“Brasil va a sorprender al mundo”. “Tendremos una recuperación en forma de V”. Es lo que decía hace apenas unos meses el ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, quien este jueves tuvo que desayunar con una desagradable noticia: el país entró en recesión.
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A primera hora de la mañana, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) confirmaba lo que muchos se temían: en el tercer trimestre del año el PIB decreció 0,1% respecto de los tres meses anteriores, lo que sumado al retroceso del 0,4% que ya había registrado entre abril y junio sitúa al país en situación de recesión técnica.
Guedes rápidamente quiso restar importancia al escenario, asegurando que se trata de una caída «localizada»: la agricultura cayó un 8%, pero la industria permaneció estable y el sector servicios avanzó un 1,1%.
El ministro culpó del resultado a la crisis hídrica. La falta de lluvias debilitó al motor económico del país. La cosecha de café cayó un 22,4%, el algodón un 17,5% y el maíz un 16%, por ejemplo.
Para 2022 los pronósticos son sombríos. El Banco Central pronosticó un escenario próximo al estancamiento, un crecimiento de apenas el 0,58%, cuando hace un mes esperaba un avance del 1,20″
Además de afectar especialmente a la economía del campo, la sequía vació las represas y encareció el precio de la energía, y por ende de toda la cadena productiva. Pero también afectan la elevada inflación, que desanima a los consumidores, y las incertezas políticas.
Setiembre, último mes del periodo analizado, arrancó en medio de fuertes turbulencias, con intentonas golpistas del presidente Jair Bolsonaro al calor de las multitudinarias marchas en su apoyo el día de la fiesta nacional; los inversores temblaron y se refugiaron en el dólar. El real se devaluó un poco más.
Previsiones sombrías para 2022
Este año cerrará previsiblemente con un buen dato: un crecimiento de alrededor del 5%, gracias a los resultados positivos de los últimos meses. Pero Brasil aún no se recuperó del golpe de la pandemia: desde el primer trimestre de 2020, cuando empezó la crisis sanitaria, acumula un retroceso del 0,3%.
Además, para 2022 los pronósticos son sombríos. El Banco Central, que cada semana elabora un informe en base a consultas a cientos de instituciones financieras, lleva meses revisando sus proyecciones a la baja. En su último informe, de esta semana, pronosticó un escenario próximo al estancamiento, un crecimiento de apenas el 0,58%, cuando hace un mes esperaba un avance del 1,20.
La falta de una dirección clara en la economía, con el ministro Guedes cada vez más debilitado e incluso desautorizado públicamente, podría agravarse a medida que pase el tiempo. Y es que en 2022 Brasil entra de lleno en periodo electoral, lo que suele traducirse en tiempos revueltos para la economía.
(Vía Sputnik)