“Se dice que hay varias maneras de mentir; pero la más repugnante de todas es decir la verdad, toda la verdad, ocultando el alma de los hechos. Porque los hechos son siempre vacíos, son recipientes que tomarán la forma del sentimiento que los llene.”
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Juan Carlos Onetti, El Pozo
No es que sea de ahora, pero sí creo que en estos días recrudeció la inclinación de ciertos medios de prensa al escándalo y al absurdo, llegando incluso a la mentira lisa y llana con total impunidad. El objetivo, supongo, no es derribar gobiernos ni dinamitar instituciones (no quisiera dar la impresión de que invoco alguna oscura conspiración política) sino, sencillamente, llamar la atención del lector o espectador y fabricar una noticia que pueda circular durante un par de días. Con suerte, si el ambiente está muy chaucha (no sería el caso hoy, por ejemplo, luego del escandalete con el título trucho del vicepresidente), el tema da vueltas toda la semana.
El martes 23, El Observador titulaba así una nota de información nacional: “Decenas de ovejas murieron tras tomar agua del río Negro”. Evidentemente, el título sugiere que las ovejas murieron por haber tomado el agua del río, pero quien se molestara en leer la nota completa se enteraría de que “Si bien se hizo una autopsia, los especialistas manejan la hipótesis de que fue por comer yuyos del suelo”. Claro que es posible que aparezcan otros estudios que logren vincular el agua del río y la muerte de los animales, y es posible que la muerte haya tenido, efectivamente, que ver con la presencia de cianobacterias en la orilla, pero el punto es que nada hay, por el momento, que lo pruebe (o, al menos, la nota no lo menciona). Lo que el título de la nota hace es inducir a un error de nombre largo y pomposo (post hoc ergo propter hoc) que consiste en confundir “después de” con “causado por”.
Ese mismo día, El País titulaba: “Fumigaciones serán con sustancia que dicen podría causar malformaciones”, en referencia a los procedimientos que comenzarían en Pocitos. Leyendo la nota se podía uno enterar de que las sustancias empleadas serían las que recomienda la Organización Mundial de la Salud (piriproxifen y permetrina) y de que la organización brasileña Médicos de Pueblos Fumigados vincula el uso del piriproxifen al aumento de casos de microcefalia en su país. El título, entonces, no miente: la palabra “dicen” lo pone a salvo de ese pecado, aunque, al mismo tiempo, lo ubique en el nivel del cotilleo, la conversación de boliche o las elucubraciones en las redes sociales. La nota no dice una palabra (ninguna nota de ese día en el mismo diario lo hace) sobre el fondo de la denuncia de los médicos brasileños, no cuestiona el discurso oficial sobre el zika y las malformaciones y no se propone echar luz alguna sobre la cuestión de los productos químicos, las trasnacionales y las autoridades sanitarias globales. Simplemente, apela a asustar a los vecinos y llamar la atención sobre algo que no busca esclarecer ni investigar. Por cierto, algunas horas después el titular había sido cambiado, en el portal del diario, por otro mucho menos alarmista.
Pero tal vez la palma de oro en el festival de la impunidad informativa le corresponda a Subrayado. El mismo martes 23, un titular del portal del informativo de Saeta decía: “Liceos comenzarán cursos retomando temas no tratados por los paros de 2015”. Inmediatamente, aclaraba: “La directora general de Secundaria, Celsa Puente, anunció que al inicio de los cursos los profesores estarán obligados a dar los temas que no se pudieron a raíz de los paros gremiales” [sic]. También decía la nota que “la directora de Secundaria Celsa Puente […] dijo que los alumnos rezagados tendrán como ‘tutores’ a compañeros con mejor formación”. Pero la información original no era de Subrayado, sino de El País, y en El País, en una entrevista, Puente decía, ante una pregunta por la situación causada por los paros de 2015, que “…no se dio del mismo modo en Montevideo que en el interior. Hubo localidades en que prácticamente no se paró. Esto va a llevar a que los profesores tengan que revisar los programas para jerarquizar los contenidos, porque hay cosas que no se dieron ” (las cursivas son mías). Es decir que Subrayado transformó las palabras de Puente sobre la necesidad de jerarquizar los contenidos en “los profesores estarán obligados a…”. Exactamente lo mismo ocurrió con la información relativa a los “tutores”: lo que Puente menciona como una posibilidad fue anunciado como un hecho. En este caso ya no estamos ante una verdad a medias sino, sencillamente, ante una tergiversación que roza la mentira descarada.
