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«En el acoso callejero nadie nunca tuvo éxito»

Un estudio sobre acoso en la calle realizado por el Colectivo Catalejo y el Espacio de Formación Integral de la Universidad de Ciencias Sociales de la Udelar revela las situaciones cotidianas de acoso que sufren las mujeres.

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El pasado mes de diciembre el Colectivo Catalejo y el EFI de la facultad de Ciencias Sociales presentaron los resultados de un programa que desvela el grave problema que supone el acoso callejero en Uruguay.

Ayer, miércoles 24, Julia Irisity fue entrevistada en TNU acerca de este estudio, que ha contado con cuatro grupos de muestra: mujeres menores de 26 años, mujeres mayores de 27, hombres menores de 25 y hombres mayores de 26. Según contó la integrante del colectivo a TNU, e crearon grupos de discusión para tratar el tema del acoso callejero y comenzar la investigación sobre las diferentes formas en las que afecta a mujeres en función de sus edades.

Este trabajo forma parte de una campaña que se llevará a cabo este año, #LibreDeAcoso, en la que se trata de visibilizar lo que supone para las mujeres de diferentes edades día tras día, transitar por el espacio público. En los grupos de discusión una de las cosas que se desvelaron fue que, por lo general, cuanto mayor es una mujer, menos acoso sufre. Eso hace cuestionarse temas como el prototipo e ideal de mujer y de belleza que, supuestamente, se pierde con la edad. Otro de los elementos importantes del estudio fue dar cuenta de los mecanismos que utilizan las mujeres para evadirse de este acoso: evitar ciertas calles, vestirse más tapada, fingir que una habla por el celular, entre otras.

Además fue ampliamente compartido que cuando las mujeres van acompañadas por hombres no sufren tanto acoso que cuando caminan solas. Con respecto a los hombres, muchos aceptaron la dificultad a la que se enfrentan a la hora de reaccionar ante actitudes de acoso callejero de las que son testigos, pues implica aparentar menor virilidad, menor masculinidad.

La parte complicada de toda esta cuestión es establecer los límites de los llamados ‘piropos’. Asegura la entrevistada que el problema no es el piropo, sino salir a la calle y que todos los días alguien «piropee»: «ellos lo dicen una vez, nosotras lo escuchamos cada cuadra», afirma. Además el acoso no es una forma de acercamiento posible, sino que es la instancia adecuada para que los hombres puedan «demostrar poder».

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