Según ese comunicado, dicha práctica sería “absolutamente irregular e ilegítima”, dado que la FUS posee una cuenta institucional habilitada para ese tipo de depósitos. Por ello, se intimó a ambos dirigentes a devolver los fondos en un plazo de tres días y se resolvió realizar una auditoría contable que abarque los últimos cinco años de gestión.
La defensa de Jorge Bermúdez
Consultado por Caras y Caretas, Bermúdez sostuvo que las acusaciones “son falsas” y que la situación denunciada fue maliciosamente distorsionada. “Lo que hay acá en el fondo es una operación política en contra de quienes pensamos distinto sobre la conducción actual de la FUS”, afirmó.
El dirigente, con más de tres décadas en el Consejo Central del gremio, se mostró indignado por lo que considera una “difamación” y aseguró que iniciará acciones legales junto a su abogado. “Ni yo ni el secretario de Finanzas tenemos ninguna cuenta personal donde se reciba dinero del Fondo de Formación. Eso es mentira. Es una canallada”, sentenció.
Cómo funcionaba el fondo
Bermúdez explicó que el Fondo de Formación Sindical fue creado en 2008 a través de una resolución de Consejos de Salarios, que estableció que las instituciones privadas de salud debían aportar $25 por afiliado. Inicialmente, los fondos eran administrados por el Ministerio de Salud Pública, pero en 2014, mediante una nueva acta de Consejos de Salarios, se resolvió que dejaría de actuar como agente de retención y se abrió una cuenta en el Scotiabank, a nombre de la FUS.
Más recientemente, en marzo de 2025, también por reunión de Consejos de Salarios se acordó el traspaso de dichos fondos al Banco República. Como en el Scotiabank todavía quedaba un remanente de dinero, $180.000 (hoy quedan $40.000), se resolvió el 11 de julio, con la anuencia de la Comisión Fiscal y un informe del secretario de Finanzas a toda la Dirección Nacional, que en agosto —es decir, hoy que comienza el mes— se transferirían todos los recursos al Banco República. Esta operación se realizará hoy, cuando comience el operativo bancario. Todo esto es de conocimiento del Consejo Central de la FUS y de todos los trabajadores y dirigentes que participaron en la Dirección Nacional el 11 de julio, reiteró.
Además, enfatizó que la cuenta donde se recibían los fondos no era personal, sino una cuenta conjunta de la federación, como fue práctica habitual antes de que la FUS obtuviera personería jurídica hace dos años. “Fuimos nosotros quienes impulsamos la regularización jurídica”, recordó.
Acusaciones cruzadas y fractura interna
Más allá del eje financiero, Bermúdez apunta directamente al actual liderazgo de la FUS, al que acusa de haber roto con los principios históricos de unidad y debate de ideas que caracterizaron al sindicato. “Hoy se intenta ensuciar a compañeros porque algunos creen que ese es el camino en política sindical. Nosotros estamos absolutamente lejos de eso”, declaró.
También cuestionó la resolución votada por ocho integrantes del Consejo Central —a la que considera “antidemocrática y antiestatutaria”— que limita las licencias sindicales y establece que todos los gastos deben ser autorizados por el secretario general y el secretario adjunto. “Eso es un acto de control político para restringir a quienes piensan diferente”, denunció.
Como respuesta a lo que considera un desvío autoritario de la actual conducción, Bermúdez reveló que junto a otros 13 dirigentes sindicales —de Montevideo y del interior— están evaluando la creación de una nueva corriente sindical dentro del gremio. “Queremos una opción basada en la verdad, la unidad y la lucha, valores que hicieron grande a la FUS durante estos 60 años”, sostuvo.
El trasfondo político
La tensión viene escalando desde el último congreso del sindicato, en el que la votación fue reñida y varias decisiones generaron malestar entre las bases. “Muchos no querían que se tomaran las decisiones que se tomaron, y ahora recurren a campañas de desprestigio”, afirmó Bermúdez. “Quienes hoy nos acusan, fueron propuestos por nosotros mismos para integrar esta dirección. No pueden aceptar que hay diferencias legítimas”.
Para Bermúdez, la gravedad del episodio daña sobre todo a la federación. “Lo más triste es que en un contexto en que ser sindicalista es demonizado por los grandes medios, esta maniobra interna termina echando más leña al fuego”, lamentó. “No lo vamos a permitir. Vamos a defender nuestra trayectoria y nuestra verdad”.