Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME

LA UNIDAD HACE LA FUERZA

Pará un poquito

Por Ema Zelikovitch.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

La entrevista a Lucía Topolansky y la rueda de prensa de la Coordinadora de Feminismos de Uruguay reflejan dos formas de entender el feminismo y el paro, que, si bien son distintas, no son contradictorias.

En el marco del Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo, diversas voces de diferentes sectores se pronuncian al respecto de temas relacionados con la violencia de género, con el feminismo, con el machismo, e incluso con el derecho o no que tenemos las mujeres de parar. La red se ha llenado de notas que exponen las razones por las que las mujeres deberían parar el 8 de marzo, y parecen no ser pocas, precisamente. Sin embargo, hay diferencias entre las opiniones y probablemente esa sea la riqueza del movimiento feminista: su diversidad. Entre las razones más afianzadas, por así decirlo, se considera la de erradicar la violencia machista, defender la igualdad laboral, visibilizar las tareas de cuidados con las que cargan las mujeres, combatir el acoso y el abuso en todas sus formas, demostrar que, si paran las mujeres, para el mundo, hacer frente a la cultura patriarcal y ejercer el derecho a huelga, que es de todas y de todos.

Lejos de las teorías demagógicas que nos sitúan a las mujeres en el lugar en el que históricamente siempre nos han querido -el lugar de la bruja, de la mala, de la vengativa y de la provocadora-, venimos en son de paz, aunque cueste creerlo. No queremos, de hecho, igualdad entre hombres y mujeres, porque eso supondría que cada 14 minutos un hombre llamara a denunciar violencia por parte de su pareja; no queremos igualdad entre hombres y mujeres porque eso supondría que se quedaran en casa cuidando de ella, de niños y niñas, y de mayores o personas dependientes; no queremos igualdad porque eso supondría que hubiera menos representación política de hombres que de mujeres; no queremos igualdad porque, de hecho, no somos iguales. El feminismo ha venido a pedir equidad y equilibrio para un mundo en el que las mujeres cobran 25% menos que los hombres por realizar el mismo empleo, cargan con las horas de trabajo de cuidados no remunerado y tienen un cuerpo que parece ser posesión de toda una sociedad, entre otras muchas cosas.

El 8 de marzo, que es un día de paro para las mujeres, es también un día de reflexión y de movilización, y esto no es sólo para las mujeres. Se ha extendido ya el discurso que defiende e impulsa la participación de los hombres y su involucramiento o toma de contacto con un movimiento que, en definitiva, reivindica que exista para hombres y mujeres una igualdad de derechos y obligaciones como ciudadanos, y una equidad con respecto a los privilegios y a las oportunidades. Por tanto, este movimiento, esta causa, no lucha por un género en detrimento del otro, y tampoco por un modelo de feminismo en detrimento de otros. Dentro del movimiento feminista hay diferentes reclamos, diferentes perfiles, diferentes prioridades, diferentes formas de militar y personas de diferentes características. Sin embargo, hay consensos básicos y objetivos comunes que conforman el sentido de la lucha y que operan como base, como puntos de partida primordiales para poder avanzar y evolucionar en la misma dirección.

Las mujeres sufren opresión en muchos ámbitos de su vida y los feminismos tratan de, en primer lugar, visibilizarlo y, en segundo lugar, de combatirlo. Ese combate, no obstante, no ha de ser en clave destructiva, sino en clave deconstructiva, y hay cientos, miles de formas de transmitir y de practicar esa deconstrucción. Más allá de los matices, de las discrepancias y de las discusiones que pueda generar una visión u otra, tiene que dar igual para las feministas que Lucía Topolansky, en una entrevista concedida a El País el pasado 4 de marzo, dijera que ser feminista es extremista, alegando: “Yo pienso que sí, que tiene algunas expresiones que sí lo son. Todos los ismos en realidad tienen ese problema. ¿Defensora de la mujer qué quiere decir? Yo creo en la igualdad”. O la visión más tajante, si se quiere, de la Coordinadora de Feminismos, que en una rueda de prensa concedida la tarde del 6 de marzo, aseguró: “El 8M es un día de lucha y resistencia. Nosotras lo pensamos, lo militamos y organizamos ciertas cosas, como el autocuidado y los cortes de calle, además de las intervenciones, pero hay muchas cosas que las mujeres están haciendo más allá de nosotras. Esto es parte del movimiento y parte de la transformación de cómo hacemos política”. Hay dentro del movimiento por la equidad entre hombres y mujeres visiones discordantes y usos de distintos términos y formas para definir la misma realidad, pero sería una pena para la causa perder el tiempo y la energía en centrar el foco en dicha disparidad en lugar de aprender del diálogo que a partir de ella puede surgir y que es, de hecho, el elemento que más ha fortalecido al movimiento a lo largo de los tiempos.

El feminismo, para ser feminista, ha de pensar en la diversidad como eje transversal a sus causas y motivaciones, y ha de poder acoger en su seno a todas las mujeres, sin importar si para definirse prefieren el término “feminista”, “defensora de la mujer” o “defensora de la igualdad”. Tienen que estar todas, y que no falte ninguna. Hay muchas feministas que critican la postura de Lucía Topolansky, pero creo que, para hacer un análisis de su discurso, es imprescindible la contextualización. Los tiempos han cambiado, las reivindicaciones y sus formas también y, por supuesto, la desigualdad que sufrimos y cómo la sufrimos cambia también, aunque exista un desequilibrio que, de facto, sustente todas las formas de opresión: las relaciones de poder. Sin embargo, y más allá de las críticas y del titular morboso de la entrevista a la vicepresidenta, existe por su parte el reconocimiento de los logros de los movimientos feministas (entendió que hay muchos, cosa que no es sencilla): haber puesto sobre la mesa algunas cuestiones fundamentales.

Patricia González, directora de la Asesoría para la Igualdad de Género de la intendencia, habla de la necesidad de mayor equidad para que todas y todos vivamos más felices. Diálogo, libertad de elección, relaciones sanas, igualdad de oportunidades, menos estereotipos, una educación distinta, una cultura diferente, políticas públicas, inversión económica en servicios especializados, reacción ante las injusticias cotidianas relacionadas con la violencia machista, no pedir permiso… Estoy segura de que ninguna mujer estaría en contra de estos valores y reivindicaciones, y estoy segura también de que hay muchas formas de militar y trabajarlos, pero el feminismo se juega las dos manos a que alcanzar dichos objetivos supondría, efectivamente, una vida mejor para todas y todos. “Yo digo que cada una debe tener la libertad en igualdad de elegir el modelo que se le cante”, afirmó Topolansky. Y no podría estar más de acuerdo. Si no empezamos por respetarnos, por acercarnos a la compañera que, probablemente, discrepe con una misma en muchas cosas, pero coincida en muchas otras, difícilmente alcanzaremos ese sueño anhelado, esa razón de vivir de muchas, la salvación, literal, de nuestras vidas: el final de una sociedad machista y violenta.

Para ellos es necesario un ejercicio de deconstrucción de una misma, empezando por sus valores y sus creencias para, sin traicionarse, lograr ser permeable a las demás y a lo que pasa alrededor. Ese ejercicio sirve para comprender que la lucha feminista tiene como principal objetivo derribar roles y posiciones que nos son impuestos tanto a mujeres como a hombres, pero que cada una, desde el lugar que ocupa, los percibe, interpreta y vive de la forma que puede, o de la manera que quiere y que, bajo ninguna circunstancia, unas formas son menos válidas que otras. Nada es más potente que convertir la lucha de una en la lucha de todas. Nada.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO