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Atilio Borón explica qué está pasando en Cuba

Atilio Borón, doctor en ciencias políticas de la Universidad de Harvard, académico de la Universidad de Buenos Aires y una de las voces más relevantes de las ciencias sociales en América Latina pone en perspectiva los acontecimientos que tuvieron lugar en Cuba el 11 de julio.

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En entrevista con Daniel Devita, rapero, cantante, músico y escritor argentino, activista comprometido con la liberación de Latinoamérica y el Caribe, el destacado intelectual Atilio Borón pone sobre la mesa el papel de la prensa en los sucesos que ocurrieron en Cuba el pasado 11 de julio.

Para Borón, algunas protestas actuales son comprensibles; otras, probablemente la mayoría, son producto de los dineros y la enorme campaña de desestabilización urdida por la Casa Blanca. Si bien tienen una magnitud muchísimo menor de lo que dice la corrupta prensa hegemónica, la dirigencia de la Revolución se hizo cargo de las mismas y explicó la génesis de esos padecimientos que movilizaron a las calles a pocos cientos de cubanas y cubanos.

«Que han habido errores de gestión macroeconómica; o que las recientes medidas de la unificación cambiaria fueron inoportunas, tal vez tardías; o que los precios relativos se descuadraron considerablemente es indudable. Pero sería absolutamente incorrecto tratar de explicar esos problemas y la reacción de algunos sectores sociales ante ellos sin tomar en cuenta los desquiciantes efectos de un bloqueo que se extiende por seis décadas. He visto y oído estos días a sesudos analistas hablar de los problemas de la economía cubana sin pronunciar ni una sola vez la palabra “bloqueo”. Su ansiedad por recibir la afectuosa palmadita del Tío Sam es tan grande que los lleva a soslayar por completo el papel fundamental que aquél desempeña en el (mal) funcionamiento de la economía cubana».

Sobre el bloqueo económico comercial y financiero Atilio Boró explica  las restricciones para importar y exportar, para adquirir alimentos, medicamentos, insumos médicos, repuestos para el transporte o la energía eléctrica; o el pago a fletes extravagantes por los bienes que entran o salen de la isla, con bancos y agentes comerciales renuentes a hacer negocios con Cuba por las sanciones que el brutal Goliat del Norte promete a quienes violen el bloqueo.

«Si bajo esas condiciones la Revolución Cubana fue el único país de la región con capacidad de producir sus propias vacunas para combatir a la covid-19 (para vergüenza de Argentina, Brasil, Chile o México) y si durante todas estas décadas pudo garantizar acceso universal y gratuito a elevados estándares de atención médica, educación, seguridad social, deporte, la música y la cultura es porque la Revolución ha sido tremendamente exitosa. De lo contrario nada de esto se habría conseguido».

Borón reflexiona además que quienes se erigen en jueces de Cuba y no tienen en cuenta en sus explicaciones el papel decisivo, insoslayable, que en sus actuales infortunios ha jugado la obsesión estadounidense por apoderarse de esa isla no merecen más consideración que la que podría tener un comentarista que al hablar de la Segunda Guerra Mundial y sus estragos obviara mencionar la palabra “Hitler”.

«¿Cómo calificaríamos a ese personaje? Como un inmoral, un charlatán a sueldo, en este caso del imperio que reproduce, con aires de “objetividad científica,” el discurso legitimador de un genocidio».

A lo largo de la historia Cuba -la patria de Martí y Fidel, de Camilo y el Che– ha dado sobradas muestras de patriotismo. Podrá su gente reclamar con fuerza por los problemas actuales, pero de ahí a ponerse de rodillas para ser sometido al yugo de los herederos de los marines que orinaron la estatua del Apóstol en el Parque Central; o de la oligarquía que sólo ambiciona retornar Cuba a su condición colonial; o de los blogueros e “influencers” dispuestos a arrojar su dignidad nacional a los perros por un puñado de dólares hay un enorme paso. Y el pueblo cubano jamás lo dará, aunque tenga que morir en el intento.

 

 

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