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CON MARTÍN SOSA

La Clave y su fiesta de la queja

La Clave pasó por el teatro Ramón Collazo con ese derroche de murga que ponen los carolinos sobre el escenario, con mucha crítica, muy divertidos, moviendo la cantera, un murgón que volverá a estar definiendo en un año muy murguero

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Caras y Caretas Diario

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Por E.B.

Nació en 1997 en San Carlos y recién en 2009 llegó al carnaval de Montevideo para concursar. Desde ese momento, La Clave sorprendió y se instaló entre las murgas top, subió escalón por escalón en estos diez años, en la última parte de la década estuvo en la definición casi siempre.

Este año no va a ser la excepción, tuvo una gran primera vuelta, pero a diferencia de otros carnavales parece que habrá siete u ocho murgas en la pelea por el título.

La gente de La Clave siempre con una sonrisa, a pesar de que todos los días hay cuatro horitas más que el resto para trabajar, porque todos los días van y vienen a Maldonado.

Martín Sosa cuenta lo que vive La Clave: “Nosotros decimos que cuando salimos de San Carlos venimos a dar todo en Montevideo, más allá de posiciones en el concurso, lo que pasó ahora, que la gente se levante en el medio de la murga, es lo que viene pasando en todos los barrios, más allá de que se paren en el final y te brinden su cariño. La murga deja todo y cuando subís y te brindás, la gente responde, por lo que estamos muy felices por el carnaval que estamos haciendo”.

 

La Clave tiene crítica, pero a la vez es muy divertida y tiene mucha dinámica.

La murga está muy fresca, lo primero que pasa es que no hay partes habladas, este año adoptamos este formato, que para nosotros es nuevo. Pero los enganches cantados con estilo popurrí, como el de La Teja que hacemos en el medio, nos pareció muy divertido. El hecho de no hablar no permite que el espectador se distraiga, ni que miren el celular, porque la murga te pasa por arriba cantando. Nos pareció una buena forma de conectar con la gente. Y si tenemos un salpicón de cosas, con una mirada a la misma murga, pero también a lo que pasa en el Uruguay, y tiene un poco de este carnaval en esa Fiesta de La Teja, un poco de esa censura que te impone lo políticamente correcto, donde cada vez se puede hablar de menos cosas, entonces nos empezamos a encerrar, de ahí nació este cuento de tener sólo un día que este pueblo festeja, pero que no habla más que de esa censura, donde no se puede decir lo que uno piensa los 365 días del año.

 

Un año movido para la murga, con muchos cambios.

Sí, muchos. Tuvimos nueve cambios, pero volvieron otros compañeros de ruido de 2017, hubo como una vuelta de viejos compañeros, y cuatro o cinco muchachos nuevos.

 

Por lo visto se adaptaron bien, porque de abajo se escucha perfecta.

Trabajamos muchísimo para poder afiatar el coro nuevamente, para que se mantenga el canto de la murga y en lo posible que mejore, eso es un laburo del Pato González (el director escénico y arreglador coral) que viene haciendo hace años, y es él que busca que los nuevos se adapten al cantar y al decir de la murga.

 

Preguntar si están adaptados a viajar todos los días cuatro horas parece obvio, después de diez años de allá para acá.

Te acostumbrás, hay que salir dos y media antes de allá y llegás dos horas después que todo el mundo está en su casa. Pero lo hacemos desde 2009 y en eso nos sentimos como de Montevideo, te terminás acostando muy tarde, es parte de la rutina, pero da satisfacciones”.

 

¿Cuál es la expectativa en este carnaval, cuando en los últimos tiempos estuvieron siempre en la parte alta de la tabla y en la definición?

La primera expectativa siempre es ser bien recibidos en los barrios y hacer la mayor cantidad de tablados. Eso quiere decir que le llegás a la mayor cantidad de gente, que además ese público se va renovando jornada a jornada, y en el concurso es cómo te va esa noche, es una sumatoria de rubros muy difíciles y con los coeficientes más, todavía.

 

¿Cómo se hace para armar y conjuntar todos esos rubros cuando se piensa el espectáculo?

Ni idea (risas), uno arma el espectáculo, le pone lo que no le puede faltar para uno, la murga tiene que estar bien vestida, tiene que cantar bien, la mejor letra posible, una escenografía que vista el show, que la puedas montar acá en el Teatro de Verano que es donde te juzgan. Una cosa impulsa la otra, pero no se piensa en los puntos.

 

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