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Neowilsonismo, el helicóptero y otras bijouteries

Por Linng Cardozo.

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Un día Wilson confesó: “Me arrepiento de haber votado la ley de Seguridad del Estado y el Orden Interno”. Fue la ley 14.068 y, en una situación crítica, alfombró el ascenso militar y de sus socios civiles en clave de barbarie.

Hoy los dos Jorges, Larrañaga y Gandini, caminan por la cornisa populista de mano dura, gesto adusto, cejas erguidas y declaraciones pachequistas y mucho humo. Es una suerte de “neowilsonismo” o “wilsonismo pachequista”.

Quizás el helicóptero sobrevolando de noche los barrios de Montevideo sea el símbolo más demagógico de una política de seguridad. El helicóptero como mensaje y constructor de opinión pública; una herramienta voladora para decir que “se terminó el recreo” y que, ahora sí, los delincuentes van a retroceder. Los rotores horizontales junto con sus aspas son el mensaje, la nueva política de seguridad.

Pero esta aeronave -patentada por el inventor argentino Raúl Pateras de Pescara en 1920- no puede tapar el sol con el dedo. Podrá hacer ruido, pero nada más. Los técnicos en seguridad sostienen incluso que no es una herramienta eficaz como elemento disuasivo si no va a acompañada de una estrategia-espejo en territorio.

O sea: nada. Una fábrica de humo que se diluye apenas observemos las estadísticas de crímenes en el período que el doctor Jorge Larrañaga está en el sillón que ocupó su antecesor blanco, el demócrata Ángel María Gianola.

Pero los mensajes no solamente quedan en el helicóptero-humo. La delincuencia va a retroceder -así lo dijo Larrañaga en El Observador– a partir de una mayor presencia del Ministerio del Interior en los patrulleros. De un día al otro -bah, compra directa- se gastó cerca de medio millón de pesos en plotear los patrulleros. (Un tuitero, muy mala gente, descubrió que lo afanaron a Larrañaga; el mercado podía brindar precios más baratos, bastante más baratos).

La noche que los noticieros de TV dieron la información de la nueva cartelería, los delincuentes -que tienen varios grupos de WhatsApp- dijeron: “A la mierda, este viene con todo”.

Chicos y chicas, niños y niñas de todas las edades: el helicóptero y los nuevos carteles de los patrulleros no están dirigidos a combatir el crimen organizado, los narcos y los hijos de Morabito. Lamento decepcionar. No, están dirigidos a los no delincuentes. Están dirigidos a la tía Norma, que ahora escucha el helicóptero, mientras le entran por el fondo le matan el perro, la atan a la silla y se llevan todo.

 

Gandini, el cowboy

Otro asuntito es el senador Jorge Gandini, un excelente expositor del “wilsonismo pachequista”. ¿Sus méritos para recibir tamaña calificación? Declaraciones tomadas por el diario La República el pasado lunes 1º de junio: hay “apariencia delictiva” en gente con tatuajes, piercings y gorrita. «Nosotros queremos darle a la Policía la posibilidad de que, si ve a personas con apariencia delictiva, tengan la posibilidad de decir ‘no me gusta esta gente'», aseguró el senador. Estaba hablando de una preciosa norma que está en la bien amada LUC.

Mensaje final: el lunes 1º de junio, Trump exigió mano dura contra los manifestantes para «poner fin» a las protestas por el asesinato de un negro en Minneapolis. Mirá si se enteran acá los militantes del “neowilsonismo” o del “wilsonismo pachequista”.

 

Nota. Esta columna fue escrita antes de los hechos ocurridos en el destacamento de la Marina, con el asesinato de tres infantes de Marina y antes de que se encontrara a los presuntos culpables.

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