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Diálogos de dos orillas: maniobras distractivas

Mientras miles de trabajadores eran despedidos y los gerentes de las grandes multinacionales iban ocupando sus posiciones en el Estado, la población asistía, azorada, a la fuga, persecución y captura de tres delincuentes peligrosos. Los periodistas Mateo Grille y Víctor Hugo Morales repasan el espectáculo bochornoso de la restauración oligárquica en Argentina.

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Caras y Caretas Diario

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Por Víctor Hugo Morales y Mateo Grille

Víctor Hugo Morales. El sumario de las acciones desplegadas agota en su mera enumeración ¿Te acordás cuando hablaba del allanamiento que hicieron del Afsca con un cachafaz de la Justicia llamado Claudio Bonadio, que juega de juez? Ahora, al terminar el año, le pusieron una faja de clausura al edificio el 24 de diciembre, y el 29 emitieron un decreto de necesidad y urgencia, acabando con la ley de medios.

Con un decreto intentaron pisotear una ley del Congreso, dejando caer el ropaje republicano. Es decir que la ley a la que debía adecuarse Clarín y la entidad que debía aplicarla fueron barridas como se empujan las hojas en la cuneta después de la lluvia.

Entonces decís «esto es increíble», pero en el contexto, en el vértigo que le imprimieron a su desfachatez antidemocrática, tal como es la derecha, escondieron el elefante mezclándolo con otros cuarenta paquidermos. Clarín avaló la trampa del gobierno para quedarse con el Consejo de la Magistratura. La Auditoría de la Nación, que debe estar en manos de la oposición, la mantuvo un gestor de Cambiemos que viene actuando hace más de doce años. Clarín apartó a un juez de Cámara, el doctor Eduardo Freiler, de la causa Papel Prensa. Aún tiene chance de colar un jurista propio un tal Ronsenkrantz en la Corte Suprema, de la misma forma que la mayor parte de los cargos de gobierno fueron cedidos a empleados del grupo. Un juez que falló en contra de tal designación, el doctor Ramos Padilla, fue expuesto en otro juzgado, tratando de apartarlo. Con un nuevo Decreto de Necesidad y Urgencia [DNU] suspendieron la aplicación del nuevo Código Procesal Penal, furiosamente criticado por Clarín. Una jueza de la tropa, la doctora Negre, le negó lo que a nadie se le niega en la Argentina clarinista. Sabatella apeló de esa manera su destitución, y la señoría le respondió de la peor manera. Macri fue favorecido por una sentencia que lo deja fuera del proceso de las escuchas ilegales de su gobierno. A la noche, ya no está el programa de televisión 678, que corría el velo para ver el cuadro en toda su potencia. La libertad de expresión es un hombre estatua que sólo parpadea. Macri quedó afuera de otra causa, sobreseído por no tener conocimiento de la patota del gobierno de la ciudad que actuaba contra indigentes.

El argumento central es que un presidente no puede estar procesado. Eso es una vergüenza para el país. Entonces humillan a la Justicia corriéndole la venda, dejando su rostro como si fuera un guiño entre cómplices. Fue una media semana alucinante, porque al final apareció otro juez que dispuso la marcha atrás de lo que la troika había anunciado la mañana del 29 con su insostenible y prepotente DNU. Un espíritu dictatorial que margina al Congreso, que no se asienta en la mirada torva de los militares de otra época, sino en el poder mediático y judicial.

Mateo Grille. Sí, vos estás tocando un tema, además, que es una de las consecuencias de haber vapuleado a la Política –con mayúscula durante décadas. La intromisión del Poder Judicial en la conversación sobre las políticas de un Estado, no como garante de la Constitución y las leyes, sino desde una mirada parcial que protege intereses particulares. Esa mirada es sucesora, diría, de la «no política».

Creo que la saturación del sistema político, su desprestigio digitado, la incapacidad de resolver los diferendos apelando a la negociación y la persuasión como arma, sumado al vaciamiento muchas veces de las organizaciones políticas, termina por galvanizar una sola forma de resolver los problemas, usando medidas de freno judicial para entorpecer la concreción de acciones gubernamentales. Muchas veces, como ahora, con la anuencia de buena parte de ese Poder Judicial, que siente que debe intervenir e inclinar la balanza a su favor, olvidándose de su condición de poder independiente y eligiendo el papel del tutor de un Estado que le otorgue privilegios.

