Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Editorial ley | Jutep |

Poca transparencia

La ley es tela de araña

Por más cara de bueno que ponga al intentar explicarlo, lo del senador blanco Juan Sartori huele muy feo.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Cualquiera sabe que si uno aspira a ser senador tiene que presentar una declaración jurada a la Junta de Transparencia con su patrimonio y el de su cónyuge. Si actúa de buena fe, debe evaluar si puede o no hacerlo y, si no puede hacerlo, debe abstenerse de ser candidato. Si no posee ni un peso debe hacerlo, y si posee una inmensa fortuna también. Si se presenta a la elección y es electo legislador, debe cumplir con la ley. Si no lo hace, no puede ser legislador. Más claro echarle agua.

Por más cara de bueno que ponga al intentar explicarlo, lo de Juan Sartori huele muy feo. Aun mirándolo sin ningún prejuicio, llama la atención semejante tozudez que lo ha llevado a apelar hasta la Suprema Corte de Justicia y, aun con una sentencia en contra, a insistir en que va a desacatar lo que ella dispuso.

La Suprema Corte de Justicia lo puso contra las cuerdas y el senador blanco, de jugosa billetera, se niega, con “millones” de argumentos, a transparentar los bienes de su esposa, Ekaterina Rybolovleva.

Quiero creer que Ekaterina no tiene nada que ocultar en su declaración de bienes porque su volumen la hace poco menos que inverificable, al menos por los organismos competentes de Uruguay que no creo que tengan ningún interés en verificar cómo se compró la isla de Scorpios ni cómo se repartió la herencia de su padre, ni los negocios de ella ni de los megamillonarios rusos.

Lo que en verdad oculta Sartori es su idea de que su riqueza lo hace invulnerable.

En verdad, ni el carisma ni los millones de Sartori consiguen eliminar el tufo que impregna el ambiente, y hasta el más distraído no deja de especular sobre los motivos por los que Sartori pone brumas sobre el patrimonio de Ekaterina y, mucho más aún, sobre el suyo propio, que asciende, según sus propias declaraciones, a más de 5.OOO.000.000 de pesos, lo que significa que tiene una fortuna de 150.000.000 de dólares y que lo hacen el senador más rico de la actual legislatura, y probablemente de la historia nacional.

Probablemente más rico que Paco Casal, Zeinal, Cavani y Suárez, y cuarenta veces más rico que Manini, quien lo escolta en el senado, pero muchos pasos atrás.

Pese a esta inmensa fortuna, Sartori sostiene en su curiosa declaración jurada que solo dispone de un ingreso de 167.000 pesos mensuales, producto del ejercicio de su cargo de senador.

Según él mismo ha declarado, el legislador es poseedor de cuatro departamentos valuados en U$ 1.350.000 cada uno, tres en Punta Gorda en un edificio que originalmente era el Hotel Oceanía y otro en Londres, un automóvil Buggy del año 1972, tasado en 7.000 dólares y acciones en tres empresas, RENIO S.A, UNION GROUP IHL y ARVESA CORP, esta última radicada en Islas Vírgenes Británicas, en la que tendría 20 millones de dólares en acciones del club de fútbol inglés Sunderland del que fue o es su presidente y es actualmente copropietario.

Tiene, además, depósitos bancarios por más de un millón de dólares y un crédito de tres millones de dólares a su favor de UNION AGRICULTURE GROUP por concepto de indemnización por despido de su cargo de director ejecutivo.

Según consignara oportunamente La Diaria, tiene una cuenta bancaria en el BROU con depósitos por 16.000.000 de pesos y algo más de un millón de dólares en bancos del Reino Unido y Mónaco. Si Juan Sartori es riquísimo, Ekaterina, su esposa, es muchísimo más rica que él. Sin embargo, sobre ella no tenemos detalle, porque Ekaterina no presentó su declaración jurada en la Jutep.

Ella, Ekaterina Sartori Ribolovleva, de nacionalidad rusa y única hija de un magnate ruso, no presentó su declaración patrimonial en la Jutep, lo que transgrede la ley vigente que exige a los legisladores presentar la declaración patrimonial de él o ella y su cónyuge.

Es verdad que parece un poco arcaico que en este caso el hombre obligue a su mujer a exhibir lo que podríamos llamar su intimidad patrimonial, pero la ley lo exige, y por más que Juan Sartori se considere por encima de la ley, debe cumplirla.

No hay que ser gurú de economía ni investigador de fraudes financieros para preguntarse ¿cómo hizo para aumentar sus acciones en el Sunderland de la Liga Inglesa de Fútbol si no tiene casi ingresos?

El club inglés, del que es copropietario desde 2018, anunció el año pasado que Juan Sartori aumentó a un 30 % su participación en el paquete accionario y, a menos que los ingleses estén regalando el club, no hay forma de entender cómo un simple senador uruguayo puede ser medio dueño de un club centenario de una de las ligas más importantes del mundo.

Sartori argumenta que no puede obligar a su esposa a que muestre sus millones porque tiene separación de bienes. Pero la cosa no es tan simple, porque las reglas de juego son claras y todos somos iguales ante la ley, por lo que, si la Jutep lo exige y la SCJ la avala, no hay forma de eludir su mandato por más excusas que se pongan.

Al menos, si Juan Sartori quiere ser senador.

