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LOS EFECTOS DE EL NIÑO EN URUGUAY

Inundaciones en el norte: Retornando a casa

El fenómeno climatológico El Niño se manifestó con especial virulencia en América del Sur durante el pasado mes de diciembre. Sus efectos en Uruguay han dejado un saldo de 24.600 desplazados, y recién se empiezan a estabilizar algunas localidades del país.

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El fin del año 2015 ha estado marcado por el drama humano derivado de las lluvias e inundaciones que han dejado un saldo total de más de 170 mil evacuados en América del Sur. Desde 1950 no se tiene registro de que el fenómeno conocido como El Niño haya dejado estragos similares en la región. Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay son los países que han sufrido las inclementes tormentas derivadas de los desajustes climáticos producidos por la interacción entre las aguas oceánicas y la atmósfera en las zonas central y oriental del Pacífico ecuatorial.

Paraguay es el país que más perjudicado se ha visto por este fenómeno. Allí, 130 mil personas fueron desplazadas y ha habido al menos cuatro muertos debido al derrumbe de árboles y edificaciones. En la capital, Asunción, un total de 90 mil personas tuvieron que ser evacuadas tras la crecida del río Paraguay, y algunas ciudades, como Alberdi, situada a 234 km de Asunción, estuvieron al borde de la evacuación total.

En Argentina se ha registrado un total de 20 mil evacuados y dos muertos. Las provincias de Corrientes, Entre Ríos y el Chaco han sido las más afectadas por las últimas inundaciones, registrándose sólo en Entre Ríos más de 10 mil personas desplazadas. En Brasil hay cerca de ocho mil personas alojadas en refugios municipales, y el gobierno anunció el pasado sábado que destinará un total de 6,6 millones de reales (1,8 millones de euros) para ayudar a los desplazados.

En Uruguay se han vivido las segundas inundaciones más grandes de la historia del país, después de las de 1959; en el último mes se han registrado alrededor de 24.600 desplazados en todo el territorio, debido a las crecidas de las cuencas de los ríos Uruguay (que afectó a las ciudades de Bella Unión, Salto y Paysandú, y en el departamento de Río Negro a las localidades de Nuevo Berlín, San Javier y a la ciudad de Fray Bentos), Cuñapirú (que afectó a Rivera), y Cuareim (Artigas). El pasado lunes el Ministerio de Vivienda anunció que destinará 3,5 millones de dólares para cada departamento que ha sufrido inundaciones.

Entre la Navidad y el primer fin de semana del nuevo año, el cauce de varios ríos y arroyos fue descendiendo, lo que permitió iniciar el operativo de retorno de desplazados y la reconstrucción de sus viviendas. Según datos divulgados el pasado lunes 4 por el Sistema Nacional de Emergencias (Sinae), aún había 13.484 personas desplazadas en todo el país. De ellas, 1.530 fueron evacuadas por los servicios de emergencia y 12.318 fueron autoevacuadas. Los departamentos de Paysandú y de Salto han sido los más fustigados tanto a nivel social como económico. Paysandú aún registraba a principios de esta semana un total de 6.721 personas desplazadas, y Salto 5.896. Por otra parte, en los departamentos de Artigas, Bella Unión y Río Negro aún quedaban el pasado lunes 700, 474 y 57 desplazados respectivamente.

Según informó la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, el nivel del río Uruguay descendió en los departamentos de Salto, Artigas y Río Negro, y ha continuado así a lo largo de la semana. En Bella Unión el pasado lunes aún superaba en 1,40 metros la cota de seguridad, en Salto la superaba por tres metros y en Paysandú por casi cuatro.

Según declaró el ministro de Salud Jorge Basso a El Observador el último día del año, aún se esperan meses de trabajo para recomponer las estructuras sanitarias en todas estas localidades y “minimizar los riesgos vinculados con infecciones”.

Respecto a este tema, el director del Sistema Nacional de Emergencias (Sinae), Fernando Traversa, explicó, en diálogo con Caras y Caretas, que “especialmente en estas fechas, el tema de mayor preocupación es que la combinación de agua y de calor supone la afluencia de mosquitos, y el mosquito es el principal vector de trasmisión del dengue”. Asimismo, Traversa matizó: “Por suerte, Uruguay no tiene dengue autóctono y luchamos fuertemente para evitarlo. De ahí que las condiciones de cuidado mediante repelente, cuidado de la piel mediante protectores solares, y el cuidado de la higiene de manos, son tareas de preocupación y de especial interés para el Sinae”.

Las inundaciones

El Uruguay es un río que demora en crecer debido a su amplio cauce y a la existencia de la represa de Salto Grande en su curso medio (situada a 15 kilómetros al norte de las ciudades de Salto en Uruguay y de Concordia en Argentina).

Según explicó Fernando Traversa a esta revista, la represa «por un lado contiene la crecida porque genera un lago de soporte del agua, y por otro lado la lamina, porque va largando paulatinamente el agua acumulada». Esto tiene el efecto positivo de facilitar la evacuación de los afectados, en la medida en que el agua demora más tiempo en llegar a las viviendas, «permitiendo que las evacuaciones se vayan realizando paulatinamente». Pero, por otro lado, el río Uruguay presenta la contrapartida de que, así como tarda en crecer, tarda en menguar porque la represa no se puede vaciar de forma instantánea, ya que repercutiría en nuevas crecidas del caudal. «Hay que ir largando el agua de a poco, y esto hace que la gente afectada demore más días en retornar a sus hogares», explicó Traversa.

