso Francia.  

Las reacciones en Estados Unidos

Las actitudes del presidente Trump en la Cumbre de Helsinki le valieron una lluvia de críticas por parte de líderes políticos de los dos partidos, académicos, diplomáticos, observadores y periodistas. El director de la CIA, Daniel Coats, comunicó formalmente que «hemos sido claros en nuestras evaluaciones de la injerencia rusa en las elecciones de 2016 y sus intentos continuos y generalizados de socavar nuestra democracia», y John Brennan, director de la CIA entre 2013 y 2017, afirmó en Twitter que «la actuación de Donald Trump en la rueda de prensa de Helsinki excede los delitos graves y faltas. No ha sido menos que traición. No solo los comentarios de Trump fueron estúpidos, sino que está completamente en el bolsillo de Putin. Patriotas republicanos, ¿dónde estáis?». El diplomático Martin Indyk escribió que «la conferencia de prensa de Trump-Putin dejó una cosa clara: el presidente de los Estados Unidos se ha convertido en una amenaza para los intereses nacionales de los Estados Unidos». En vocero de la Cámara de Representantes, el ex-Tea Party Paul Ryan, sostuvo que «el presidente debería apreciar que Rusia no es nuestro aliado. (…) No hay una equivalencia moral entre Estados Unidos y Rusia, que sigue siendo hostil a nuestros valores básicos e ideales», en tanto que el líder del partido Demócrata en el Senado, Chuck Schumer, dijo que «el presidente de Estados Unidos mostró un comportamiento peligroso y débil al ponerse del lado del líder ruso». «En toda la historia de nuestro país, nunca los estadounidenses vieron a su presidente apoyar a un adversario de Estados Unidos como @realDonaldTrump ha apoyado al presidente Putin», afirmó Schumer en Twitter. Matt Groening, creador de ‘los Simpson’, quien predijo que Trump sería presidente hace años, sostuvo que «lo increíble es la cantidad de gente que ha dejado a un lado su reputación para alinearse con este payaso despreciable y autoritario. Trump es un estúpido que no sabe lo estúpido que es. Realmente no lo sabe». La condena más severa, por su peso ético, provino del senador republicano John McCain (el candidato derrotado por Obama en 2008, héroe de la Guerra de Vietnam, que está muriendo de cáncer), quien afirmó que la conferencia de prensa en Helsinki «es uno de los desempeños más vergonzosos de un presidente estadounidense que podamos recordar. Ningún presidente de Estados Unidos se ha humillado de forma más abyecta ante un tirano que Donald Trump». El senador republicano Jeff Flake escribió en Twitter que «nunca pensé que viviría para ver a un presidente estadounidense subir al escenario con un presidente ruso, y culpar a Estados Unidos por una agresión de Rusia. Es vergonzoso». Si el fiscal especial Robert Mueller presenta pruebas contra Trump por supuesta coordinación con el gobierno ruso en la llamada ‘trama rusa’, no parece haber hoy defensores a la vista. Y menos que menos en las Fuerzas Armadas y los Servicios de Inteligencia.

El fútbol y la globalización, según Eric Hobsbawn
Vladimir Putin es el gran triunfador de la batalla simbólica que fue el campeonato Mundial de Fútbol 2018, que mostró a la Federación Rusa como un paradigma de organización, orden y fraternidad interracial, sin contar la imagen final de la lluvia torrencial que cayó sobre la ceremonia final mientras un único gran paraguas negro protegía su figura. Quien no considere al fútbol como una de las grandes competencias de la humanidad peca de candidez. En entrevista publicada por Folha de Sao Paulo el 30 de setiembre de 2017 (titulada El fútbol de hoy sintetiza la globalización, el eminente historiador y filósofo inglés Eric Hobsbawm (1917 – 2012) manifestó que: “El fútbol sintetiza muy bien la dialéctica entre identidad nacional, globalización y xenofobia de nuestros días. Los clubes se convirtieron en entidades transnacionales, empresas globales. Pero, paradójicamente, el fútbol sigue ocasionando fidelidad de los aficionados locales a los equipos. Quizás lo que hace de los campeonatos mundiales un fenómeno tan interesante es que podemos ver a países en competencia. El fútbol alberga en su interior el conflicto esencial de la globalización. Los clubes quieren ser dueños a tiempo completo de los futbolistas, pero también necesitan que jueguen con sus selecciones para que se legitimen como héroes nacionales. Mientras tanto, los clubes de países de África o de América Latina se están transformando en centros de reclutamiento y por lo mismo empiezan a perder el atractivo para la afición local, como sucede con los equipos de Brasil y Argentina”.
 

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