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LUC |

EMERGENCIA DE URGENTE DISCUSIÓN

Agoniza el neoliberalismo en el mundo

Por Juan Raúl Ferreira.

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Tal como anunciamos el viernes pasado, llegó el día. Ingresó la LUC (como ahora llaman a la ley de urgente consideración). Antes de que se pronuncie la comisión especial, se produjo la primera polémica. El senador Charles Carreras hizo un alegato contra la misma, tanto de forma como de contenido. No es de urgencia ni en las formalidades legales ni en los temas que encara, de los que está ausente, por más raro que parezca, la emergencia sanitaria. La respuesta del senador Gandini, por el actual Partido Nacional, dio más fuerza aun a la exposición del senador frentista. Después del alegato de Carreras, queda poco para agregar.

Sin embargo, la referida exposición, me impuso el deber de volverme a referir al tema. No faltará oportunidad para extenderme, aunque permítaseme por lo menos mencionarlo para homenajear a Felipe Felo Michelini, a Guillermo Chifflet y a los trabajadores y trabajadoras de mi país, cada uno de los cuales merecería más de un artículo. Tampoco puedo dejar de decirlo.

Volvamos a donde habíamos quedado la semana pasada. ¿Por qué la ley no es de urgencia por su contenido? No es de urgencia legalmente porque no lo establece como corresponde. Simplemente pensemos en el momento que se vive en Uruguay y en el mundo. Porque si hiciéramos una encuesta en el exterior preguntando “en Uruguay se presenta un proyecto de urgencia: ¿sobre qué tema?”, el 100% diría “la pandemia, ¿verdad? No. De otros temas. Entre ellos, salud, educación, vivienda, seguridad pública, empresas del Estado, desarrollo social, eficiencia del Estado, política agropecuaria, seguridad social, relaciones laborales, servicios de inteligencia del Estado, política exterior. Y uno legítimamente se pregunta: ¿no se están olvidando de algún tema de urgencia real, de emergencia nacional? Responden “no”. Dejemos de lado otros temas que preferimos ni tocar, el tema de un artículo con la receta de los chorizos caseros, para que los puedan comercializar en las carnicerías (art. 318). La pandemia es la emergencia nacional y política de nuestro país.

Dejemos de lado todo lo que, desde el punto de vista de la pandemia, queda por hacerse. Salvo el cierre del ciclo escolar, y el prematuro intento de levantarlo en las escuelas rurales, que no funcionó, el gobierno se ha limitado a sugerir, proponer, pedir, pero no ha hecho aquello para lo que existen los gobiernos: gobernar. Yo coincido con el ministro Javier García en que el despliegue militar en la frontera es impresionante. Pero ¿es eficaz? Si no piden que se impida nada, sino simplemente aconsejan. El sábado se anunció que cerca de 2.000 uruguayos habían cruzado al lado brasileño. Cantidad de vehículos que regresaron tras la exhortación militar: cero. ¿Qué lo tiene tan efusivamente feliz al ministro García?

He leído y escuchado, brillantes alegatos contra la oportunidad y el objetivo de la LUC de los senadores Olesker, Pacha Sánchez y, como he señalado, Charles Carreras. No voy a pretender emularlos. Recuerdo sí que se refieren a una ley de 592 artículos para tratarse en 90 días entre las dos cámaras. No soy quién para agregar nada a su lineamiento de exposición. Intentaré agregar algunas cosas por otros andariveles nuevos.

Además del tema de prioridades temáticas, ¿no hay un tema de inoportunidad? Hay varios legisladores que fruto de la emergencia sanitaria han debido solicitar licencia al cuerpo. Entre ellos, Julio María Sanguinetti (84 años), José Mujica (84), Danilo Astori (80), Lucía Topolansky (75), Enrique Rubio (76) y Liliam Kechichian (68). Todos podrían tener un aporte importante para el debate. Faltan porque no pueden ir. ¿Se puede dar el país el lujo de no dejarlos opinar por la pandemia para un tema que no sea la pandemia? Al Dr. Sanguinetti más de una vez se lo definió como el gerente de la coalición (de cuyos acuerdos internos saldrá un texto u otro de la ley). Llegó a sostener que ya en Uruguay habían otras urgencias: ¿no va a estar?

¿Y los no legisladores? ¿Va a poder la comisión recibir delegaciones numerosas de los gremios, trabajadores, la cátedra, especialistas de cada tema? ¿O solo recibirá en la Torre Ejecutiva a algunos empresarios que, en todo caso, ya opinaron en el proceso de redacción del articulado? Pensemos también en los uruguayos de a pie: las barras, símbolo de la transparencia democrática de nuestro país. Se va a discutir con las mismas vacías y sin permitir el acceso al público, que solo sabrá del debate lo que los canales de televisión cubran en sus noticieros.

Dice el gobierno que es su compromiso con quienes lo eligieron. No es cierto. Primero, porque el contenido no se debatió hasta después de la elección, para conformar la curiosa alianza de gobierno (a menor número de votos, mayor número de cargos, proporcionales estos al número de bancas perdidas). Pero, además, porque el Uruguay que habrá de gobernar el actual gobierno va a ser distinto al que se imaginó, inserto en un mundo distinto al que era predecible el año pasado.

La crisis de emergencia sanitaria ha llevado a los pueblos alrededor del mundo a exigir más Estado. Y en el mundo que se viene, el papel del Estado va a ser diferente del modelo restaurador del neoliberalismo con el que soñó Trump y quiso imponer en nuestra región. Allí está el gobierno “modelo Trump” en Ecuador, apilando cadáveres en Guayaquil. Mientras que en Uruguay, la flamante administración se ha amparado en instrumentos como el Mides, Plan Ceibal, Fonasa, etc. para enfrentar la crisis.

Es la agonía del neoliberalismo, no la salud de los uruguayos lo que preocupa a nuestras autoridades.

 

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