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Noticia destacada | coronavirus | LUC | pandemia

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Del dicho al hecho…

Por Laura Fernández (abogada y asesora de Fuerza Renovadora).

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El gobierno avanza en su libreto que, visto de cerca, tiene ruidos entre el discurso y los hechos concretos. Propongo reparar en algunos árboles, para ver más claro el monte.

La ilusión del consenso.

En marzo registramos el primer caso de coronavirus. Urgían las respuestas inmediatas y el gobierno, muy atinado, recurrió a la infraestructura del Estado y su capilaridad en el territorio. Había MIDES, Ceibal, conectividad, UDELAR, UTEC, Institut Pasteur, ANII, ANDE, sistema integrado de salud y espacio para contraer deuda. Fue republicano por parte de la oposición tender la mano y ofrecer ideas.

Se presentó el Fondo Coronavirus, inaugurando el recetario propio. Es válido convocar a todos a empujar. Pero resulta que no somos todos. El costo lo asumimos los trabajadores, la clase media, el asalariado con ingresos fácilmente atrapables, sin progresividad ni sofisticación alguna. No hay aportes del gran capital, ni renuncias genuinas del sector agro exportador. Recuerdo un escritor que resumía: “los iluminados son unos pocos, pero la luz la pagamos entre todos Dijo el Presidente con todas las letras que el capital no está llamado a empujar “porque a ellos les tocará levantar el país”. Hay opiniones que son una confesión.

La decisión de repartir desparejo no es unánime. Licencia generosa esta del mismo barco. No remamos todos y mucho menos parejo. Por lo tanto el consenso es ficción. Había que reaccionar juntos y se hizo. Pero no tomemos las formas por el fondo.

Tampoco hay acuerdo con las que medidas que faltan. Uruguay cierra la tabla regional de gasto aplicado a la pandemia, aunque hay ideas y espaldas para soportarlo.

La ilusión de la LUC consensuada.

Luego vino el delirio de la LUC. El parlamento encerrando discutiendo urgencias que no son tales, en tiempos que no lo permiten. Es artificial la paz con que corren los plazos constitucionales. La ausencia de reacción, no nos engañemos, solo es posible porque las manifestaciones ciudadanas son materialmente imposibles y porque la opinión pública está mediada por cuanto distractor lanza el gobierno, como bengalas; ayudando a los medios a cantar lejos del nido.

La ilusión de la LUC planificada.

La LUC” no existe. El proyecto no tiene voceros. De ella solo hablan la oposición y el Presidente. Tampoco tiene unidad. Es un agregado de iniciativas en algunos casos oportunas, en otros alarmantes. Atiende por pedazos demandas corporativas; juega para la tribuna y zurce como puede una coalición cada día más perforada. Tan es así que la versión final sorprendió hasta a los propios. Basta oír Senadores del Partido Colorado declarando desconocer capítulos enteros (las reformas al Código Civil, por ej.).

La solución mágica de la mano dura

La sección de seguridad pública quiere hacernos creer que la seguridad se alcanza sacrificando libertades y derechos. Como que la seguridad fuera un lugar. El problema del populismo punitivo es que tiene consecuencias muy reales, casi siempre en el lomo de los mismos.

Las reformas al CPP (arts. 18 y ss.) distorsivas del proceso acusatorio; apresuradas y prescindentes de evaluación de la flamante reforma; son un deliberado mensaje a la tribuna en el que nadie cree. Académicos invitados al Parlamento recordaban que el propio Ministro Larrañaga expresaba en el Senado “el problema de la seguridad no está en el CPP, decir eso sería una falacia”. (3/7/2019).

La combate a las drogas.

Otra escaramuza es el Capítulo de estupefacientes. La única respuesta de la LUC es la inflación punitiva modificando mínimos y máximos del decreto ley 14.294. El laser apuntando al micro tráfico, vale decir, a los sectores más vulnerables, muchas veces mujeres, fácilmente reemplazables. Según el Informe “Sistema Penitenciario y Mujeres Privadas de Libertad por Delitos Vinculados al Microtráfico” en setiembre del 2013, había un total 626 mujeres encarceladas. 24% por delitos asociados a drogas. El 32% de las mujeres encarceladas están vinculadas a delitos de drogas no violentos.

La LUC no solo “hace que hace” porque se ocupa del último eslabón; sino porque la misma LUC relaja los controles en materia de lavado de activos (como han alertado unánimes los organismos internacionales) y para rematar, favorece el anonimato en la titularidad de la tierra.

La libertad proclamada y la desconfianza implícita.

Como advirtió IELSUR en su comparecencia al Senado, en la LUC “la protesta en el estado democrático de derecho debe ser promovida y protegida como manifestación legítima. Existen distintos tipos penales dentro de la LUC que por el contrario tienden a su represión y castigo” por ejemplo el Capítulo “de la protección de la libre circulación”. Los artículos 491 y ss. que pretenderían asegurar la libre circulación de las personas en los espacios públicos, terminan limitando derechos. La LUC propone un régimen más severo que el decreto vigente N°20/2017. Hay muchas alertas de la academia y la sociedad civil acerca de que, según el caso concreto, cualquier manifestación puede devenir ilegítima y por tanto prohibirse. Si hacemos dialogar estos artículos con las variantes sobre el uso de la fuerza por los funcionarios policiales, la presunción de inocencia de la policía, el porte de armas, la laxitud de la legítima defensa….el panorama oscurece aún más.

La supuesta “libertad” financiera.

El discurso es que empleadores y empleados acordemos libremente el modo de pago de los salarios. Pero ocurre que cuando la asimetría es manifiesta, la igualdad por sí sola agiganta brechas. Los trabajadores precisamos políticas de equidad (igualdad en el caso concreto) y no discurso libertario.

La ilusión de la transparencia.

La LUC establece, en el art. 50 el deber de identificarse cuando la policía lo requiera….. Si careciere de la documentación será conducida a la policía. Se argumenta que quien no tenga nada que ocultar, no debería preocuparse. Como suele pasar con problemas sociales, las simplificaciones son erradas.

Es curioso como toda esa apertura y exhibición se revierte cuando la misma LUC aborda los asuntos financieros. Allí el discurso es exactamente el contrario: se flexibilizan los controles y la trazabilidad del dinero. No se entiende cuál es el problema de transparentar la ruta de las transferencias, si nadie tiene nada que ocultar.

La centralización.

Hay una intención que atraviesa la LUC: la centralidad de las decisiones en aras de la eficiencia. No hay ni transferencias a las construcciones colectivas, los movimientos cooperativos o las organizaciones sindicales. El modelo no es original. En los 60’ ya había autores que asociaban ingobernabilidad con exceso de participación.

Reducir la presencia de actores sociales, acortar las instancias de debate democrático, anestesiar los procesos de participación; lejos de redundar en un Estado más eficiente, deteriora la construcción de ciudadanía. El riesgo es enorme, como reflexionaba Hannah Arendt “la única cosa que puede ser representada y delegada es el interés o el bienestar de los ciudadanos, pero no sus acciones y opiniones.”.

A los ciudadanos nos cabe juntar las piezas, ver el dibujo y volver a Calderón de la Barca para advertir con Segismundo que todo es una ilusión.

 

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