Por otro lado, ríos como el Cuñapirú o el Cuareim tienen menos caudal que el Uruguay. Esto hace que la inundación derivada de sus crecidas se produzca de forma repentina, causando mayores trastornos en el proceso de evacuación de los afectados. Según el director del Sinae, «Artigas registró la mayor inundación de la historia del departamento». En poco tiempo el río Cuareim pasó de tener una altura de 3,5 metros a 15,30, lo que supone una quintuplicación de su tamaño en apenas semanas. Esto afectó a 164 manzanas de la ciudad, y el número de desplazados ascendió a más de 10 mil en el momento pico de la inundación.

Caras y Caretas habló el pasado martes con el intendente del departamento de Artigas, Pablo Caram, quien informó que “el perjuicio ocasionado por la crecida del Cuareim y las lluvias copiosas anda en el eje de los 22 y 25 millones dólares”.

Según dijo Caram a esta revista, aún quedaban 200 evacuados por retornar a sus viviendas, y se han registrado 55 casas destruidas. Respecto a las pérdidas en materia de industria y agricultura, el intendente artiguense dijo que “70% de la uva de mesa se perdió. También entre 1.500 y 2.000 hectáreas de cultivo de arroz; eso son más de 10 millones de dólares”. Además, “400 hectáreas de caña de azúcar están confirmadas”, y las plantaciones de tabaco fueron perjudicadas con pérdidas importantes. Hay que agregar que las inundaciones y las descargas eléctricas ocasionaron la pérdida de ganado y de alambrados. Y a su vez, “los ladrilleros y areneros, que son más de 100, perdieron su trabajo, porque esa gente labura al lado del río y perdieron todo”, añadió Caram.

Respecto a la reacción de la población, el intendente quiso destacar “la solidaridad del resto de la población de Artigas, que fueron con camionetas y camiones de forma voluntaria. Si no hubiese sido por eso, esto hubiese sido un caos”, añadió. Por otro lado, Caram agregó que desde los servicios de emergencia se llegó “a dar alimentación para 5.700 personas por día, más meriendas y desayunos”.

En el caso de Rivera, según afirmó Fernando Traversa en diálogo con Caras y Caretas, el río Cuñapirú, de menor cauce que el Cuareim, «creció rápidamente y afectó hasta 1.051 personas. Luego decreció muy velozmente también, y ya hace varios días que la situación en Rivera está normalizada».

La recuperación

Para Traversa, el impacto de esta catástrofe “tiene múltiples aristas. En tanto que todavía estamos en proceso, no tenemos un detalle cerrado de los impactos”. El proceso de inundaciones “supone afectación en las viviendas, en medios de vida, en caminería, en espacios verdes, en reproducción agropecuaria y ganadera, incluso hasta en la producción energética, porque durante el tiempo en que la represa estuvo crecida no se pudo generar energía”, añadió.

El jerarca también mencionó que, en apoyo a las familias afectadas, no se les cobra luz, ni agua ni reconexiones. “Todo ese tipo de cosas son fondos que van erogándose en función de la recuperación, la rehabilitación y la atención de la emergencia” y que aumentan en forma desmedida el coste económico derivado de este tipo de catástrofes.

Por otro lado, el Ministerio de Vivienda brindó a las intendencias un fondo para que pudieran volcarlo en el apoyo a las familias para la compra de materiales que permitan rehabilitar las viviendas lo antes posible. Traversa informó que también serán activados mecanismos de préstamo en forma de microcréditos a través del Banco República “para la recomposición de unidades productivas”. Esta medida estará destinada a asistir “a emprendedores o trabajadores que han perdido su fuente laboral porque trabajaban del río, o porque tenían un kiosco que quedó bajo el agua y perdieron toda la mercadería”, informó el funcionario.

Respecto a las instituciones responsables de este tipo ayuda, Traversa afirmó que “el acuerdo para toda la asignación de fondos y la asignación del criterio de manejo de esos fondos está siendo trabajado en conjunto por las intendencias de cada uno de los departamentos con la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) y la Prosecretaría de Presidencia”.

Aprendizaje para el futuro

En diálogo con Caras y Caretas, Fernando Traversa dijo que “este evento sin duda va a ser un episodio de singular aprendizaje” para la gestión de riesgos en Uruguay. El director del Sinae recordó que antes de 1995 no existía en Uruguay ningún organismo suprainstitucional que coordinara las respuestas a emergencias estableciendo puentes entre diferentes instituciones nacionales y cuerpos especializados. La primera versión del Sinae estaba eminentemente “concentrada en la respuesta” a las catástrofes. Recién en 2005 fue que se popularizó el debate a nivel internacional respecto a trascender esa primera mirada de gestión de la respuesta a la catástrofe, y se empezó a pensar en el concepto de “prevención de riesgos”. Hasta 2009 Uruguay no consagró por ley el Sinae como entidad gestora de riesgos a nivel integral. Fue entonces, según explicó Traversa, que se instaló en el país “un protocolo de funcionamiento general, de forma tal que, siempre que un primer respondedor (de la catástrofe) ve superadas sus capacidades, primero se comunica con el comité departamental, para luego acceder a la Dirección Nacional, y ofrecer entonces esa articulación suprainstitucional de la respuesta”.

En esta nueva administración de gobierno se ha lanzado por primera vez una “nueva ley de presupuesto” que permitirá crear una Junta Nacional de Gestión de Riesgos, destinada a integrar siete ministerios (Desarrollo Social, Defensa, Interior, Salud Pública, Vivienda, Industria y Ganadería). Con esto se podrá “tener un mecanismo de articulación entre los ministerios que va a fortalecer las capacidades de articulación del propio Estado para la gestión de los riesgos”, afirmó el director del Sinae. “Al tiempo que se crea la Junta, se tomarán estas inundaciones como un evento del que aprender para ofrecer nuevos saltos de desarrollo en la capacidad de riesgo del país”.

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