De acuerdo al calendario lunisolar chino, el que acaba de iniciar es el año 4714. Según el zodíaco, corresponde al año del mono de fuego, el noveno de su ciclo de doce animales. La característica del mono es su liderazgo natural e innovador, a lo que se suma la gran vitalidad y tendencia a dominar, típicas del fuego.
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Según el horóscopo chino 2016, el mono de fuego tendrá una poderosa y constante motivación para estar en la cima de su campo profesional.
En cambio, el horóscopo político presagia que el nuevo año será el año del presidente Xi Jinping.
El 15 de noviembre de 2012, el Comité Central electo en el XVIII congreso del Partido Comunista de China lo ungió como su secretario general y presidente de la Comisión Militar Central; el 15 de marzo de 2013, tras la confirmación de la Asamblea del Poder Popular, asumió la principal magistratura del Estado.
Por si fuera poco, actualmente encabeza desde los comités e instituciones responsables de la reforma económica, el ejército y la seguridad nacional, hasta la campaña anticorrupción y la implementación y el uso de las tecnologías en la producción industrial. En teoría son muy pocas –y en la práctica, casi ninguna– las esferas claves de la vida política, económica, militar y social que quedan fuera de su dirección, supervisión y control.
Ninguno de sus dos inmediatos antecesores –Jiang Zemin, jefe de Estado y del PCCh de la conocida como tercera generación, y Hu Jintao, principal exponente de la cuarta generación de líderes chinos– detentó jamás tanto poder.
Por último, el horóscopo económico chino nos dice que el año que se inicia, no importa el calendario, será particularmente difícil para China.
Los primeros datos del año para el comercio exterior son elocuentes. Según las cifras publicadas el lunes pasado por la dirección de aduanas, el comercio exterior chino volvió a caer en un contexto de degradación continua de la actividad industrial.
Las exportaciones del gigante asiático cayeron 6,6% interanual en enero (a 174.000 millones de dólares) y sus importaciones 14,4% (a unos 117.000 millones de dólares).
Una parte de la explicación de la caída de las exportaciones está en la disminución de la demanda exterior –en una coyuntura de debilidad económica de muchos de sus socios comerciales–, así como también en el encarecimiento de los costos del trabajo en China, que erosionan su competitividad.
La explicación fundamental es que China –gran consumidor de materias primas y primera potencia comercial del planeta– está concentrada en la construcción de la “nueva normalidad”, en la que el consumo doméstico, los servicios y las nuevas tecnologías sustituirán al comercio exterior y las inversiones como motores del crecimiento económico.
Es precisamente para liderar esa gran transformación, en un mundo que todavía no escapa a las consecuencias de la Gran Depresión, que Xi Jinping asume para sí el liderazgo natural, innovador y dominante del mono de fuego.
A finales de enero el Politburó del PCCh ya había declarado que una “lealtad incondicional” es la principal exigencia política de la hora. Desde entonces, la “completa fidelidad al Partido y a su secretario general” se ha convertido en una fórmula omnipresente en los resúmenes de las reuniones partidarias tanto nacionales como locales, centrales o periféricas.
“Los organismos del Partido a todos los niveles y todos los miembros del Partido deben alinearse en pensamiento y obra con el liderazgo central del Partido, encabezado por Xi Jinping”, reclamaba, en vísperas del año nuevo, el jefe de gabinete del presidente, Li Zhanshu.
Haciéndose eco del llamamiento partidario, más de veinte secretarios partidarios provinciales no sólo declararon su fidelidad a Xi sino que lo han aclamado como el “núcleo”, el “corazón del Partido”, categoría reservada a los líderes históricos y que había caído en desuso en los tiempos de su inmediato antecesor, Hu Jintao.
El título de “núcleo” fue por primera vez conferido por Deng Xiaoping para fortalecer el poder y la autoridad de Jiang Zemin cuando, contra todos los pronósticos, lo propuso como secretario general del PCCh en la primavera de 1989, cuando los sucesos de Tiananmen amenazaron como nunca antes ni después la estabilidad política y social del gigante asiático. Luego, el mismo Deng y Mao fueron reconocidos como “núcleos” de la primera y segunda generación de la historia de la China republicana.
“El orden mundial está en un proceso de profundos ajustes, y nosotros en un importante período de profundos cambios, y precisamos ser más devotos que nunca al liderazgo del núcleo”, expresó, en la última reunión partidaria del año, Guo Jinlong, secretario del poderoso e influyente Partido de Beijing.
“Salvaguardar sin vacilaciones al núcleo, el secretario general Xi Jinping, e implementar al pie de la letra todas las decisiones del centro”, recalcó Xu Shousheng, secretario del Partido de la provincia de Henan.
Desde inicios del nuevo año, las referencias a Xi como el “núcleo” del Partido se repiten casi sin solución de continuidad.
Los principales medios de prensa recibieron el año presentando a su presidente como “un modelo de liderazgo a seguir por todos los cuadros del Partido, no importa su responsabilidad o rango”. Leyendo, noto con sorpresa que en casi ningún artículo se hace referencia a Mao y Deng, ni a ningún otro de los líderes que antecedieron a Xi.
Que 2016 no va a ser fácil para China, ya no es noticia. Se espera un crecimiento de su economía aun menor que el del año pasado, el menor en 25 años. La enorme deuda de los gobiernos locales y del sector bancario y las reformas impostergables para eliminar la sobrecapacidad aumentarán el desempleo en algunas provincias, según ha admitido el propio régimen.
La obsesión de Xi y los principales dirigentes es que el enlentecimiento de la economía erosione la legitimidad del Partido, cuyo principal compromiso es asegurar un crecimiento mínimo indispensable para la creación de los puestos de trabajo necesarios para ocupar a los 7 millones de estudiantes que se gradúan cada año de las universidades chinas, y a los emigrantes que llegan a las ciudades desde el medio rural huyendo de la pobreza. Estos emigrantes suman hoy día 277,4 millones, 20% de la población total.
Según datos no oficiales, sólo en los últimos 30 días se produjeron 774 huelgas en el país, la mayoría por sueldos impagos a los trabajadores, amenazando la estabilidad social, segunda gran obsesión de Beijing.
Mao fue el “gran timonel”, el “salvador del pueblo chino”, el “emperador”. La historia nos consigna a Deng como “el líder supremo”, “el gran arquitecto”, “el jefe político”. Desde hace tres años, Xi Jinping se prepara para merecer tales reconocimientos. Por ahora, se conforma con ser “el núcleo”.
PS: Feliz 4714 (del mono de fuego y del presidente).