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Chile |

Victoria constituyente en Chile: un golpe profundo para los gobernantes

Luego de que el ‘Apruebo’ ganara el plebiscito para cambiar la Constitución redactada bajo la dictadura de Augusto Pinochet, miles celebraron la victoria, la importancia de la democracia y elogiaron el derecho a la protesta. El resultado también mostró sin censura la desafección de los chilenos hacia la clase política, que quedó al margen de la gesta ciudadana.

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La confirmación de que Chile tendrá una nueva Constitución hizo que miles de chilenos regresaran el 25 de octubre a la Plaza Italia, el centro neurálgico de las celebraciones en el país y epicentro del estallido social del año pasado, a celebrar el resultado a pesar de la pandemia.

Un ejército de limpiadores municipales dejaba a primeras horas de la mañana de nuevo la plaza puesta a punto para la próxima celebración. En el suelo se veían plásticos, latas de refresco, piezas huérfanas de ropa, banderas perdidas y, en muchas ocasiones, botellas de espumante, como se le dice a la champaña en Chile.

No era para menos. Los chilenos tardaron más de 40 años en sacudirse el legado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), un legado que aún perdura en individuos e instituciones a pesar del dolor generado en la aciaga época.

Pero no fue sencillo. El ideólogo de Pinochet, Jaime Guzmán, dejó todo amarrado en la Carta Magna para que los chilenos se acordarán de él muchos años después de ser asesinado en 1991, en un sonoro atentado del grupo armado izquierdista Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que esta vez no erró en su objetivo tras un fallido intento de matar a Pinochet.

La Constitución de Pinochet se construyó teniendo en su base a la familia y no a la persona como objeto de derecho, consagra la supremacía de grupos intermediarios (empresas) y la subsidiariedad del Estado y establece quórums muy altos (de más de 2/3) que permiten a una pequeña minoría (1/3) bloquear cualquier progreso social declarándolo anticonstitucional.

La lucha por el aborto libre, la mejora de la educación o cambiar la ley de aguas que favorece el uso privado de este recurso se han topado siempre con la misma barrera: fueron declaradas inconstitucionales en el Congreso o a través del poder del Tribunal Constitucional.

La historia de Chile comienza un nuevo capítulo a partir de este 26 de octubre, luego de que los chilenos decidieran de forma aplastante (78%) redactar una nueva Constitución.

“Este es el primer día del futuro. Hemos obtenido un triunfo que no pertenece a los que estamos acá (políticos), sino a la ciudadanía y al pueblo movilizado, que ha construido con dolor, angustia y rabia un triunfo repleto de esperanza”, dijo Heraldo Muñoz, presidente del Partido por la Democracia (PPD).

Muñoz hace referencia a que los partidos políticos no formaron parte de este proceso sino que quedaron al margen del mismo, también de forma apabullante por el 80% que votó por una Convención Constitucional donde los políticos no intervengan en la nueva Carta Magna.

Tampoco hubo grandes discursos ni atribuciones durante el proceso que llevó a los chilenos, tras un año de violentas, masivas y constantes protestas, a cambiar su Constitución.

Para muchos, el triunfo aplastante del ‘Apruebo’ es un castigo a los políticos. “Era la forma de hacer un cambio estructural, pues en 30 años ningún político ha sido capaz de mejorar las condiciones de vida de los chilenos. Gracias a las movilizaciones del año pasado nos dimos cuenta que los políticos se protegen entre ellos y gobiernan para ellos (…) Lo que pasó ayer fue un rayado de cancha, un golpe profundo a los gobernantes en el sentido que se les va a quitar el poder que tenían sobre nosotros y que mal han utilizado”, dijo el abogado Mauricio Urrutia, de 37 años, quien ve un futuro más esperanzador aunque la nueva Constitución es solo “el principio de una nueva base política” y queda “aún mucho por caminar”.

