Con los candidatos políticos y sus gobiernos pasa lo mismo que con las parejas y el matrimonio. Primero te deslumbras e idealizas a la otra persona; después el enamoramiento se nivela en amor y ves tanto lo bueno como lo malo hasta que, finalmente, el acostumbramiento te lleva a lo inverso del comienzo y sólo ves lo malo, lo erróneo y lo que falta. Ahí comienza el proceso de separación. No en vano casi todas las historias ficticias de amor en libros y telenovelas terminan con la boda de la feliz pareja. El problema es que si nos dejamos llevar por esa costumbre de desvalorizar lo que tenemos, si dejamos de cuidarlo, un día (ya tarde) nos encontraremos lamentando haberlo perdido. Me preocupa ver a muchos frenteamplistas dejándose influenciar por los que no sólo ven todo negativo, sino que inventan o repiten cosas sin prueba alguna. La falta de información es lamentable. Que la derecha ignore los avances logrados desde 2005 hasta ahora no es de extrañar, porque no hay peor ciego que el que no quiere ver, pero que los mismos frenteamplistas desconozcan dichos avances es imperdonable. No vengan luego a llorar si los blancos desde el poder vuelven a hacer de las suyas perjudicando a los más humildes para beneficiar a las familias acomodadas. Hoy seguimos refrescando la memoria de los orientales con esta serie de artículos iniciados con 23 logros, y que con estos ya alcanzamos el centenar. Si están de acuerdo, difundan estas notas por todos los medios a su alcance, porque la batalla ideológica es dura y los adversarios tienen a favor poderosos medios de desinformación, como el diario oficial de la dictadura. De mi parte, cuando tuve que criticar al gobierno frenteamplista, lo hice sin pelos en la lengua y muchos fundamentalistas me trataron de traidor; pero ahora toca colocar en la balanza las cosas positivas, por lo que, no sé ustedes, pero yo no quiero, no debo ni puedo olvidar:
Educación y 100 cosas que no quiero, no debo ni puedo olvidar
Por Enrique Ortega Salinas.
09 de diciembre de 2017 - 00:00