Es lo que habitualmente se llama judicialización de la política. No es un fenómeno argentino, aunque allí está muy presente. Es una anomalía propia de sistemas saturados en donde la representación política se va escapando, como arena entre los dedos, de los lugares de representación natural en un sistema democrático representativo. La Justicia no está para gobernar, y sus integrantes, igual que los gerentes de los organismos multilaterales de crédito, que elaboran recetas desde oficinas centrales a miles de kilómetros de donde ellas impactan, no son electos por el voto popular, sino por mecanismos cerrados de selección de esas mismas organizaciones. Su integración no es democrática, sino meritocrática y objetivamente mentirosa, porque a los puestos de decisión y poder sólo se llega después de haber vendido el alma al diablo, que básicamente es el poder económico trasnacional. O Héctor Magnetto, si habláramos sólo de Argentina.

En Argentina yo creo ver un proceso claro de este tipo, que, además, se junta con el oligopolio mediático para conformar esa troika de la que vos hablás. Que ninguno de los organismos habituados a dar recetas de comportamiento mediático, y ni siquiera el Poder Judicial, objete que un presidente decrete una nueva integración de la Suprema Corte de Justicia, derogue por la vía del decreto leyes constitucionales y elimine organismos creados por leyes emanadas del Congreso que, a su vez, es la casa donde reside la representación popular es una muestra fiel del doble rasero con que se mueven. Y esa doble vara la proyectan al resto de la sociedad con sus medios, que, por otra parte, son globales. Todos, todos los días, discutimos sobre una pretendida realidad, que no es otra cosa que una realidad paralela, ficticia, creada para imponer temas, manejos y conflictos que benefician a los dueños de la pelota. Mientras tanto, como vos decís, se te escapan tres presos de una cárcel de máxima seguridad, que además fueron un factor determinante en la contienda electoral favoreciendo al hoy presidente, y eso, o lo sugerente del hecho, no está presente. Ni con el mismo nivel de exposición, ni desde el mismo lugar acusatorio.

VHM. Vos estás hablando de la fuga de los hermanos Lanatta. Eso convirtió el final del año en un grotesco teatral que no fue capaz de imaginar ni Armando Discepolo.

Lanatta estaba condenado a perpetua por un triple crimen en el contexto de un mundo de narcotraficantes de efedrina, pero fue decisivo para que el gobierno de los Kirchner perdiera las elecciones. Las cámaras de Clarín entraron al penal donde estaba alojado el criminal y le sacaron una entrevista en la cual acusó al jefe de Gabinete de entonces, Aníbal Fernández, de ser el autor intelectual de la masacre. El disparate no merece comentarios, pero manejado por la gente de Magnetto era más amable una bazuca disparada al pecho de Fernández que la acusación lanzada al chiquero en el que Clarín convirtió a la política nacional. El cuarenta por ciento del electorado del país es la provincia de Buenos Aires, en la que Aníbal Fernández era el candidato del gobierno. Los puntos perdidos allí fueron los que marcaron el resultado general. Lanatta y Clarín hicieron posible que un criminal condenado torciera el destino del país. Cuando las elecciones primarias del 25 de octubre perfilaron el final, Lanatta, según un artículo del diario La Nación del 31 de octubre, fue saludado efusivamente por sus carceleros. Un héroe civil había surgido de las tumbas de sus víctimas, como en una película de horror. Finalmente, el héroe, usufructuando el nuevo estatus que le dieron en la cárcel el entusiasmo de La Nación y la protección de Clarín, se escapó, blandiendo un revólver de juguete. Se subió a un auto en medio de la noche y partió, dejándole una nueva primicia a Clarín, naturalmente el primero en enterarse.

El lector debe ser advertido, Mateo: no hay, salvo una pizca de ironía inevitable, una palabra que esté de más en esta relación de los hechos. Dolorosa metáfora de lo que es capaz de hacer la derecha mediática de Argentina, la historia de Lanatta y de Clarín explica cuanto he desbrozado de la Justicia, los medios y el partido de gobierno en el tembladeral del fin de año. Cuando me decís cuánto gravita esta mafia en la vida periodística de Uruguay, la forma en la que la gente consume estas patrañas cotidianas, puedo comprender lo que a mí me roza de vez en cuando. Alivia saber que la data de la que disponen está escrita en el infierno.

MG. El asunto es que hay que generar antídotos, y eso es una discusión muy profunda, pero muy profunda. Los instrumentos de dominación siguen estando en manos de la derecha y eso no se ha podido resolver. Hay que admitirlo al menos, yo lo creo así porque eso también nos desnuda ante la historia. Por eso te hacía aquellas preguntas iniciales. ¿Cómo se hace? Hay que discutir estas cosas. Y no tener miedo. La prensa grande, las grandes corporaciones mediáticas son aparato de propaganda de la cultura capitalista, no otra cosa. Hacen propaganda cuando instalan determinados programas, desde políticos a magazines, hacen propaganda cuando cubren determinadas noticias y otras no, cuando cuentan las bondades de un jabón, de un perfume, de un estilo o incluso de un espectáculo; hacen propaganda cuando alaban o critican, cuando venden o publicitan o cuando imponen tendencias. Todo tiene un fin: engrosar las arcas del capitalismo, continuar con la lógica del que se es en tanto se tiene. Le sucede lo mismo al Poder Judicial, que defiende la Constitución del Estado capitalista, concentrador y excluyente que lo mantiene. Modificar esa realidad es muy difícil, y dentro del marco del capitalismo es imposible. Lo que no quiere decir que no se puedan dar pasos gigantescos para limitar ese poder nefasto de los medios, cosa que creo se hizo, en gran medida, en Argentina. Aunque desgraciadamente no se pudo reformar todo lo necesario al Poder Judicial, lo que sirvió para que las peores expresiones de uno y otro poder (el legal y el fáctico) se coaligaran y tomaran, literalmente, el Estado por asalto.

VHM. Es jueves 7 de enero y Gendarmería parece que ahora sí tiene acorralados a los Lanatta, que en la escapada han herido agentes en un raid demencial de fugados sin logística por el conurbano y caminos de la provincia de Buenos Aires. Huyendo en camionetitas de reparto de chorizos, los delincuentes llegaron a descampados de la provincia de San Fe, y allí, entre los pastizales, avanzan a pie hacia ninguna parte, sin plata, sin auxilios, con cientos de policías y gendarmes al acecho. Ahora sí, piensa la gente, entretenida en la persecución que desespera a los directores de cine, que sueñan con los derechos para hacer su película. Ahora sí, la captura parece inminente, mientras cae la noche sobre ellos, los perseguidores y los restos de un periodismo que es comparable a una vaca podrida con la que se tropieza con repugnancia. Hace unos días, el gobierno de la provincia, creyéndolos rodeados, se ufanaba con la declaración de que no negociarían con asesinos. Esos asesinos de los cuales uno, Martín Lanatta, junto al Grupo Clarín, les dio la victoria en las elecciones, y que cambiaron en serio la historia contemporánea de Argentina. Pero se les fueron como las sombras de la Policía que el sol de la tardecita fue abandonando. La noche se los había tragado allí donde la mirada no podía penetrar más allá de unos árboles mudos. A las pocas horas aparecieron en una verdulería de Quilmes. Lanatta pasó por lo de la ex suegra y se vengó de todas las discusiones familiares de navidad y fin de año. Le quitó la camioneta y 200 dólares. Hasta estas horas en que, en la resolana de perdidas rutas y caminos polvorientos con los maizales más altos que las personas, reaparecieron, siempre con la complicidad final de la noche.

¿Qué dijo el ministro de Seguridad, Ritondo, y qué propaló el megáfono de Magnetto? Detrás de toda la historia de la fuga estaba, otra vez, Aníbal Fernández. El hombre al que Lanatta robó sus ilusiones de ser gobernador, lo había sacado para matarlo. No, esperen. En realidad ayuda al prófugo, lo está protegiendo. En el afán de que nadie se pusiera a pensar que la única combinación posible se cerraba en que Lanatta se había ido del penal como pago por los servicios prestados, y que los beneficiarios habían sido el Pro y Clarín, inventaron que las cartas las jugaba Aníbal Fernández. Más no se puede despreciar a lectores y votantes.

Me tomo un respiro mirando los portales. Quizás los agarraron hace un rato y aún no se sabe. Las 10 de la noche y nada dicen. Muestran el galpón donde estaban escondidos. La gente pide que los agarren vivos, para que cuenten algo. Muchos piensan que los dejaron salir para matarlos, porque Lanatta era una bomba de tiempo para los que lo usaron. Un chantaje implícito. Un hueso de pollo atravesado en la garganta.

