Entrevistado por una radio de Mendoza, el embajador de Argentina en Ecuador, dijo, muy suelto de cuerpo, que se había cambiado la camisa «para que no digan que este mugriento se ve que agarró hábitos ecuatorianos». Esas fuertes declaraciones fueron las que desbordaron el vaso, ya que se unieron a otras con el mismo talante grosero, y, a pedido de la Cancillería ecuatroiana, el presidente Mauricio Macri debió sacarlo de la sede diplomática. Pero no fue para dejarlo sin nada, sino que será asignado con un cargo en el gabinete, que según se dijo en la Casa Rosada (la Presidencia de República Argentina), será en el Ministerio de Defensa, junto al ministro Oscar Aguad. «¡Muchachos, déjense de romper las bolas con el reglamento! Hay 2.500 argentinos de los que soy responsable como embajador, que vinieron en auto. Han cruzado la mitad de Sudamérica para ver a su equipo», había dicho Juez en febrero de este año, en ocasión del partido por la Libertadores entre el Atlético de Tucumán y El Nacional, porque los jugadores del equipo argentino llegaron tarde al encuentro, a pesar de que el ómnibus en el que viajaban, había sido escoltado, desde el aeropuerto hasta el estadio, por 10 motos y cuatro patrulleros. Luego del partido, ganado por el Atlético, Juez dijo: «Hoy me van a querer cagar a trompadas. Ellos tenían ganado el partido en el escritorio, pero les mojamos la oreja y les ganamos. Voy a pedir un helicóptero para ir hoy a la embajada», fueron las infelices declaraciones.
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