Yo soy Juan

De lo que ya no quedan dudas es de que el millonario empresario, que llegó como un “outsider” de la política, cambió radicalmente la imagen con la que se presentó en sociedad hace cinco años atrás.

A la luz de los acontecimientos actuales, la imagen de transparencia con la que se presentaba en 2018, vendiéndose como el exitoso hombre de negocios que volvía al país para cambiar la forma de hacer política, quedó completamente en el olvido y se volvió la de alguien oscuro que busca eludir las reglas y esconder el origen de su fortuna.

“Yo soy Juan, y llevo a Uruguay en mi corazón”, decía en su pomposa campaña de presentación de diciembre de 2018, cuando recién arribaba con billetera grande y ansias de convertirse en presidente de la República. “Sólo quiero servir a mi país”, decía mostrando su versión más edulcorada en una impresionante campaña publicitaria que rompía los ojos en todos los grandes medios de comunicación del país y que costó, según todas las fuente consultadas, muchísimos millones de dólares que, a juzgar por sus declaraciones, él mismo aportó.

El mal olor llegó primero al Partido Nacional, donde sus propios compañeros se tapaban la nariz para hablar de él.

Desde un principio pusieron en duda la imagen de empresario transparente y exitoso que vendía en sus costosos spots publicitarios y lo veían, más bien, como un paracaidista foráneo de dudosa procedencia.

Los gastos en publicidad fueron su primer choque con los organismos de contralor. Según la propia declaración de Sartori, donó al menos 2.900.000 de dólares para su campaña de agosto a octubre y, si se toman en cuenta los aportes a Diputados, la cifra supera los 3,2 millones, un tope doce veces superior a lo que había sido propuesto en la ley de financiamiento de los partidos políticos que fue archivada en la legislatura anterior.

El gasto seguramente fue muy superior, ya que en este monto no se contempla el gasto en las elecciones internas que fueron su gran presentación en sociedad y significaron su mayor éxito político, al quedar segundo detrás de Lacalle Pou.

La fórmula de la billetera gorda no falla y, contra todos los pronósticos de los encuestadores y los ninguneos de su propio partido, Juan Sartori logró ser senador, pero los problemas de opacidad comenzaron a cruzarse en su camino y a anunciar lo que vendría.

Una resolución de la Corte Electoral lo acusó de violar de manera flagrante la regulación de la publicidad electoral, regulada por las leyes 17.045 y 17.818, por hacer publicidad por fuera de los plazos previstos.

Siempre hábil para dar excusas, Sartori contestó que sus campañas “Conocés a Juan Sartori” y “Yo soy Juan”, no hacían alusión al Partido Nacional ni a ningún colectivo, ni tampoco exhortaban al voto ciudadano, por lo que no podían considerarse parte de la campaña. Algo insólito por donde se lo mire, que ya mostraba los deslices de transparencia del millonario.

Todo vuelve a empezar

Cinco años después, ya con su banca de senador y con las mismas ansias de ser presidente de la República, Juan Sartori vuelve a enfrentarse a uno de sus peores fantasmas: cumplir con las reglas de juego de la transparencia política.

Pero, esta vez, es la Junta de Transparencia y Ética Pública la que lo pone contra las cuerdas al exigirle la presentación jurada del patrimonio de su esposa, Ekaterina Rybolovleva, quien es propietaria de muchas empresas cuyo patrimonio y ganancias se niega a mostrar.

La sentencia de la Suprema Corte de Justicia ya no le deja caminos abiertos y tendrá que resolver si acepta los códigos de la política uruguaya o se aparta de ellos. Desde el propio Partido Nacional ya le advirtieron que el apoyo no será incondicional, porque por encima del color político está la legalidad.

“Es constitucional solicitar esa declaración jurada. Voy a decir una opinión y va a depender después de lo que decida el Directorio, pero el paso siguiente es solicitar la presentación”, dijo la presidenta de la Jutep, Gabriela Di Longo, y dejó abierta la posibilidad de que el legislador se exponga a una sanción.

Desde el Frente Amplio ya piden su destitución. La Vertiente Artiguista fue la primera en plantear que se apruebe una moción para destituir al senador Juan Sartori, en caso de que no presente la declaración jurada.

“Nosotros entendemos que incurre en una serie de desarreglos de conducta y acciones que ameritan la aplicación del artículo 115 de la Constitución de la República, que implica la posibilidad de que, por dos tercios de integrantes de la Cámara, el senador Sartori sea desplazado de la misma por estas acciones de suma gravedad, como es falsear su declaración jurada, no presentar la de su cónyuge y anunciar que va a desconocer el fallo de la Suprema Corte de Justicia”, dijo el senador (suplente) de la Vertiente, Eduardo Brenta.

Su peor momento

Juan Sartori enfrenta su peor momento, ya no cobra su salario desde hace mucho tiempo porque ha sobrepasado la cantidad de faltas que establece el estatuto de la Cámara de Senadores y su propio partido lo mira con recelo y desconfianza.

Desde todos los sectores se alzan voces que aseguran que un senador que no participa de las funciones inherentes a su cargo, que no interviene en la Cámara, que desconoce las normas legales del Uruguay y que desconoce un fallo de la Suprema Corte de Justicia no puede permanecer en el Parlamento. Habrá que ver si al Senado le da el cuero. Ya se percibe que esto puede terminar en nada y que ni Sartori cumplirá con la Ley ni conoceremos el patrimonio de la princesa rusa.

Temas

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO