El pasado 3 de agosto el INE dio a conocer los datos de la inflación mostrando que el Índice de Precios al Consumo (IPC) en el mes de julio de 2022 registró una variación mensual de 0,77%, acumulada en el año de 6,86% y en los últimos 12 meses de 9,56%. Estos datos preocupan porque son los más altos luego de dos años y se presentan por encima de las previsiones oficiales y los resultados las encuestas de expectativas de inflación del BCU.
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Los diferentes rubros
Si analizamos los diferentes componentes de esta incidencia, el mayor peso estuvo en los rubros de Alimentos y bebidas no alcohólicas. Pan y cereales aumentaron 2,11%, Carne 1,14%, Aceites y grasas 2,21%, las Frutas bajaron 0,82% y Verduras y hortalizas también, 1,25%.
Las principales incidencias en este mes de julio estuvieron dadas por Alimentos y bebidas no alcohólicas (0,26), Vivienda (0,07), Salud (0,10), Transporte (0,08) y Restaurantes y hoteles (0,11).
De acuerdo con el INE, la mayor incidencia en la suba del indicador la tuvo la categoría Alimentos y bebidas no alcohólicas, que creció 0,94% y representó 0,26 puntos porcentuales. A la interna, aumentó 2,11% el rubro Pan y cereales; la Carne 1,14% por la suba del asado de tira (3,23%) y el pollo entero (3,31%); Aceites y grasas se incrementaron en el mes 2,21%; mientras que las Frutas bajaron en conjunto 0,82% y las Verduras y hortalizas descendieron 1,25% su precio en julio. Por otra parte, en otro nivel aumentó 1,28% Restaurantes y hoteles, 1,27% Salud, 0,78% Transporte y 0,54% Vivienda.
Por qué nos debe preocupar
Parece necesario realizar algunas observaciones relevantes sobre las implicancias y preocupaciones que pueden surgir de este valor de inflación.
El gobierno había marcado un rango objetivo para la inflación entre 3% y 7% y agregando una previsión de bajar a 6% para el mes de setiembre. En el reciente proyecto de Rendición de Cuentas presentado por el Poder Ejecutivo se incorporó una previsión de cerrar el año con un 8,5%, 2023 a 6,7% y para 2024 5,8%. Nos seguimos alejando del rango, lo que genera que se estén realizando análisis y proyecciones a nivel oficial diferentes a la realidad.
Vinculado a lo anterior, cada vez más pisamos datos de la inflación de dos dígitos, lo que nos puede resultar preocupante por las implicancias que tiene la misma, más si se mantienen proyecciones que marcan una distancia de la realidad.
Si observamos la encuesta de expectativas de inflación realizada por el BCU, la previsión de los analistas privados alcanza 8,6%, bastante alineada con la del gobierno. A su vez, los datos vienen por encima de las proyecciones de muchos de los analistas privados, los que vienen ajustando algunas de sus estimaciones. Para muchos es esperable que la inflación siga por encima de 9% en los próximos meses y que se deberá moderar en los últimos meses del año. Pero las variaciones parecen resistentes a la baja. De esta forma se escucha que, en la línea de lo que plantea el gobierno, por un tiempo seguirá por encima de 9% y cederá hacia diciembre. Muchos de los argumentos se explican en que se viene dejando atrás la pandemia y con ellos se han venido bajando las presiones en los alimentos y bienes transables que componen la canasta de consumo que habían sido los de mayor presión en 2021 y lo que va de 2022. También ha surgido el aumento de los precios de alimentos y de los commodities a nivel global, producto primero de la realidad logística efecto pandemia y en los recientes meses por la guerra Rusia-Ucrania.
A nivel del mundo la inflación es un fenómeno que preocupa y que se ha instalado en economías donde prácticamente no existía. Las políticas que implicaron la atención a la pandemia explicaron una parte importante, pero en Uruguay las medidas de apoyo de parte del gobierno fueron bastante más magras que en otros lados, por lo tanto el análisis debería ser algo diferente.
Por otro lado, en el análisis por rubro podemos destacar el peso que tienen los alimentos y transportes, lo que afecta más que especialmente a los grupos de menores ingresos para los cuales determinados tipos de bienes y servicios son de peso en la canasta de consumo en particular en hogares dependientes de ingreso salariales y jubilaciones.
Vinculado a lo anterior, no podemos dejar de mencionar y tenerlo como principal preocupación el deterioro que viene teniendo el salario real, lo que al presionar más la inflación con ajustes salariales que vienen siendo más acotado será el elemento más a acentuar la caída del poder de compra de los salarios en el esquema planteado a nivel de pautas y acuerdos salariales.
Por Ec. María Noel Sanguinetti