Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME

Las partes más eróticas del cuerpo humano, según la ciencia

La hipótesis de Ramachandran supone que las zonas erógenas se deben a que limitan con las áreas genitales en alguno de nuestros mapas cerebrales.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

El cuerpo sigue siendo un misterio. La sexualidad, en gran parte, también. Un equipo de investigadores de la Universidad de Witwatersrand, en Sudáfrica, decidió poner a prueba una teoría propuesta a finales de los 90 por el neurocientífico Vilayanur Ramachandran.

La hipótesis de Ramachandran supone que las zonas erógenas se deben a que limitan con las áreas genitales en alguno de nuestros mapas cerebrales. Debido a la cercanía, al tocar una parte se estimula una sección vecina. Por ejemplo, en el mapa de la corteza sematosensorial los pies se localizan junto a los genitales. Por lo tanto, según esta lógica, los pies son una zona erógena.

Para comprobar si realmente el mapa cerebral corresponde con las zonas erógenas, el equipo de investigadores pidió a un grupo de personas calificar a 41 partes del cuerpo de acuerdo con el nivel de erotismo que producen. El cuestionario reveló que a pesar de la edad, el sexo, la raza, la cultura y la preferencia sexual, la mayoría de los participantes consideran a las mismas zonas erógenas. Las diferencias entre hombres y mujeres eran mínimas.

En otro estudio realizado por investigadores británicos y sudafricanos titulado ‘La primera encuesta sistemática de la magnitud de las sensaciones eróticas de distintas partes del cuerpo’, que contó con la participación de más de 800 ciudadanos, se llegó a la conclusión de que las zonas más erógenas para ambos sexos son: los labios, el cuello, los pezones, la cara interna de los muslos, la nuca y las orejas.

No hay distinciones entre sexos. Las respuestas coinciden.

Predecesor

En 1950 el neurocirujano canadiense Wilder Penfield observó que al estimular distintas zonas del cerebro de sus pacientes podía establecer una representación topográfica del cuerpo en la corteza cerebral, una especie de “cuerpo virtual”. En esta representación, más de la mitad de la corteza cerebral corresponde a las manos y la cara, dos zonas muy sensibles al tacto, mientras que zonas como la espalda no tienen una gran representación.

La innovación del neurocirujano canadiense consistió en utilizar impulsos eléctricos en varias áreas del cerebro. Basándose en el testimonio del paciente consciente supo qué zonas estaban afectadas y redujo los riesgos durante la cirugía.

Esta práctica, conocida como Procedimiento Montreal, también permitió compilar mapas de los córtex sensorial y motor del cerebro.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO