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Política

El canciller está desnudo

Más realista que los realistas: la desnudez ideológica del canciller

«El Gobierno del Uruguay dispuso retirarse de la Unasur, que ya ha sido abandonado por la mayoría de los países de la región a excepción de Guyana, Surinam y Venezuela»

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Caras y Caretas Diario

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La cancillería uruguaya comunicó oficialmente, en el día de ayer, la salida de Uruguay de la Unasur.

En el comunicado emitido se afirma: «El Gobierno del Uruguay dispuso retirarse de la Unasur, que ya ha sido abandonado por la mayoría de los países de la región a excepción de Guyana, Surinam y Venezuela. Se trata de un organismo regional, basado en alineamientos político- ideológicos y que, en los hechos, ha dejado de funcionar: ya no cuenta con sede y carece de secretaría general operativa».

Una vez más, el actual canciller Ernesto Talvi, retomaba el argumento largamente empleado antes, cuando aspiraba a ser presidente: el carácter ideológico de la organización que se abandonaba.

En el mismo acto comunicativo, se informaba que se emprenderían las acciones y procedimientos necesarios para revertir la decisión de abandonar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).

El anterior gobierno uruguayo había anunciado, en setiembre del año pasado, su retiro del TIAR luego que en este organismo se impulsaran acciones evaluativas sobre la situación interna de Venezuela, algo que -se consideraba- alentaba el desarrollo de acciones intervencionistas en los asuntos internos del mencionado país.

Esta decisión fue para el gobierno actual y para el canciller en particular, una de las «evidencias» del horizonte ideológico del gobierno frenteamplista.

Nuestro canciller ha anclado la explicación de la salida de la Unasur, una organización alternativa a la vieja y rancia OEA, largamente «torpedeada» desde Estados Unidos y su genuflexa organización continental, en la composición actual de Unasur, «que se está desintegrando ya que sólo quedan Venezuela, Surinam y Guyana».

El canciller uruguayo insiste en fundamentar, no importa que ya no esté en carrera presidencial, sus valoraciones críticas sobre la política exterior uruguaya en la «orientación ideológica» de la política desarrollada durante la anterior administración.

Parece, pero sólo parece, que nuestro país ha decidido ser, en política exterior, más realista que los realistas.

Sin decirlo, pero haciéndolo, nuestro canciller da por sentado que el retorno al TIAR es, por así decirlo, la fórmula mágica que asegura que la «nueva política exterior uruguaya» no estará signada por criterios o valoraciones ideológicas.

Hay al menos dos falsedades históricas en esta afirmación, que es en definitiva lo que sostiene la acción anunciada.

La primera, es adjudicar a la Unasur un carácter de bloque ideológico unilateralmente direccionado, o para decirlo de otra forma, un macabro invento de las izquierdas latinoamericanas para imponer sus «doctrinas» en el continente.

La Unasur como un organismo de corta historia supo albergar a 12 países de América del Sur: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela

Uno de los ejemplos que más se cita sobre su accionar fue la visita e intermediación de su entonces Secretario General, el expresidente colombiano Ernesto Samper en 2014 para la reanudación de las negociaciones de paz entre el gobierno del entonces presidente colombiano Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), rotas por un incidente con un alto militar apresado por las guerrillas en una zona de conflicto, donde se presentó de civil y sin escolta.

La segunda falsedad, radica en intentar anular la fuerte composición ideológica del Tiar y su directa conexión histórica con los intereses de la política exterior norteamericana.

Estas dos falsedades, aunque no sean las únicas, dejan a nuestro novel (¿improvisado?) canciller en falsa escuadra, aquella que en el viejo cuento infantil permitió afirmar a un niño «que el rey está desnudo».

 

 

 

 

 

 

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