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CON ELÍAS JAUA, PRESIDENTE DE LA COMISIÓN PRESIDENCIAL PARA LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE EN VENEZUELA

“No nos dejen solos, como buena parte de la izquierda dejó solo a Allende”

Elías Jaua es el actual ministro de Educación de Venezuela. En el pasado fue vicepresidente de la nación y uno de los asesores más cercanos al expresidente Hugo Chávez. Hoy tiene por delante un desafío enorme: concretar la realización de una Asamblea Constituyente convocada por el presidente Nicolás Maduro, con el fin de discutir y modificar la Constitución bolivariana para que garantice los derechos de las mayorías ante un escenario en disputa entre proyectos antagónicos.

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Mateo Grille Uno de estos proyectos ocupa legítimamente el gobierno al ganar las elecciones generales con siete millones y medio de votos y responde al liderazgo de Nicolás Maduro y al Partido Socialista Unido de Venezuela. El otro es el proyecto de las élites económicas, que ha salido derrotado continuamente desde 1999, cuando Hugo Chávez llegó a la presidencia de aquel país. Caras y Caretas conversó con Jaua sobre los motivos que llevaron al gobierno de Venezuela a convocar una Asamblea Constituyente y sobre la realidad política en aquel país. ¿Por qué se convoca a una Asamblea Nacional Constituyente? En primer lugar, por la injustificable negativa de la cúpula de la oposición de retomar el diálogo que habíamos comenzado el año pasado para lograr el cumplimiento de los acuerdos que ya estaban firmados y que se lograron con un diálogo en el que participaron delegados de la Unasur, el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, el dominicano Leonel Fernández, el panameño Martín Torrijos y un enviado personal del papa Francisco que también colaboró en la búsqueda del diálogo. Estos acuerdos consistían en que la Asamblea Nacional acataba las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia, con lo que recobraba el pleno ejercicio de sus funciones para legislar, hacer el control administrativo y llevar a cabo el debate político. En esos acuerdos, que están firmados, renunciaba a su intento inconstitucional de hacer un juicio político, ya que dicha asamblea no tiene esas competencias. Y acordábamos solicitarle al Tribunal Electoral un cronograma electoral. Ellos se comprometían a abandonar la violencia y colaborar en la estabilidad política del país, y el gobierno intentaría solucionar y garantizar la estabilidad económica. La primera parte del acuerdo, que correspondía a ellos, no la cumplieron. No acataron al Supremo Tribunal de Justicia. En diciembre ya no realizaron la Plenaria de la asamblea, ámbito en el que reconocerían las decisiones del Tribunal de Justicia. Paralelamente, el gobierno intentó tomar medidas para solucionar los aspectos más difíciles en materia económica, garantizar la protección social de la población, etcétera. La respuesta a todo este esfuerzo fue una emboscada violenta en abril de este año. Nosotros no nos estamos enfrentando con manifestantes pacíficos, ni siquiera con manifestantes violentos como más o menos se conocen, con piedras y cosas de ese estilo. Estamos enfrentándonos con grupos armados, con pistolas, fusiles, francotiradores; incluso, ya hay más de cinco efectivos policiales muertos por disparos de francotiradores. En este contexto, el presidente Maduro apela a la única opción constitucional que tiene para que la población resuelva hacia dónde quiere ir; esa opción es la Asamblea Nacional Constituyente. Allí el pueblo deberá decidir respecto de las normas mínimas de reconocimiento mutuo que deben regir en una sociedad que tiene expresiones de intereses bien antagónicos. Debemos evitar una guerra civil en Venezuela, y para eso se convoca a esta Asamblea Nacional Constituyente, lo cual está avalado por los artículos 347, 348 y 349 de nuestra Constitución.   ¿Qué aspectos de la actual constitución debe corregir esta Asamblea? El objetivo es convocar a un espacio político de debate de los liderazgos de base de la sociedad. La postulación es individual, con lo que efectivamente tendrá la expresión de todos los sectores del país que logren la votación requerida, mediante el voto universal, directo y secreto. De ese debate saldrán propuestas para fortalecer la constitución en los aspectos que el soberano entienda. El propósito fundamental del presidente ha sido convocar a este proceso para que se reconozcan bases de respeto y reconocimiento mutuo. El Estado venezolano debe tener mayores competencias para garantizar la estabilidad del país y evitar agresiones internas y externas, porque hay que seguir teniendo presente que, en virtud de un decreto del expresidente de Estados Unidos Barack Obama, Venezuela sigue siendo una amenaza para la seguridad de Estados Unidos. Estos son temas que nuestra Constitución no prevé cómo abordar, porque es claro que nosotros sí consideramos que en el estado actual de cosas, Estados Unidos es una amenaza para Venezuela. Tenemos que discutir qué decisiones se requieren para garantizar la paz y la defensa de Venezuela.   ¿Cómo se combate hoy a dirigentes de la oposición que además usufructúan cargos electivos y comandan grupos de asalto a organismos del Estado? Pienso en Henrique Capriles y en l diputado Julio Borges. No tenemos forma de hacerlo. El gobernador Capriles y los diputados que están dirigiendo la rebelión armada contra el Estado venezolano gozan de inmunidad. Habría que iniciarles un juicio para la suspensión de esa inmunidad, pero no lo reconocerían y además, si lo hiciéramos, estaríamos ante el chantaje de la presión internacional, porque nos dirían que tenemos presos políticos, etcétera. Yo le pregunto al pueblo uruguayo qué pasaría si el intendente de un departamento llegara a Montevideo e intentara tomar por asalto la casa de gobierno, enfrentara a la Policía nacional con su propia fuerza policial, con hombres armados, con personas encapuchadas, etcétera. ¿Qué pasaría? Esa es la situación actual que tenemos en Venezuela, y frente a esa agresión tenemos que actuar, porque es claro que tenemos que frenar esa rebelión que ellos quieren desatar contra el pueblo venezolano. El Estado tiene la obligación de defenderse frente a estos hechos, y hoy estamos amarrados de manos para repeler esto.   ¿Ustedes ven un plan para desatar la lucha armada en Venezuela? Todavía no han llegado a eso, pero la escalada se dirige a eso, porque quieren generar una confrontación entre venezolanos y preparar el terreno para una intervención extranjera. La presencia de personas con pistolas, fusiles o explosivos que incluso intentaron tomar la base aérea de La Carlota, que es una base militar, nos pone ante ese escenario. Porque ayer [por el martes] intentaron tomar una base militar del Ejército de Venezuela, intentaron quemar helicópteros del Ejército y de los civiles que allí estaban. Y cómo nos defendemos contra eso, en la medida en que es un plan de acción general que busca derrocar al gobierno. En las noches hay francotiradores que disparan contra efectivos policiales que patrullan… Es decir, hay un escenario montado para avanzar hacia una escalada de lucha armada. Ayer desmantelamos a este grupo armado que intentó tomar una base militar en Caracas.   En la actual coyuntura da la impresión de que se impone, en términos políticos, una disyuntiva radical: avanzar o retroceder. ¿Es así? Es que la oposición no tiene intención de reconocer al gobierno como actor. La negativa al diálogo es, de hecho, el desconocimiento del otro, de lo que representa. Ellos nos niegan, no existimos. Y no existimos para la oposición política –que es minoría porque perdió las elecciones– ni para la Conferencia Episcopal, ni para los medios opositores. Somos el gobierno legítimo y no existimos. Lo que están instalando es el germen del fascismo: cuando ya tú niegas al otro, no existe, no hay nada que hablar, no hay nadie del otro lado. A partir de eso, ya se sabe cuáles son las experiencias, y ustedes, los uruguayos, bien que las conocen, porque desgraciadamente las vivieron. Afortunadamente, en Venezuela hay un Estado. No han podido lograr lo que pretendían, que era crear un Estado fallido. Nosotros hemos logrado, con el uso controlado de la fuerza pública, repeler agresiones de todo tipo. Solamente andan armados con agua y gas. Aunque pudiéramos usar al Ejército, no lo hemos hecho todavía. Los estamos confrontando con la Policía Bolivariana, que está dotada para controlar la situación, pero también hay Fuerzas Armadas que, si tienen que intervenir para defender al pueblo venezolano, lo van a hacer. Hoy estamos imponiendo la paz con el uso democrático del orden público. Por sobre todo esto existe la inmensa voluntad del pueblo venezolano, que quiere la paz. Las encuestas hablan de 90% de venezolanos que quieren la paz, y esto no es solamente declarativo, sino acción, porque no han podido lograr lo que querían, que era quebrar al pueblo de Venezuela, quebrar sus organismos, quebrar a su Estado completo y enfrentarnos entre nosotros para justificar una intervención extranjera.   ¿Qué papel le cabe jugar a la región? Mucha comprensión de la realidad, mucha información diversa, mucha valoración de los elementos. A nosotros se nos juzga de una manera muy injusta y muy ligera. Hace un tiempo, un grupo armado prácticamente linchó a un grupo de la Guardia Nacional que estaba dentro de un equipo antimotines, y en su maniobra para escaparse de la situación, los efectivos salieron en el vehículo y arrollaron a una persona, que felizmente está viva. Eso, en el mundo, sale como que el gobierno lanzó las tanquetas para arrollar manifestantes, y eso es falso. También está el caso del joven manifestante al que asesinaron ellos mismos en una marcha, una noticia que después sale por todo el mundo diciendo que quienes lo mataron eran policías. O el muchacho que se quemó solo en una protesta y lo sacan como que lo hubieran quemado los efectivos policiales. Todo eso se asume como verdad en el exterior, y a partir de eso se emiten comunicados de gobiernos, hablan las personalidades y dan opiniones. Pero nadie indaga, nadie investiga, después de la noticia inmediata, que se viraliza en una red social. Pedimos comprensión y respeto. No le pedimos a nadie que se inmole por nosotros, pero sí que tengan conciencia de que en la dirección política de la revolución bolivariana hay revolucionarios y humanistas. Nosotros no somos asesinos ni genocidas, pero tenemos el derecho de defender la paz de la República. Tenemos derecho a gobernar en paz, y eso implica defender al gobierno electo por más de siete millones de venezolanos. Su mandato es hasta el 19 de enero de 2019. Nadie puede justificar esta violencia sobre la base de presionar para que se realicen elecciones adelantadas que no están previstas en la Constitución. Por ahora, además, niegan una alternativa que sí está en la Constitución, que es la Asamblea Nacional Constituyente, que sí implicaría elecciones de centenares de candidatos de manera universal, directa y secreta. La pregunta, entonces, es por qué no se acepta el mecanismo propuesto constitucionalmente para elegir centenares de constituyentes por todo el país, que se encuentren en un ámbito que logre discutir y resolver un modelo social y político que permita convivir a dos modelos sociales y políticos antagónicos. Por un lado, estamos nosotros, que queremos la independencia nacional, la protección social y la fortaleza del Estado en la participación de la vida de la sociedad. Por el otro lado, hay un modelo de subordinación al gobierno de Estados Unidos, ese modelo que quiere reinstalar la exclusión histórica que generó en Venezuela 80% de miseria y que quiere entregar los recursos de los venezolanos a las élites extranjeras. Eso es lo que está en juego. Eso y nada más que eso.   ¿Cómo valora el cambio de postura de Uruguay respecto de Venezuela? No debo pronunciarme al respecto, pero sólo les pido a mis hermanos del Frente Amplio que nos juzguen en el contexto de la situación que estamos viviendo. Y que no nos dejen solos. Que no nos dejen solos, como buena parte de la izquierda dejó solo a Allende. Que no tengamos que lamentar en el futuro 20.000 o 30.000 desaparecidos si en Venezuela se instalara un régimen fascista o si Venezuela fuera llevada a una guerra civil. Así como nosotros no dejamos sola a Cuba y su contexto cuando Fidel tuvo que tomar decisiones duras en la década de 1990, nosotros pedimos que no se nos deje solos. A los revolucionarios de este continente, a los movimientos populares de este continente, les pedimos que no dejen solo al pueblo venezolano. Esta es una lucha por la democracia, por la paz, por la independencia y por el derecho a vivir de las inmensas mayorías, que son cultural, étnica e ideológicamente distintas de las élites pro norteamericanas que intentan imponer a sangre y fuego un modelo de exclusión social y cultural en todo nuestro continente.

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