Al día siguiente Subrayado volvía a hacer de las suyas con un levante de Caras y Caretas Portal: lo que era “Fallo rechaza que padre separado asista al parto de su hijo” se transformaba, en el portal de Subrayado, en “Justicia negó a padre separado posibilidad de entrar al parto”, dando a entender que el padre era víctima de un sistema judicial que siempre se inclina a favor de las madres, incluso cuando los padres quieren participar y colaborar.
Pero claro, a la luz del «asunto Sendic» todas estas pequeñas infamias (que son, por otra parte, cosa de todos los días) parecen insignificantes, porque, si miente un vicepresidente, ¿por qué no va a mentir la prensa? Penosamente, creo que menos que mentir a propósito, lo que Sendic hizo fue dejar que las cosas pasaran, sin ofrecer resistencia. No lo conozco, pero presumo (y es una presunción, diríamos, “literaria”, basada en lo que sé del personaje) que toda su carrera política, o al menos la de los últimos tiempos, ha sido un poco así, conducida por la inercia. Se dejó elegir como compañero de fórmula (era guapetón, joven para el promedio nacional, tenía, en palabras de Mujica, “el glamour del padre” y, sobre todo, había conseguido un montón de votos en la interna) con la misma naturalidad con que se había dejado nombrar ministro y presidente de Ancap, como si liderar un sector político y portar un apellido fueran credenciales suficientes. Sorprende, sobre todo, lo innecesario de haberse dejado llevar por esa ola del currículum académico. Nadie le pidió a Mujica un certificado de estudios (es más: él hizo de la falta de estudio uno de los puntos fuertes de su personaje) y es el presidente más famoso que tuvo el país.
Pero con esta payasada de la licenciatura que no es tal acabamos de descubrir que los políticos mienten, y estamos consternados. Se habla de pedirle la renuncia, como si hubiera llegado al cargo por concurso de oposición y mérito y no por voto popular.
Siempre pensé que la fórmula del Frente Amplio fue armada sin otro objetivo que el de ganar la elección, y que poco se podía esperar de Sendic como líder, pero eso no significa que, pese a todo, la estrategia no haya resultado exitosa en un país que cada vez muestra menos interés en entender, profundizar y analizar y más en deglutir titulares y lanzar de inmediato comentarios ingeniosos y ácidos, con el mismo entusiasmo con que camisetea cada vez que el mundo nos dedica una mención.
Sendic podría renunciar, se dice, y con eso mostrar cierta hidalguía. En primer lugar, creo que el remedio podría ser peor que la enfermedad (hablo de dejar vacante la vicepresidencia; piénsenlo si no me creen), pero sobre todo lo que creo es que esa hipótesis no va con el personaje. Sendic llegó a donde llegó porque una serie de circunstancias lo fue llevando. Luego lo legitimó el voto, y en eso no hay engaño. (Con eso no es bueno jugar, por otra parte). No me parece que él, por sí mismo, vaya a decidir irse, porque ya ha pasado por situaciones de gran exposición y ha tenido que salir a hacer aclaraciones (empeorando siempre su situación) sin que se le haya despeinado el jopo. Si se va, será porque los que lo sostuvieron hasta ahora le sueltan la mano, y en ese caso habría que desconfiar, porque dudo de que ignoraran la verdad sobre sus estudios. Para el caso, Sendic dejó que se mintiera sobre su formación (algo que tiene un olor a estrategia de campaña indisimulable), pero estudió cinco años, que es más de lo que se precisa para obtener una licenciatura. Y nadie lo votó por ser genetista. Así que si ahora estamos viendo que votamos a una cara bonita con apellido ilustre y poco peso específico que fue puesta a dedo por Mujica, no deberíamos escandalizarnos. Haber protestado antes.