MG. Estoy haciendo el trabajo de imaginarme cómo hubiera sido la cobertura de la huida si Scioli hubiera sido el presidente. O si Aníbal Fernández hubiera sido electo gobernador. A veces me sorprende cómo la gente les cree algo a los medios.

VHM. Pero el 7 de enero, mientras Lanatta saltaba charcos y disparaba a la carrera, el gobierno de Macri despedía a miles de trabajadores estatales y se reunía con Tabaré Vázquez en Colonia, con el propósito de afianzar la idea de “pobreza cero”. En estos días hacía mis programas desde Nueva York, y lo que hacía por las noches, al volver de los teatros, era esquivar a la gente durmiendo en los portales con dos grados bajo cero. Vi pocos, si se piensa que 60 millones son pobres en el país más rico del capitalismo. Es un personaje raro este Macri, que anuncia desde el altar neoliberal que va a terminar con la pobreza. Es curioso que la promesa la hiciese cuando miles de personas quedaban afuera del Estado, víctimas del odio, en las mismas horas en que los poderosos CEO de las empresas privadas más ricas asumían en cuanta oficina hubiera. Ya no tendrían que hacer lobby presionando políticos o periodistas dóciles. Ahora eran parte del Estado que siempre despreciaron porque tenía demasiados empleados y cobijaba a los vividores que viven con el dinero de los que pagaban sus impuestos. Ya van a ver, dijeron, y entraron muy campantes de la mano de Macri.

MG. El nuevo gobierno le abrió el portón y el mundo de los CEO entró por la puerta grande a intentar controlar el Estado argentino. De todas formas, por más poses de buena voluntad que existan, hay que recordar aquello de que “la única verdad es la realidad”. Esa realidad traerá consecuencias en la vida de la mayoría de la población; son inevitables las consecuencias, y la gente deberá reclamar por sus derechos. Lo tiene que hacer. Es más, lo está haciendo, aunque quizás sea bueno escuchar al ex juez Zaffaroni cuando dice que deben aparecer dirigentes que encaucen las protestas y les den organicidad. Supongo que eso se irá extendiendo. Y este, como es un gobierno de gerentes que no tiene ninguna posibilidad de entablar una comunicación sólida y positiva con el pueblo, irá cometiendo cada vez más errores. Y eso tendrá respuesta. Lo que no se puede prever es el tipo de respuesta.

Creo que se debe trabajar con la idea de que es imposible que un gerente pueda elaborar políticas que beneficien a la mayoría. Porque los gerentes, y las empresas capitalistas definidas y convencidas, no buscan el bienestar colectivo, sino el empresarial, que es el individual.

Macri proclama Pobreza Cero y un país que funcione como una empresa del mercado. Eso es imposible. La proclama Pobreza Cero es falsa desde su enunciación. Eso es lo que hay que decir, aunque hoy no se tengan los medios. Macri y su clase precisan pobres. Su “modelo” no vive sin pobres, los precisa como el agua. El capitalismo genera riqueza en base a la explotación de unos sobre otros. Los que explotan se enriquecen con el excedente que generan los explotados. No hay mucho misterio. Uno gana más si otro gana menos. El que gana más lo hace porque se queda con el excedente que genera el trabajo del que gana menos. Toda la poética de los discursos macristas es, por llamarla de manera benigna, infantil. La propuesta de un gobierno no debe ser pobreza cero, sino riqueza cero. La única forma de eliminar la pobreza es eliminar la riqueza, porque los ricos existen porque existen los pobres. La única forma de “estudiar” la pobreza es “estudiar”, y en serio, a la riqueza. Sabemos hasta el hartazgo los números, índices y estados de los pobres. Pero de lo que se trata es de estudiar a los ricos. A los ricos como Macri, dicho sea de paso. El Estado no es una empresa, ni puede serlo. Tiene obligaciones que nada tienen que ver con la oferta y la demanda. Los ciudadanos no son clientes, los ministros no son CEO y el presidente no es el jefe de la compañía. Lo que más me angustia es la cantidad de desgracias que traerán a los pueblos las medidas que esta gente pueda tomar de aquí a cuatro años. Porque van a condicionar la viabilidad del país, de nuevo, durante décadas.

También creo que es importante analizar, viendo este asunto desde este lado del río y asumiendo que me faltan datos y vivencias, las razones que pueden explicar estos movimientos tan bruscos del nuevo gobierno argentino. No los termino de entender. Hasta se podría sospechar que la seguidilla de medidas es más parecida a una provocación que a un intento de ganar legitimidad y fortaleza.

A esta altura cualquier cosa cuadra con un escenario provocativo, se despiden miles de trabajadores, se los llama “grasa militante”, se ocultan sin problemas los índices de inflación que son el marco imprescindible para una negociación salarial seria–, te detienen por protestar, como a Milagro Sala (a quien mantienen presa con aval judicial), anulan leyes con decretos, no abren el Congreso y hasta sientan un perro en el sillón presidencial. Es tan obsceno el mensaje, tan impúdico, que da la impresión de que busca una reacción para atacar de nuevo de forma aleccionadora.

VHM. Como los amantes de la naturaleza se van quedando sin una expresión de asombro, así se vive en Argentina ante el periodismo y el gobierno en los tiempos de “M y M”. Magnetto manda la gente y Macri es el portero que sabe a quiénes debe permitirles el paso.

El ministro de Producción es el facilitador de la venta de las computadoras de Clarín para los estudiantes de la ciudad de Buenos Aires. El segundo de la jefatura de gabinete es el mismo lobista escrito así porque la palabra viene de lobo implicado en un famoso veto de Macri a una ley sobre las farmacias de la Legislatura de la ciudad. Ahora está en el gobierno quien evitó esa regulación, que complicaba a Farmacity.

Del ministro de Hacienda, hombre de JP Morgan y administrador de las cuentas de Amalia Fortabat en el exterior, hacia abajo y hacia arriba, todos son empresarios que se brotan al escuchar la palabra Estado.

Para que la colada en el baile no se note tanto, como un amigo que entraba al Centro Democrático de mi pueblo cuando cantaban el himno a la medianoche de la fecha patria, poniendo un dedo sobre sus labios reclamando respetuoso silencio, el gobierno de Macri logra que la mirada vaya hacia los Lanatta.

Y al final apresaron a los Lanatta.

Desde el siglo XIX no había capturas de ese tipo, a caballo, y así fue, al tranco lento de dos potrillos, que los gendarmes de Santa Fe consumaron el arresto de Lanatta.

A Buenos Aires, a Ritondo y al Comité de Crisis, que mostraban en fotos la gobernadora y sus asistentes, se les escaparon, jamás supieron ni cómo ni por dónde.

Las tomas fotográficas del Comité de Crisis exhibían a unas cinco personas que miraban un papel sostenido por la mandataria provincial, con la expresión de gente preocupada y comprometida con los sucesos. Pero ese comité se quedó como un arquero al que se le va una pelota imposible.

Después los criminales se dieron vuelta con la camioneta en la que huían y se quedaron a pie, entre maizales, soja y caminos vecinales, confundidos, doloridos, casi buscando una comisaría para aliviar el hambre, la pena y el dolor entre pueblos con plaza, iglesia y municipalidad en la misma manzana. Era todo tan parecido que se marearon y salieron a buscar a sus perseguidores.

Macri y sus tres gobiernos se apuraron a felicitarse por la lucha contra el narcotráfico (de vez en cuando hay que advertirle al lector que la narración es seria), pero resulta que habían capturado a uno solo de los fugados. Más tarde, en un par de días, dieron con los otros. Y entonces el sainete tuvo su epílogo en un capítulo algo exagerado, por lo grotesco. A un libretista le hubieran dicho «se te fue la mano».

Buenos Aires, ridiculizada, arremetió contra las autoridades de Santa Fe. Que cuando aprehendieron a Lanatta, también tenían a los otros, dijeron. Pero los soltaron para dejar mal parado al gobierno nacional. Eso dijeron. Hasta mostraron un video en el que la Policía detenía un auto del que bajaban tres personas, pero dejaban escapar a dos. El asunto se aclaró porque apareció alguien y dijo: «Era yo, no era Lanatta».

Después las dos provincias siguieron ofreciendo sus versiones de los hechos. Los Lanatta volvieron a la celda con la expresión del autor del tango “La casita de mis viejos”, y la primera en visitar en la cárcel al peor de ellos fue la mismísima ministra de Seguridad, no se supo bien ni mal para qué. No había abogado.

Con una novela así, en capítulos servidos por todos los canales en directo, vía satélite, con el telón de fondo de galpones y arboledas, caminos y zorrillos que pasaban al trote, a la información importante que denunciaba a los CEO y su «golpe al Estado» la gente no le sintió ni el olor.

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