Del lado del Gobierno, el presidente Sebastián Piñera dijo en la noche del 25 de octubre que «hasta ahora, la Constitución nos ha dividido. A partir de hoy, todos debemos colaborar para que la nueva Constitución sea el gran marco de unidad, de estabilidad y de futuro» pero llamó a no ignorar la Carta Magna de 1980 mientras se hace el nuevo texto porque «una Constitución debe recoger la herencia de las generaciones que nos antecedieron, la libertad y voluntad de las generaciones presentes y la esperanza de las generaciones que vendrán».

Pero otra de las conclusiones más llamativas que deja el plebiscito es el mapa del ‘Apruebo’, que muestra un rechazo mayoritario únicamente en aquellos lugares donde se concentra la mayor riqueza del país (los barrios ricos de Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea) donde vive el pequeño porcentaje de chilenos que concentra la riqueza.

“Aquí gana la gente, gana la ciudadanía, aquí pierde de manera estrepitosa la derecha más radical que se jugó por el ‘Rechazo’ (…) Este es el peor resultado que ha sacado la derecha en toda su historia”, señaló el analista político Germán Silva.

“Queda relativamente fortalecida la institucionalidad del Gobierno y el Estado de Chile, que logró sacar en pandemia una consulta tan compleja como esta con una participación gigantesca”, agregó el analista a France 24.

No en vano, la consulta fue calificada el lunes por el director del Servicio Electoral (Servel) Patricio Santamaría como “la mayor votación de la historia de Chile” en cuanto a votos absolutos y resaltó que el aumento de la participación de la ciudadanía era una razón para celebrar.

Votaron 7.562.173 ciudadanos de los 14.796.197 habilitados para hacerlo.

«Una nueva Constitución es una oportunidad histórica para revertir las profundas inequidades»

Después de la celebración, queda un arduo trabajo por delante, el que tendrán que llevar a cabo los 155 ciudadanos chilenos elegidos en abril para redactar la nueva Constitución.

Tendrán nueve meses para hacerlo, prorrogables por 3 más, para lograr un texto que deberá de ser votado obligatoriamente por todos los chilenos, refrendado o rechazado, en 2022.

Será, además, la primera vez en la historia y en el mundo que una Constitución sea redactada de forma paritaria, en un 50% por mujeres, que podrán plasmar sus impresiones, formas de concebir la política, sus conceptos e intereses también reflejados en una nueva Carta Magna.

“Me parece un gran logro poder tener por fin un órgano que al menos tienda a la paridad que es una deuda histórica con nosotras las mujeres y es una expresión de todas las movilizaciones que hemos hecho todas en los últimos años”, dijo a France 24 Inés Rates, socióloga. “Es muy satisfactorio y esperanzador y creo que efectivamente se le va a entregar a otra mirada”, añadió.

Con la nueva Constitución, también se espera llegar a acuerdos que reserven derechos especiales para los pueblos originarios que en Chile no son reconocidos en el actual texto.

“Sentimos que ese 80%, el verdadero Chile, está también con las demandas de los pueblos originarios que tienen derecho a tener un espacio en sus tierras”, señala Rates.

Una nueva Constitución que tendrá también, está planteado, una mayor conciencia ambiental, puesto que el tema del derecho al agua es uno de los que ha estado presente en los últimos meses. Chile es el único país del mundo donde el derecho al agua no pertenece a los ciudadanos y es un recurso en manos privadas.

“El camino que iniciamos para construir una nueva Constitución es una oportunidad histórica para revertir las profundas inequidades e injusticias sociales y ambientales existentes en el país, para recuperar y soltar nuevas aguas, para reconocer nuestro carácter plurinacional y priorizar la protección de la naturaleza”, dijo Matías Asún, director de Greenpeace en Chile.

Chile despertó, el 18 de octubre de 2019, con un estallido en el que las calles pidieron una mejor salud, educación, pensiones, una distribución más justa de los recursos.

Y despertó el 26 de octubre de 2020, dejando atrás la pesadilla de la dictadura que aún regía la Constitución.

Fuente: Con información de agencias

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